ANA, cada mañana al pasar por la esquina de su casa, mira a detalle si el árbol retoñará, luego de haberse negado a que lo talaran.
Fue un día entre semana cuando un señor hacía limpieza en una casa deshabitada por hace más de un año. En la fachada del inmueble, una lona plástica de la empresa de bienes raíces indica: “Se vende”. El lugar durante meses permaneció sucio y abandonado. Afuera, en la banqueta, vive un árbol de tamarindo con aproximadamente 15 años de edad.
Las hojas de tamarindo son muy pequeñas, no alcanzan un centímetro de largo, sus raíces crecen hacia dentro, el fruto debe ser recolectado antes de la temporada de lluvias, las ramas dan una sombra envidiable, y como muchos árboles tropicales, puede sobrevivir 12 meses sin ayuda del ser humano, pues almacena agua de lluvia.
Ana ese día se percató que al árbol lo habían desnudado, sólo el tronco lo mantenía de pie con unos ligeros machetazos alrededor de la cintura. Se acercó al señor para cuestionar qué estaba pasando, éste dijo que tenía instrucción de talarlo porque tiraba mucha hoja. Al escucharlo la mujer, argumentó que no sería posible y pediría a la Profepa (Procuraduría Federal de Protección al Ambiente) su intervención para el desistimiento. Así lo hizo, pero al llegar a la dependencia gubernamental le dijeron que el caso le competía al departamento de Desarrollo Urbano y Ecología de Manzanillo, por tratarse de zona urbana.
Aunque Ana pidió ayuda para que alguien del personal tratara de platicar con el futuro asesino del árbol, mientras ella iba al ayuntamiento municipal a realizar dicha gestión, se negaron. Lo único que obtuvo fueron los números telefónicos del departamento encargado. Al marcar, una señorita amable canalizó la llamada a otra persona, quien en su momento la regresó, afirmando que no le competía.
El tiempo se acortaba. En cualquier minuto el árbol desaparecería. Ana marcó el número telefónico de la diputada electa, Gabriela Benavides Cobos, para que le ayudara para poner a trabajar a los servidores públicos. Tuvo suerte de que contestara la llamada, y no sólo eso, sino que en poco tiempo un hombre del ayuntamiento arribó al lugar donde vive el tamarindo.
Ana dejó a la Profepa antes de su llegada. Le explicó al burócrata que no era posible deshacerse de un ser vivo sin permiso, además daba oxígeno a todos los habitantes del puerto y vida a otros seres. El servidor manifestó: “Debemos cuidar a estos árboles, son los únicos que nos quedan en esta colonia”.
Por desgracia, la ignorancia de Ana ante las leyes y políticas ambientales no están por ahora a su alcance, sin embargo, ha indagado una de las responsabilidades de Desarrollo Urbano y Ecología que indica lo siguiente:
A).- Departamento de Trámites Ambientales:
VI.- Evaluar y dictaminar sobre las solicitudes de podas, trasplantes, aprovechamientos y derribos de arbolado en las zonas de su competencia.
X.- Difundir el programa municipal de ordenamiento ecológico y territorial, los indicadores ambientales tanto del suelo, atmósfera y agua, educación ambiental, turismo, así como el control y vigilancia del cumplimiento de las disposiciones contenidas en los mismos. Teléfonos: 3310765/3310784.
Ahora espera poder difundir toda información de su interés para que los ciudadanos hagan su parte dentro de la sociedad.
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Ana sabe que el sexo femenino cuenta con la capacidad de hacer dos o tres cosas a la vez en comparación al hombre; también que existen trabajos donde el sexo fuerte es más hábil que el débil, mas no comparte la opinión de que la mujer no puede realizar todas las labores que el sexo opuesto hace con eficacia.
Lo dice porque en la zona centro en las calles del mercado 5 de Mayo una mujer intenta desempeñar bien su función de autoridad de Tránsito, sin embargo las pocas veces que la han visto por la mañana pareciera que sólo es una observadora de los conductores.
Ana recuerda dos escenarios: el primero fue cuando un joven taxista baja del auto amarillo en el área de taxis junto con su pasajero, que se detiene a comprar en el mercado y continúa frente a éste para adquirir unas tostadas; el espacio fue utilizado de estacionamiento, esta acción la vio la policía de Tránsito, pero nunca hizo nada por llamarles la atención, pues estaba satisfaciendo su sed; el segundo suele ser cuando del lado izquierdo los automovilistas dejan estacionados sus vehículos, siendo que el carril derecho es una parada de camiones urbanos y de taxis. Cuando Ana vio a la hilera de coches y los conductores pitando, la chica de Tránsito tomaba agua.
Ella lamenta que tales acciones demeriten el trabajo de la mujer en labores que suelen ser de hombres. Ojalá el supervisor de la chica de Tránsito le jale las orejas para que se desempeñe mejor o, en su caso, le dé la oportunidad a otras féminas que podrían ser más eficientes.
Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en El Diario de Colima
El 26 de julio de 2012
Manzanillo, Colima, Mexico