jueves, 10 de mayo de 2012

Andrés Oppenheimer habla de educación (I/II)

El periodista que no es incómodo
no hace bien su chamba.
Andrés Oppenheimer


Foto por Javier Cardenas

EL martes, 8 de mayo, el periodista argentino, columnista de The Miami Herald, analista político de CNN en español y conductor del programa de televisión Oppenheimer Presenta y ganador de un premio Pulitzer compartido, Andrés Oppenheimer, dio una conferencia magistral titulada “El desafío educativo y tecnológico de México y América Latina” en el Teatro Universitario “Coronel Pedro Torres Ortiz”, invitado por la máxima Casa de Estudios y el Colegio de Economistas de Colima, A.C.

El periodista inició la conferencia diciendo que vio el debate entre los candidatos a la Presidencia de México y le llamó la atención que el tema de la educación fue tratado como un subtema. “Ellos hablaron sobre el empleo, la economía y seguridad, pero la educación pasó a ser un subtema cuando tenía que ser el tema. Un país como éste, si no crece más es principalmente por su rezago educativo.

“Cuando se celebró el foro económico mundial, en 2009, mandaron a un economista a una misión para investigar por qué México no crece más que el 3 ó 4 por ciento al año. Ambos concluyeron que el problema es educativo. El país no puede competir como debería con otros países del mundo porque carece de una educación de calidad. Sabiendo esto los postulantes, la educación no fue el tema”.


Argumentó que la educación de calidad está convirtiéndose en el nuevo campo de batalla entre los países globalizados, modernos y los países aislados que miran al pasado.
En sus visitas a China, India, Israel, Finlandia, Singapur y Suecia, países avanzados en la ciencia, educación, innovación y tecnología, Andrés se cuestionó qué están haciendo éstos y qué nosotros podemos aprender de ellos. Él pudo percatarse lo que tienen en común: apuestan por la educación.

Cierta vez, el periodista le cuestionó a Bill Gates qué hace que unos países avancen más que otros, a lo que respondió: “La diferencia es la humildad. Quienes saben que están mal, eso los motiva para superarse y mejorar cada vez”. El entrevistador recordó las respuestas que daban los asiáticos al confirmarles que su educación es buena; los orientales siempre encontraban un punto de comparación, se comparaban con los mejores. En cambio, en América Latina, en los discursos se dice estar bien. “Los países que avanzan son los que tienen paranoia constructiva, mirar al rededor, ven qué están haciendo otros”.

Una encuesta del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) decía que el 60-70 por ciento piensan que sus sistemas educativos son buenos, mientras, los asiáticos y europeos creen que su sistema tiene mucho que desear.


El conferencista argumenta que los latinoamericanos están obsesionados con la historia y los asiáticos con el futuro. Invita a mirar un poco menos para atrás y más para adelante.
Pone de ejemplo a Singapur, un país que no cuenta con recursos naturales, lo único que posee es gente, esto los hizo utilizar su cerebro. La isla tiene un ingreso per cápita más alto que Estados Unidos de Norteamérica.

Andrés cuenta que al arribar al aeropuerto de dicho lugar, cambia su moneda extranjera por un billete de 2 dólares y se da cuenta que en el papel que recibe está la imagen de una universidad, un profesor, estudiantes y abajo una palabra: educación. En México, sucede lo contrario. Las caras de los billetes son de los héroes históricos.


El ganador del premio Pulitzer explica cómo lograron los países asiáticos reducir la pobreza. En Asia la han reducido en un 40 ó 50 por ciento en los últimos años.
Indica que estamos viviendo una era de la economía del conocimiento. El producto que más vale no es la materia prima. El nivel de esta creciente dependencia económica es la educación de calidad.

Del café mexicano que se exporta a los Estados Unidos, el productor sólo tiene una utilidad del 3 por ciento. En las manufacturas, de igual manera, las ganancias en su mayoría son manufacturadas en países latinos, vendidos al país del norte, cuyo profit es de un 8 por ciento, mientras el 92 por ciento van al ingeniero textil, diseñador, marketing y publicidad, todos los productos de la economía del conocimiento.

Oppenheimer argumenta apostarle a la educación, ciencia y tecnología, pues estas industrias son productos de educación de calidad. Que los tratados internacionales ya no son suficientes para ganar acceso preferencial a nuevos mercados, hace falta inventar nuevos productos, más ingenieros, científicos, técnicos e investigadores. Sin la educación de calidad no se va reducir la pobreza. El progreso se mide en base al crecimiento económico. Los únicos beneficiados son los que estudian, quienes tienen un empleo insertados en una economía formal.
Los sectores marginados, indígenas, rurales se tiene que sacar de la pobreza, pues no se beneficiarán tanto del crecimiento económico como otros a menos que se les dé una educación de calidad y productiva.



Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 10 de mayo de 2012
Manzanillo, Colima, Mexico

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