Se actúa según creemos que es la manera correcta de hacerlo. El ejercicio diario de tomar decisiones de acuerdo a lo que imaginamos es o será más conveniente para uno o el interés colectivo, pero no suele ser siempre el idóneo para otros.
Hay demasiados ruidos en el consciente para que el subconsciente logre transmitir mensajes al individuo, pues éste no logra escucharlos. La loca de la casa, le dicen, la mente que busca ocuparse con acciones razonables; en cambio, el subconsciente está quieto, escondido bajo el lumbral de la consciencia, en espera de expresar los verdaderos deseos ocultos de la persona.
Ser demasiado mentales nos aísla del mundo interior. Nos enseñaron a razonar, a diferenciar lo bueno de lo malo, a actuar de tal forma para cumplir con ciertos patrones en la sociedad, olvidando un pequeño detalle: dejar que el subconsciente hable.
Una de las maneras para equilibrar el consciente con el subconsciente es a través de la meditación, los sueños y el consumo de productos o plantas alucinógenas. Quizá forme parte de justificantes para su uso.
A las 5 de la tarde, una pareja, sentada, dándole la espalda a la Cruz, en el cerro, fuman tranquilos marihuana barata. Los deportistas inician el senderismo a las 6 de la mañana, hasta que el atardecer baña de bronce la ciudad. Abajo, en las escaleras, antes de las 7 de la noche, un hombre arroja una bocanada de humo. “Huele a marihuana”, se dice en silencio la deportista que pasó por ahí, y en voz alta le menciona al hombre: “De allá arriba, bajará un policía que subió hace rato, para que apague su cigarrillo”.
Varios jóvenes, menores de 20 años de edad, acuden a la casa de la T para hacer tareas de escuela, convivir, o por el sólo gusto de salir a tomar el aire. En la planta baja del inmueble, el orificio en la pared, forma una ventana, que sirve de respiradero. La dueña de la propiedad es una señora que vive fuera de Manzanillo, el hijo es quien la habita en compañía del inquilino . Por la abertura, el aroma a cannabis se expande hasta la calle. Los vecinos saben que en casa de T los chicos la fuman todos los días. Cada quien hace lo que piesa, no es de su incumbencia denunciarlos en el anonimato. Mientras, los padres de los muchachos suponen que la juventud de ahora debe tener más libertades.
En la secundaria, la adolescente le roba la hierba al hermano, la presume a sus más íntimas compañeras de clase, a quienes considera amigas, curiosas de querer probarla. En la parte de atrás de los salones, a la hora de receso, sacan una bolsa diminuta con droga, una cajetilla de cerillos y papel arroz. Una de ellas prepara el cigarrillo; las demás sonrientes, esperan. Al terminar, lo ofrece para saber quién desea ser la primera en fumar. Ríen. No dicen nada. La chica que cogió la hierba del cuarto de su hermano inhala profundo. Las otras, extrañadas, imitan la acción.
A los pocos minutos, el cigarrillo pronto se consume en los labios de las señoritas.
En los días consecutivos repiten la escena. Ahora lo hacen con más gusto y el efecto del cannabis hace su función.
En casa, los padres ignoran el nuevo juego de sus hijos; los profesores prefieren encerrarse en la dirección a tomar café, comer o desayunar, que dar un rondín en toda la escuela, y el director, no sale cuando el termómetro indica 32 grados centígrados. Entre los estudiantes se rumora que un grupo de amigas fuma marihuana en la hora de receso. Muchos tienen conocimiento, menos el personal de la escuela y los padres de familia. Pero la valentía de unos alumnos las delata. Los papás de las chicas piden disculpas al director sin poder creerlo. Expulsan a la cabecilla. Su madre le ruega no dar aviso a la policía.Lo convencen. Nadie investigó de dónde venía el cannabis, a quién se la compra. Ellos no quieren problemas, no más de los que tienen; bastará con vigilar y estar al pendiente de sus progenitores. " Guardar precauciones, indagar sobre el narcomenudeo, no es conveniente".
El consciente debe estar dominado, quieto, tranquilo, para que el subconsciente despierte y pueda llevarte a viajar a un mundo interior, pero no es necesario ingerir drogas, basta con el autoconocimiento del ser o, en su caso, está la alternativa de la ayahuasca, que no es adictiva ni dañina.
Elsa I.Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 25 de octubre de 2012
El texto sufrio modificaciones al original.
Manzanillo, olima