jueves, 5 de julio de 2012

El reflejo de la sociedad





BAHÍA, al regresar a México, luego de vivir un año en España, visitó a sus padres en 
Manzanillo.

En su forma de hablar se le notaba un ligero acento español y una pronunciada imitación a las palabras y modismos de los europeos: chaval, culo, españolito, joder y vale. Durante la estancia en el extranjero visitó varios países, los suficientes para enamorarse de ese continente. 


Los cerca de 10 días que estuvo recorriendo el puerto, con voz pausada y contundente le dijo a María, su hermana: “Aquí es un lugar donde no se puede vivir bien”. A María el comentario le sonó muy exagerado, por lo que se quedó callada para no entrar en polémicas, creyendo que era una reacción de un recién llegado a la vida real.


Mientras los días transcurrían, se acercaban las elecciones presidenciales en México. María le confesó a Bahía que solía cuestionarles a los ciudadanos quién era el candidato de su preferencia. Aunque las opiniones eran diversas, apenas tres de más de treinta personas decían con argumentos válidos por qué votarían por equis candidato, en cambio, otras hablaban sin ni siquiera conocer las propuestas y la trayectoria política de cada uno. Anteponían el partido en lugar del candidato. 


Bahía tiene la esperanza de que su país goce de un verdadero cambio político, pero en el fondo piensa que faltarán años para que la sociedad mexicana logre tener una formación ciudadana y dejen de ser manipulados por sus gobernantes.


Las hermanas tomaron un camión urbano al regresar de las compras. Cuando la recién llegada abordó el móvil, descansó su cuerpo en un asiento de tapiz roto y percudido, observó a detalle el techo, las paredes, el piso, y con pena vociferó: “Viajar en camión es para pobres”. María esta vez replicó: “No. Tengo amigos que viajan a muchas partes del mundo y andan en colectivos”, entonces Bahía dijo: “Al menos eso es lo que nos hacen creer, pues mira, estamos arriba de una chatarra que no debería ya estar en circulación”. La otra comentó: “También es responsabilidad del sociedad reportar dichas anomalías”. Bahía, la mayor de las dos, hablo con pena: “No, eso es trabajo de las autoridades del transporte público, cómo se atreven a darles permiso a los concesionarios y solapar el mal servicio. Los usuarios no tienen que estar detrás de nadie. Cada cual tiene su función. Eso sí, cobran la tarifa normal sin ofrecer un servicio digno”. 


Pasaron por el crucero Valle de las Garzas, observaron el tránsito de vehículos en las horas no pico. María le explicaba a la hermana que la zona transitada era un desorden debido a la construcción de los puentes a desnivel. Cuando ésta los vio, hizo un gesto de descontento: “¿Cómo se le ocurre aprobar la construcción de los puentes frente a un conjunto habitacional? De verdad, se encajan”. 


Minutos después arribaron al parador. Descendieron para llegar a casa. 
La noche del 2 de julio fueron a cenar a una pizzería en la colonia Bella Vista. Esta vez no tomaron colectivo, taxi ni automóvil propio, optaron por caminar para disfrutar el inicio de la luna llena. Platicaron sobre diversos temas y un poco sobre los sucesos electorales a nivel federal, aunque los resultados preliminares por parte del Instituto Federal Electoral no concluían, el 100 por ciento del conteo de los votos decía que en la ciudad el cielo se pintaría de azul por 3 años. 


Las dos mujeres voltearon la mirada detrás de la cerca metálica que separa la zona federal del boulevard, vieron cajas metálicas sobre las planchas de los tráileres, un buque en el muelle, y al tren quieto. 


En cuestión de instantes interrumpieron la vista para fijarla en el camino. A pocos pasos, en la banqueta una alcantarilla llena de basura estaba abierta. El hoyo contiguo a unos locales de oficina y casas habitacionales no tenían ningún señalamiento de precaución menos tapadera. Una de ellas buscó un palo o vara para colocarlo dentro. Lo encontró pronto. Se alejaron las dos sorprendidas ante la indiferencia de los vecinos al no importarles la seguridad de los demás.


María reconoció con tristeza lo que Bahía había dicho en días anteriores: “Aquí es un lugar donde no se puede vivir bien”.
Al llegar a la pizzería, el mesero las recibió con un saludo y una sonrisa que las hizo olvidar por unas horas el olor a mar.







Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 04 de julio de 2012
Manzanillo, Colima, Mexico 

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