Hace tiempo, Avelino argumentó que las verdaderas amistades se hacen en la infancia, porque es la etapa donde los amigos se encuentran de manera desinteresada. Ese pensamiento lo cuestiono desde aquella vez; luego, hago un recuento de los amigos que tengo, y veo que pocos son los amigos que conservo de la infancia.
Las amistades se hacen en cualquier lugar y momento menos esperado. Se inician desde la fila para ir al baño en un auditorio, en la cafetería, escuela, iglesia, el cine, gimnasio, hospital, fraccionamiento donde se vive, mercado, trabajo, hasta en la funeraria. Comienzan con una presentación de un conocido o por circunstancias curiosas. La primera impresión es importante, pues es una forma de medir de manera inconsciente si existe o no la empatía entre las personas, aunque eso no asegura el porvenir de una amistad, ya que en muchas ocasiones la percepción cambia en cuanto al trato que se van dando.
Al envejecer, el círculo de amistades se reduce, y hablo de envejecer a partir de los treinta y tantos años. La familia, diferencia de afinidades, distintas ocupaciones y el desgano de frecuentarlos, merman el cariño fraternal que existe.
Hay amigos entre los amantes, esposos, familiares, novios o sólo amistades que ofrecen su amor y apoyo incondicionales, pero es posible que entre los amantes se dé una buena amistad, es decir, ¿puedan ser amigos? Claro, es posible.
Hablemos del término amante. De acuerdo al concepto de la Real Academia Española, hombre y mujer que se aman. Independientemente de la situación en que se dé la relación de amantes, me atrevo a decir que el sexo y las responsabilidades de parejas no lo son todo, es indispensable ser amigo. Porque al amigo se le cuentan experiencias, inquietudes, secretos, sueños y juntos conquistan, a su forma, el mundo.
Tengo amigos casados que la sociedad considera vienen de familias con buena reputación; puede que sea verdad, de cierta manera, porque cumplen con el rol de buenos padres; sin embargo, sucede algo extraño entre algunos esposos: no llegan a tener una buena comunicación, no tras varios años de casados, sino mucho antes de contraer nupcias.
¿Por qué las parejas después de divorciarse, muchas veces se declaran la muerte o dejan de hablarse, y no me refiero a charlar largas horas por teléfono o entablar una conversación duradera, sino platicar como personas civilizadas, cuyos rumbos ya son diferentes? Tal vez la respuesta pudiera ser que nunca fueron amigos, sólo cumplieron un papel: ser esposos.
Los amantes-amigos son las parejas más amorosas; éstos irradian compatibilidad de caracteres, aunque sean muy distintos. La relación sentimental pudiera ser corta, pero la amistad está cimentada por valores con un tiempo indefinido. Suceda lo que suceda, no se pierde a través de los años; al contrario, el amor de un amigo, ahí está en algún rincón del corazón, bien guardado.
El desapego es lo que nos libera de ataduras banales, del ego, sobre todo nos enseña a gozar más la vida, encontrar amistades valiosas que sean parte de nuestro andar.
Ahora mismo, recuerdo al amigo Anwar que cumple por segunda vez su sueño: navegar en velero desde Puerto Vallarta hasta Australia. Ese viaje me llena de satisfacción, porque al saber que él está feliz, soy feliz también; y cómo no acordarme de Evelia, la mujer de la sonrisa bella que sigue en la lucha en defender los derechos de las personas, cuidar y proteger a los animales y ser activista por el cuidado de la naturaleza; es gratificante. Una alegría o tristeza de los amigos es compartida.
Tendré que ver a Avelino para argumentarle que se equivocó en su señalamiento. No todas las amistades de la infancia son verdaderas, pues uno nunca deja de relacionarse con más personas, y ahí pudiera nacer una gran amistad.
Publicado en el Diario de Colima
El 25 de abril de 2013
Manzanillo, Colima, Mexico