La educación es demasiado importante para dejarla en manos del gobierno.AO
Foto por Elsa Gonzalez.
Andrés Oppenheimer dice que debemos cambiar la forma en que medimos nuestro progreso, pues se cuenta con dos productos: el económico y el educativo.
Foto por Elsa Gonzalez.
Andrés Oppenheimer dice que debemos cambiar la forma en que medimos nuestro progreso, pues se cuenta con dos productos: el económico y el educativo.
Puso de ejemplo el resultado del test del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (PISA), prueba de 2 horas de duración aplicada a estudiantes de 15 años de edad para medir competencias en tres áreas: lectura, matemáticas y ciencias.
De los 65 países con mejores rendimientos son: Shangai, Corea del Sur y Finlandia; en el lugar 17 aparece Estados Unidos de Norteamérica y el primer país latinoamericano está en la posición número 44, Chile; en el 47 Uruguay, en el 48 México, en el 52 Colombia, en el 53 Brasil y en el 58 Argentina.
En los rankings de las mejores universidades del mundo no aparece América Latina sino hasta el lugar 169, y es la Universidad de San Pablo, en Brasil. México ocupa el espacio número ciento sesenta y tantos. Sobre el registro de patentes internacionales en 2011, los países asiáticos registraron 76 mil en E.U. a diferencia de los países latinoamericanos que todos juntos registraron 500; Corea del Sur registró 13 mil patentes, Brasil 230 y México 115.
La inversión en ciencia y tecnología menos del 3 por ciento de investigación mundial viene de América Latina. Otro dato aterrador de los países latinoamericanos es que se tienen las vacaciones más largas del mundo: en Japón, los chicos asisten a la escuela 243 días por año, en Corea del Sur, 220, y en México teóricamente 200, sin incluir los puentes y días festivos.
Está comprobado que las horas de estudio repercuten en el entendimiento. El día escolar en México o Estados Unidos de Norteamérica es de 7 horas y en Asia de 14 a 16 horas. En China, India y Singapur hay institutos que les llaman Institutos Privados Nocturnos, donde mandan a los niños a estudiar.
En una de sus visitas a Pekín, el periodista tuvo la oportunidad de asistir a una escuela de inglés para infantes, a las nueve y media de la noche. En la clase se percató que en las últimas filas de los pupitres estaban los abuelos acompañando a sus nietos. Eso significa que la familia asiática está invirtiendo todo su dinero y tiempo en la educación de sus hijos. Lo mismo sucede en Corea del Sur y en Singapur. En China hay cientos de jóvenes estudiando en las universidades de Estados Unidos subvencionados, no por el gobierno, sino por su familia.
Cuando el coganador del Premio Pulitzer le cuestionó a un adolescente cómo es un día común para él, éste respondió: “Me levanto a las 7 de la mañana, mis padres me llevan a la escuela, estudiamos hasta las tres y media de la tarde, después tengo unos estudios dirigidos; a las cinco me busca mi abuelito, merendamos algo, luego vamos a la escuela nocturna, después a casa, cenamos, hago la tarea con mis padres y tengo la clase de violín a las 12 de la noche”.
Con el tono de voz firme vocifera el conferencista: “Ése es el mundo con el que se está compitiendo. En China sólo se tiene un hijo, se tiene dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos apostándole a la educación y tiempo del infante”.
Otro dato que da es que en Asia los estudiantes cursan las carreras de ciencia e ingeniería; en Buenos Aires hay 28 mil estudiantes de psicología y ocho mil estudiantes de ingeniería. Los que producen patentes son los científicos, ingenieros y técnicos. Se debe de impulsar la ciencia y tecnología.
La cuestión sería qué se puede hacer para mejorar la economía. Se resume en dos cosas: inserción en el mundo académico, es decir, que existan universidades extranjeras en los países expertos en la educación para aprender de ellos y se necesitan formar buenos maestros, ésa es la clave.
La cuestión sería qué se puede hacer para mejorar la economía. Se resume en dos cosas: inserción en el mundo académico, es decir, que existan universidades extranjeras en los países expertos en la educación para aprender de ellos y se necesitan formar buenos maestros, ésa es la clave.
Es imposible que los maestros sigan siendo la enfermedad. Cuando entrevistó a la presidenta de Finlandia, Tarja Halonen, le pregunto cómo le hacen para salir adelante, y ésta le dijo: “Para ser maestro debes de estar dentro del 10 por ciento del mejor promedio de la preparatoria que cursan”.
Ya existe un filtro, sólo llegan los más inteligentes. Ser maestro equivale a ser inteligente; en cambio, en Latinoamérica, es distinto.
En México falta presión social para hacer a la educación como un emergente político. Expreso que los periódicos tienen columnas políticas o espectáculos, pero no de educación. Se requiere hacer cosas que se mantengan en el tiempo porque la educación de calidad es una inversión de 15 a 20 años. Brasil hizo algo para despertar a los gobiernos en el tema educativo. Los empresarios se juntaron con los dueños de los medios de comunicación para poner la educación en la agenda nacional. Elaboraron un plan concreto. Introdujeron spots a la televisión, bombardearon a los televidentes con mensajes sobre el tema para que reaccionaran y exigieran al gobierno.
Oppenheimer finaliza diciendo: “Falta crear un movimiento nacional unificado, imitar a Brasil para presionar en conjunto por una educación de calidad”.
Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
El 17 de mayo de 2012
Manzanillo, Colima, México
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