jueves, 10 de abril de 2014

Campamento de la Amistad en la Escuela Justo Sierra



La experiencia para organizar un festival de poesía entre tres o cuatro personas es buena, siempre y cuando no se dependa más del 10 por ciento de instituciones de gobierno o privadas.

Cuando fui partícipe de eso, recuerdo que primero debía planearse bien la logística, iniciando con la creación o elección del diseño del cartel –medio útil, con imagen impresa que puede plasmarse en playeras o papel–, con el fin de convocar al público en general para que asista a los eventos; elegir trabajos participantes de un concurso de los cuales tendrían que salir los invitados; solicitar los permisos de las locaciones o sedes donde se realizarán las actividades, a su vez para la colocación de los carteles en las calles; conseguir mobiliario e iluminación; solicitar apoyo económico y sus respectivos logotipos de candidatos a patrocinadores; pedir autorización por escrito a Seguridad Pública, siempre y cuando se realicen actividades en la calle; elaborar a detalle un programa específico de cómo serán recibidos y tratados los invitados especiales: asignarles un espacio para dormir, tener capital suficiente para cubrir los gastos de alimentación y traslado de un lugar a otro, sobre todo mucho ánimo y disposición de ser el anfitrión.


Foto por T.Q.


Quien ha sido parte organizadora de eventos masivos sabe de antemano la gran responsabilidad que se requiere para llevar a cabo con éxito el proyecto.

Esta vez no hubo festival de poesía, ni de cine, tampoco se manejó público específico, más bien un cierto segmento de mercado donde, por supuesto, no participé, sólo fui visitante.

En la Escuela Primaria Justo Sierra, en La Central, Colima, el pasado 4 y 5 de abril se realizó el Cuarto Campamento de la Amistad Tlacahuapahualiztli, que en la lengua náhuatl significa “El arte de crear o educar a los hombres”.

Foto por T.Q.


En la parte organizadora del proyecto estuvieron trabajando los catedráticos del plantel: Fabiola Castillo, Fabiola Zuleth Enciso, Eugenia Rojas Gómez, Frinet Lizandra Palomino, Narda Palomino, Karina, la señora Luz, junto con su equipo de trabajo, quienes prepararon los alimentos ofrecidos a los invitados, y Tonatiuh Quiñónez. A su vez, se sumaron voluntarios externos: la médica del Centro de Salud de la comunidad, el Primer Colegio de Manzanillo, Universidad Pedagógica Nacional de Ciudad Guzmán, Jalisco, y Zamora, Michoacán; el Instituto Municipal de la Cultura, el rector de la Universidad Tecnológica de Manzanillo, M.C. Miguel Santana Rodríguez; el cuentacuentos Sergio Contreras Valdovinos, el empresario Héctor Urióstegui, Protección Civil y Seguridad Pública.

Aunque la inauguración del Campamento de la Amistad fue a las 8 de la noche, las tareas comenzaron a las 4 de la tarde. Cerca de medio centenar de casas de campaña fueron instaladas en el patio trasero de la Justo Sierra.

Varios de los objetivos principales del campamento fueron fomentar la integración estudiantil, familiar y docente; rescatar los valores que el ser humano poco a poco va perdiendo: amor y respeto hacia nuestros semejantes, al medio ambiente; hacer crecer la amistad, solidaridad, participación comunitaria; aprender temas diversos gracias a las pláticas que tuvieron los niños con personas externas, dispuestas a ofrecer lo mejor de sí.


Mientras, en la ciudad capital, el grupo de profesores que conforman la autoridad educativa y sindical estaban eligiendo su futuro líder. Se olvidaron por completo de fijar los ojos en la escuela de La Central, quizá porque está en una comunidad alejada de la ciudad, cerca del aeropuerto internacional, lejos de sus expectativas políticas, o porque consideran que hay cosas más importantes por hacer. Razón por la cual pudo ser motivo de la ausencia de recursos económicos para asignar a la escuela. Siendo que en 2012 la institución se hizo acreedora del galardón “Diseña el cambio”; en 2013 de otras insignias más; en 2014 obtuvo premios por casi 100 mil pesos.

Los involucrados en el campamento invirtieron en la preparación del teatro guiñol, elaboración de veladoras que conformaron el árbol de los deseos, costearon sus viáticos y traslado de un lugar a otro. En realidad, el proyecto es el resultado de la suma de voluntades, entrega y el simple placer de compartir amor a los niños.

A la media noche, después del encendido de la fogata en medio de la plaza cívica, escuchar al trovador y cuentacuentos, partieron a dormir dentro de sus casas de campaña, frente a un árbol de primavera que los cuidó hasta el amanecer, para ejercitarse al día siguiente al ritmo de la zumba.


Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
El 10 de abril de 2014
Manzanillo, Colima, México

Este texto pudo tener correcciones al original.

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