jueves, 16 de agosto de 2012

Historias del dentífrico

Made in Denmark (Dinamarca)

                                                I
A recuerda lo que empacaron en las maletas para su viaje a La Habana: dos barbies, bocinas, dulces, chocolates, cosméticos, cremas dentífrica, globos, jabones, perfumes, ropa de medio uso y zapatillas de ballet, cuando el dólar americano era igual a 28 pesos cubanos, en 2005. Al final, llenaron tres, una para cada una. Así pasaron migración entre nervios y temor, burlando un poco a la autoridad aduanera, todo con el fin de no pagar impuestos y ser decomisada la mercancía.



Salieron del aeropuerto José Martí a mediodía. Los recogió Diana Sicard en el automóvil que le prestaba la empresa donde trabajaba. De ahí fueron a su casa; Lesbia, la madre, y Thalia, la hija, las esperaban.



Fernanda, Laura y A estaban contentas de llegar a tierra cubana. El recibimiento fue lindo: abrazos, sonrisas, galletas habaneras, carnes frías y vino tinto. Sacaron del equipaje los obsequios de Pedro, quien en su mayoría les había encomendado llevar a su familia.


La estancia fue corta para las dos amigas acompañantes; A estuvo 3 días más sin ellas. 



En el hotel, ella solía conversar lo más que pudiese con las mucamas. Niurka fue la que platicó sobre cómo se vive en un sistema económico socialista. 


El día de su partida, A le regaló a Niurka un tubo dentífrico, las sandalias que usaba- mucho le gustaron-, y los productos casi nuevos de limpieza personal. La cubana sintió una alegría inmensa al saber que la pasta de dientes sería de gran utilidad, pues en su casa acaba de terminarse la suya.



II


G era feliz al recibir las visitas de las enfermeras en su escuela primaria por parte del Seguro Social. Uno de los trabajos que hacían, consistía en ir a las instituciones educativas a enseñar a los niños a cepillar sus dientes; vendían la idea de que el fluoruro es buen limpiador de dientes. Los infantes se la creían y cooperan en la campaña higiene bucal. El premio consistía en regalarles un cepillo. Las enfermeras recomendaban “cepillar los dientes tres veces al día con pasta de dientes”.



III



O se cuestiona: “¿Pero a quién se le ocurre tener de amigo a un ecologista? De esos desalineados vegetarianos, que estudiaron permacultura, y para colmo practican el yoga. Esa pregunta no se la había hecho jamás, hasta que empezó a cambiar sus hábitos de consumo.


El permacultor, una tarde cuando lavaba sus dientes, no dudó en decirle a O que él usaba una pasta dental sin fluoruro. El fluoruro es considerado tóxico cuando es ingerido en niveles altos, y es un controvertido aditivo en el agua. El flúor causa debilitamiento en los huesos, enfermedades como osteoporosis, artritis, fracturas, infertibilidad, Alzheimer, cáncer, y es un excelente adormecedor, entre otras cosas.
En la Segunda Guerra Mundial, los rusos y nazis ocupaban altas dosis de flúor para mantener tranquilos a los prisioneros. Ese comentario causó pánico en O. Para comprobarlo, buscó artículos relacionados al tema. Encontró muchos en las páginas web, dando ese y otros argumentos, pero lo interesante fue la manera aprender a hacer un dentífrico casero.
Receta:

Ingredientes: bicarbonato de sodio, glicerina, aceite de canela o uno de su preferencia. 
Modo de preparación: mezclar todos los ingredientes en una cantidad considerable, hasta formar una pasta consistente.



La pasta casera fue hecha por O, ésta en un recipiente plástico de Manzanillo hasta Ciudad Juárez, Chihuahua, Guadalajara, Sinaloa,..

A veces, la elaboración del dentífrico le quedaba bien o mal, por esa razón decidió indagar dónde vendían sin ingredientes dañinos para la salud. Cuestionó en las tiendas naturistas, farmacias y de autoservicio de firmas extranjeras, y el resultado fue siempre con una expresión de desconocimiento y la contestación: “Nunca me lo habían pedido”.

Entonces aprovechó el viaje de una pariente para encargar un dentífrico libre de fluoruro, en España. Un mes después, la pasta Aloe Vera de ingredientes orgánicos estaba siendo disfrutada en los dientes incisivos, colmillos, premolares y molares. “No flouride”, decía en la presentación, y en el reverso: “Agricultura ecológica”.

Al terminarse los 75 miligramos del Aloe Vera, esperó con ansias la ida de un hermano a Estados Unidos de Norteamérica para hacerle el encargo de traer cuatro dentífricos.

Qué felicidad sintió O al recibir las pastas libre de sulfatos y de fluoruro, pero más dicha fue que el hermano le pidió una para probarla.

Made in EU
IV

S, apenas se entera de la verdad del fluoruro, pero aún no cree; sin embargo, tiene la inquietud de investigar qué es lo que contiene su dentífrico.

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