jueves, 18 de abril de 2013

Poda de árboles


"Lo que nos falta es tenerle amor
a la naturaleza".
NATALIA conversa orgullosa con su amiga Alejandra, que vive en la ciudad de Colima, sobre el estado del tiempo: “El clima en Manzanillo es menos caluroso a medio día que en la capital; 3 grados centígrados, para ser exactos. Durante el día, en el puerto estamos a 27 grados; en la capital 30 y por la madrugada o noche, el panorama cambia, es más frío allá”.


Natalia tiene a su favor el océano que sirve de termostato para todo el planeta, pues es el encargado de regular los niveles de temperatura. Su amiga reconoce sentir menos calor en la costa, pero no entiende del todo cuáles podrían ser las causas, ya que en años anteriores no sucedía eso. La otra chica argumenta, según su criterio, las posibles causas: “La tala inmoderada de árboles para la creación de fraccionamientos nuevos, cuyas flora y fauna no fue respetada; la pavimentación de calles y avenidas con tela asfáltica; casas habitacionales sin áreas verdes, entre otras”.

Cabizbaja, Alejandra cuenta que en la calle donde vive hay varias casas abandonadas; en una de ellas, afuera de la banqueta, yacen dos árboles, uno de tabachín y otro de almendro. El primero tiene más o menos 3 décadas de edad, y el segundo apenas alcanza una. Los dos son paradas oficiales de una ardilla, garza, golondrinas, palomas, pájaros rojos y zanates.

Durante el año, el tabachín cumple sus ciclos: enverdece, florea, caen las flores, se queda sin hojas hasta la llegada el verano; empieza de nuevo. La casa en desuso desde hace mucho tiempo, cuelga en la fachada un rótulo de una inmobiliaria con las palabras: “Se vende”, y cita número telefónico. Como es de esperar, hay desechos orgánicos acumulados en el espacio que fungía como jardín externo. Frente al inmueble, vive una familia que jamás se preocupa en barrer el frente de la casa que renta.

En 2011, en tiempos electorales, una señora panista de nombre Lourdes Gabriela Ibarra Borunda, hija de una familia de la colonia Burócrata, pidió un voto a favor del partido que representa, PAN. Prometió que si ganaba el candidato a la presidencia municipal, Virgilio Mendoza, ella se encargaría de ir a la colonia a limpiar las calles porque lucían feas. El adjetivo fue atinado, pero al momento de decirle que limpiar las calles no era suficiente argumento para darle un voto a favor, porque esa responsabilidad es de los dueños de los inmuebles abandonados y corresponsabilidad de los vecinos, pues tienen el derecho y la obligación de denunciar la falta de higiene, siempre y cuando los perjudique, que era mejor limpiar áreas públicas como la avenida Teniente Azueta, que tiene desde noviembre de 2012 castillos de fierros, apertura de suelo y barreras plásticas; se molestó, no entendió razones, contestando en un tono parecido al que Alejandra acostumbra manejar al momento que se apasiona.

El triunfo lo obtuvo el PAN para fortuna de la panista, quien ahora tiene el cargo de directora de Limpia y Aseo Público en Manzanillo. Cinco meses después, la mujer regresó a la colonia a cumplir su promesa de campaña. Fue a ordenar y dirigir la limpia de la casa abandonada y la calle 20 de Noviembre. Llegó con una brigada de diez hombres; uno de ellos se subió al tabachín a cortarle las ramas.

Alejandra, al despertar, se dio cuenta del suceso. Pidió al hombre que acompañaba a la servidora pública el permiso de poda, éste la ignoró y siguió caminando. En cuanto ella oyó la instrucción de la voz femenina: “Córtenlo”, no dudó en hacer llamadas telefónicas para impedir la muerte del ser.

Pensó en las aves que al regresar no encontrarían al tabachín, además, desconocía si en realidad la instrucción era de matarlo o sólo dejarlo sin brazos. La servidora pública caminaba por el andén, dirigiendo la mutilación, incluso vociferó a la vecina floja de enfrente: “Queme ese hoyo que tiene, ahí se anidan animales que dañan los muebles, los apolillan”. La mujer perezosa, contenta, asintió.

La amiga de Natalia hizo un sinfín de llamadas desde las 8 con 20 minutos hasta las 11 de la mañana, al Departamento de Ecología. Liz era la chica amable que la orientaba, sin darle una solución concreta, no porque no quisiera, sino por la ineptitud de Inspección que jamás mandó al personal a verificar la poda sin permiso del mismo ayuntamiento.

A medio día, la denunciante se dirigió a la presidencia para realizar su queja por escrito, pero no fue necesario, pues lo llenan los mismos empleados de gobierno; entonces pidió hablar con el encargado del departamento, a quien le contó la historia para darle seguimiento a la violación a la legalidad de podar árboles sin permiso, pero sobre todo, quitarle el hogar a la fauna que escasea poco a poco en una ciudad agonizante.

El inmueble abandonado de la calle 20 de Noviembre está limpio, la acera permanece igual cuando los vecinos colaboran barriendo el frente de sus casas.

A Alejandra le queda claro que hace falta una cultura de limpieza, una estrategia efectiva de utilización de los desechos orgánicos –no basura, como muchos lo llaman por error–, para no ser arrojados al relleno sanitario municipal; tener conciencia de que la poda o tala de árboles no es la solución al problema, sino una falta de visión y amor por la naturaleza.

Natalia lamenta escuchar todo eso, pero le da ánimos a su amiga para que continúe en la lucha sobre la protección de los árboles, para que Manzanillo siga teniendo un mejor clima.


Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 18 de abril de 2013
Manzanillo, Colima, Mexico
                                                                                                     





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