La enseñanza siempre debe ser autodidacta. Mediante la
observación y experiencia, es un excelente método para aprender.
Los jóvenes asisten a las escuelas creyendo que van a aprender de las cátedras que dan los profesores dentro del aula; ignoran que es al revés: ellos son los verdaderos instructores. Es una reciprocidad intencionada. El primero tendrá de premio un certificado o título avalado por la institución educativa, y el segundo, dinero en su nómina.
He visto a chicos de preparatoria vestidos con ropas sencillas, gorras sobre la cabeza, playeras desfajadas, tenis desabrochados, acercarse a la recepción de la escuela, preguntar por el monto a pagar por conceptos de inscripción, mensualidad y costo del pago por vacaciones; muchos, al escuchar la cantidad , voltean hacia atrás maldiciendo, sacan del bolsillo de su pantalón la cartera, discretos revisan los billetes y sacan unos cuantos, se los dan a la secretaria que los atiende y cuestionan: “Si pago todo eso, ¿ya estoy al corriente?”. Ella mueve la cabeza con un gesto de apraovaci
ó
n.
En la escuela de sistema semiescolarizado, a nivel preparatoria, muy pocos estudiantes son adultos, y aunque hay jóvenes trabajadores, no lo son en su mayoría.
El primer día de clases de la materia, Literatura I, los jóvenes atentos esperaban mi instrucción. Empecé a explicar conceptos, utilizando diapositivas proyectadas sobre la pared blanca. Si acaso dos personas hacían anotaciones en sus libretas; el resto, creía que les mandaría el archivo del tema visto a su dirección electrónica, y lo peor, una estudiante me propuso que se los enviara a todos a través de Facebook, entonces decidí dejar dicho método, obligando a que los propios alumnos hicieran sus apuntes de acuerdo a lo que creían importante. Por supuesto, la decisión no fue nada agradable para ellos.
También pude percatarme que en la secundaria donde estudiaron, los profesores de Español o Lectura y Redacción no los ponían a leer. Lo supe directamente por ellos cuando les pregunté si habían leído tal título, que se supone debían hacerlo para conocer las corrientes literarias. La respuesta fue un descarado no y tampoco les interesaba hacerlo. De diecisiete alumnos, una señorita mencionó que ya había leído varios libros. En realidad, se le notaba en la forma de expresarse, en la manera de pensar, sobre todo en su escritura, pues lo hacía sin faltas de ortografía; en cambio, el tercio de un grupo de 15 personas, padecen de ello.
A nivel licenciatura, donde casi todos los estudiantes, son trabajadores, existía poco interés en el análisis y crítica de los temas a investigar. Temas que eligieron para exponer ante sus compañeros. Sólo unos cuantos fueron impuestos por mí, pero hubo flexibilidad de cambiarlos. Los trabajos se prestaban para hacer una investigación de campo, pero prefirieron sentarse frente a la computadora, teclear el nombre de un buscador en internet y transcribir la información a su libreta. Hubo uno que otro que justificó no haber hecho una buena tarea por no haber encontrado nada.
El análisis y la crítica ayudan a tener un amplio sentido de percepción de los sucesos que ocurren a nuestro alrededor, saber qué está pasando en con la sociedad, entender el comportamiento de la misma en determinadas situaciones, opinar sobre tal cosa, aportando ideas y soluciones a ciertas situaciones que las requieren. Ser curiosos o tener el espíritu inquieto de saber todo, es favorable para la autoenseñanza.
El análisis y la crítica ayudan a tener un amplio sentido de percepción de los sucesos que ocurren a nuestro alrededor, saber qué está pasando en con la sociedad, entender el comportamiento de la misma en determinadas situaciones, opinar sobre tal cosa, aportando ideas y soluciones a ciertas situaciones que las requieren. Ser curiosos o tener el espíritu inquieto de saber todo, es favorable para la autoenseñanza.
Una alumna cuestionó si aplicaría alguna vez una investigación en su trabajo. Le contesté que eso dependería de ella, pues si quisiera ser profesionista sobresaliente o común y corriente, bien podría investigar cómo hacer tal función o labor más de allá de su cargo. Otra joven expresó que en 3 años que tiene de antigüedad en la empresa donde labora, jamás se había acercado a realizar una investigación, y le fue interesante aprender.
En los sistemas semiescolarizados las materias abarcan de cinco a seis unidades en determinadas materias que deben ser impartidas en un promedio de 15 ó 21 horas de clase. Es de sumo cuidado contemplar una materia de nivelación en conocimientos, con el fin de que los alumnos tengan una mejor recepción de aprendizaje en las asignaturas que tomarán, y tanto el alumno como el profesor identifiquen las debilidades que deben fortalecer.
Es bueno considerar se lleve a cabo un taller de lectura y comprensión, donde el estudiante pueda mejorar su escritura y redacción. Esas propuestas las hice a dos directivos educativos, incluso al fundador de una universidad, la respuesta fue la misma: “Lo contemplaremos”.
Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
el 22 de noviembre de 2012
Manzanillo, Colima, Mex.
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