jueves, 21 de octubre de 2010

Línea recta

Camila quería estudiar la licenciatura en Comunicación. Hizo los exámenes necesarios, y aunque apareció en la lista de estudiantes aprobados para ingresar a la universidad, jamás entró al salón de clases.Era difícil para su madre costearle los gastos de alojamiento, alimentación, pasaje y escuela. Tuvo que estudiar Contabilidad en la facultad del lugar de residencia. Al egresar trabajó en un patio de contenedores en el área contable; ahorró lo suficiente para ir a Estados Unidos. Duró poco más de un año en Los Ángeles, California. Quiso conocer Europa, viajó a España, Inglaterra, Brujas, París, Holanda y otros países cercanos. Vivió tres años en Bruselas, Bélgica.Camila trabajó de nana en el extranjero para subsistir.
Al regresar a Manzanillo empezó de nuevo. Encontró trabajo en el “departamento de la quietud”, poco hacía hasta terminar harta de no hacer nada. Renunció y consiguió otro empleo casi al mismo tiempo en que entró a estudiar la maestría. Ella es igualita a Rachel, el personaje de la caricatura “El recreo”, la niña de pecas en el rostro, tez blanca, inteligente, alta, siempre juzga lo que debería ser de lo que es, cuestiona las dudas, opina y critica para bien, vive en línea recta por convencionalismo.
Camila pareciera trotamundos, pero no lo es. Dice necesitar a alguien para hacer algo y justifica sus temores con la frase: “Eso a mí no se me da”.
Vivir en línea recta es la mejor manera de evitar problemas. Ser persona de paz, predecible, elegir bien, dar buenos ejemplos y consejos de comportamiento, al final, con los años cansa. Los rectos suelen tener seguidores, la gente los hace líderes. ¿En realidad son intocables por sus demonios o es una farsa del gran demonio que esconden? Sacar los demonios implica un redescubrimiento interno. Desaparecer de nuestra mente o al menos programarla para no sentir envidia, miedo, inseguridad, coraje, deseos hacia la mujer u hombre ajeno, no tener ganas de matar o del suicidio, caminar desnudo por la calle, gritar groserías, hablar obscenidades, corromper a la autoridad, fumar cannabis, manipular al débil, el no hacer perversiones, debe servir para algo.
Aceptar la parte oscura del alma es autoconocimiento. Los religiosos suelen decir: “Entre más cerca de Dios estés, el diablo vendrá a seducirte para que caigas en la tentación”, pero ¿qué pasa con lo mundano? ¿A caso elegir el camino espiritual es la llave para vivir sin complicaciones o aceptar sin temor quién eres, conlleva al entendimiento?La doble moral nunca perecerá.
Reprimir al personaje que actúa bajo la piel pronto saldrá a tratar de dominar al consciente. Lo hará de forma discreta, medirá territorios, verá qué tanta libertad puede poseer, si le gusta el atrevimiento o prefiere continuar en su lucha de permanecer en el encierro.
En México, los católicos optan por adormecer a los demonios, despertarlos sería pecar, ir en contra de la divinidad sin pase automático para ir al cielo. Todos tenemos flaquezas y en el hilo del camino saldremos de la recta sin percatarnos.
Los verdaderos demonios son aquellos imaginarios a los que nunca tuviste la valentía de enfrentar.
La semana pasada, por primera vez en su vida, Camila se hizo la pinta. Desistió entrar al aula junto con tres compañeras, “no tuvimos ganas de estar en clases, nos fuimos de pinta. Llegamos al café y chismeamos, luego al cine y por último a cenar sushi. Puro chismear”. Comentó feliz.
Camila a veces extraña vivir en el extranjero, argumenta que en Europa tener menos de cuarenta años, ser soltera, medir de un metro setenta y tres de estatura es poco, subir a las cajas de las bocinas a cantar y bailar en el bar, fumar porritos, ver personas desnudas en las vitrinas de Ámsterdam, estudiar y trabajar todo el tiempo, es normal. Ella espera algún día regresar, salir por las noches de su habitación para ir al departamento del amante español y no regresar durante muchos días a casa.
Elsa I.González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
el 21 de octubre de 2010
Manzanillo, Colima,México

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