"Ahí está el detalle" Cantinflas
Al llegar Isis a la recámara de huéspedes en la casa de su hermana, vio sobre la cama un corazón dibujado con pétalos de flores del desierto, bugambilias, cuatro chocolates y una tarjetita que decía: “Bienvenida al resort de Casa Encantada”. Feliz tomó fotografía para el recuerdo, imaginó a la hermana, quien horas antes había estado ahí y en complicidad con la sobrina de diez años idearon darle ese detalle.
Regularmente, los pequeños regalos tan significativos los recibimos de los novios, madres, amigos, poquísimas veces de los esposos. Hay hombres fríos que creen que basta su presencia, caballerosidad y la justificación de decir “yo no soy así”, uno debe de aceptarlos tal cual son. En cambio, existen otros que sin importar cuánto dure el romance ofrecen parte de sus creaciones artísticas: la dedicación de una fotografía, poema, libros o un viaje solitario en fin de semana. No es el interés monetario el que mueve los sentimientos, es la apreciación en el trato. Las relaciones de pareja se hacen polvo por la monotonía. Nada pasa si todo es igual. Dice Alberto Cortés en su canción: “El amor nunca se acaba, sólo cambia de lugar”.
En el mercado 5 de Mayo a veces hay un chico tocando algún instrumento musical. Pone la bocinita que da buen decibel. Las personas hacen su compra, eligen las verduras al son de las notas melodiosas. Claro que el hombre desea que le den moneditas, a eso se dedica, pero bien podría plantarse en plena esquina de la acera sin alegrar tantos corazones.
Hay una asociación en Manzanillo que suele hacer presentaciones de libros de la editorial Tierra Adentro. Uno de los integrantes recibe beca, de la cual, parte del dinero está destinado para cubrir los gastos de las actividades culturales que realizan. Tres personas se organizan en recibir al visitante en el aeropuerto, llevarlo al hotel, a comer, después al evento donde presentará su libro, luego a cenar, al siguiente día a acompañarlo a desayunar y por último dejarlo en el aeropuerto para que tome su vuelo de regreso a casa. Los escritores dicen antes de marchar: “Quiero regresar”, y hace poco uno escribió: “Cuiden esto, valdrá mucho algún tiempo”.
Un detalle trae otro detalle.Raras veces, cuando están arreglando las calles de alguna avenida, los letreros que colocan las constructoras dicen: “Disculpen las molestias causadas, estamos trabajando para usted”; esto es dar plus al cliente final.Vaya, hasta en el Panteón Municipal el administrador ofreció detalles el uno y dos de noviembre. A los visitantes los recibió con una fuente en la entrada donde habían tortugas y peces, cinco pinturas en los murales y música instrumental. Esta vez ya no había gavetas entre el monte, ni tierra en los andenes, el cementerio se achicó por el buen estado en que lo tienen.
Esos pequeños detalles reconfortan el alma. No es el valor monetario lo que siempre cuenta, sino la dedicación y entusiasmo con el que se realizan las cosas. Aunque es muy cierto, la mayoría de veces se requiere inversión, pero basta que la genialidad esté presente para idearlos, y si de plano no hay creatividad, para eso existen otras personas que pueden hacer la labor por ti. Lo importante es el presente.
En la clase de mercadotecnia algún profesor dijo: “Dar siempre un plus al cliente es lo que lo hará regresar”. Tal vez eso es lo que hace falta en la sociedad, dar algo extra sin esperar retribución o porque es parte del trabajo, y no sólo regalar detalles al ser amado, sino a la población en general. Un poco de filantropía cambiaría los escenarios y daría color a la vida.
Isis le llamó por teléfono a la hermana y agradeció la bienvenida. Minutos después quitó cuidadosamente cada pétalo, comió los chocolates, destendió la cama y durmió hasta el amanecer del día siguiente.
Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
04 de noviembre de 2010
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