En San Pancho, Nayarit, dormía por las noches con la puerta abierta de la casa en medio del paisaje verde. La morada más cercana estaba a cien metros de distancia. La tranquilidad me hacía recordar al Manzanillo de mi infancia, no hace más de dos décadas.
A finales de los años 80, doña Juana les vendía comida a los albañiles que construían las oficinas de las Agencias Aduanales en la colonia Burócrata. La Aduana Marítima estaba en el edificio federal, junto a otras dependencias gubernamentales, antes Policía Federal de Caminos, Secretaría de Comunicaciones y Transportes, e Instituto Nacional de Migración, estas dos últimas continúan ahí. Se construyó el primer edificio con cristales de espejo.
En la avenida Teniente Azueta, la exentrada al puerto interior de San Pedrito empezó a llenarse de tráileres y automóviles particulares. El andén lucía fatal. Durante años, en varias ocasiones lo “arreglaron” hasta pavimentarlo, olvidando dibujar alcantarillas, y no hace mucho tiempo colocaron luminarias. Todo esto fue gracias al crecimiento del comercio exterior en nuestro país. China es el segundo socio comercial de México, le antecede Estados Unidos de Norteamérica. La situación geográfica de Manzanillo, la llamada Cuenca del Pacífico, tiene ciertas ventajas competitivas en comparación a otros puertos de altura. Las importaciones del continente asiático favorecen el tráfico de mercancías, pues los buques arriban al puerto con carga de Asia, Norteamérica y Sudamérica. A mayor movimiento de contenedores, más personal se requiere en los puestos del ámbito comercial. Gente de otros estados de la República llega a trabajar en agencias aduanales, líneas navieras, consolidadores de carga, operadoras portuarias, transportista e incluso empresas importadoras o exportadoras orientales. Así inició la inmigración de personas al municipio. Los bolsillos de los empresarios engordaron al aumentar el volumen de las importaciones. El sueldo de los trabajadores al inicio era muy bueno, pues la primera generación de licenciados en Comercio Exterior salió en el año de 1999. Después, el exceso de egresados de las universidades abarató la mano de obra.
En el comercio internacional se manejan millones de dólares, y como a toda tentación siempre le sigue el pecado. La cadenita de la honestidad muchas veces es corrompida a ojos abiertos, tal es el caso de mercancías ilegales que vemos en los tianguis locales, que serán vendidas sin discreción por algún pariente de un trabajador del puerto; el tráfico de drogas, al escuchar en las noticias transmitidas por televisión que “se decomisan tantos paquetes de dólares o droga que venían dentro de un contenedor”, y le sigue la violencia ciudadana. La seguridad en esta ciudad es insuficiente. A tal grado de no ver patrullas haciendo rondines en las calles de zonas residenciales y observar las casetas de vigilancia en abandono. Tampoco se cuenta con personal policiaco en buenas condiciones físicas, algunos son obesos. Lo que puede verse es al convoy del Ejército.
Es una verdadera lástima leer en primera plana de los periódicos la muerte de un director operativo de Seguridad municipal a pleno día. Esto demuestra el grado en que el crimen organizado toma territorio y da testimonio del crecimiento no proporcionado en la salvaguarda de una sociedad. En el libro Voces de Iberoamérica de Juan Ramón de la Fuente, editado en 2007, él le hace una entrevista a Julio María Sanguinetti, expresidente por dos ocasiones de la República Uruguaya e inalcanzable luchador por la democracia y bienestar por los pueblos latinoamericanos. Éste argumenta respecto a la seguridad: “El asunto no es simplemente de gatillo fácil, comprende un conjunto de temas: es policía, es justicia, son hábitos de comportamiento, son mecanismos de seguridad colectiva en barrios, es una policía incorporada a un concepto de seguridad humana, digamos, es mucho más amplio. Esto es posible hacerlo; es decir, es cuestión de organizarse y tomar en serio el asunto. La labor de la inteligencia en la policía es más importante que la acción directa”.
Esperemos pronto que el gobierno municipal vaya tomando medidas preventivas y correctivas en la seguridad pública, educando a la ciudadanía a colaborar con las autoridades porque estos últimos acontecimientos de homicidios que se están dando años atrás son el principio de una ola de violencia pronosticada. Todo depende el costo que queramos pagar por el crecimiento del puerto, o quizá sería bueno caminar por la calle como lo hacen algunas mujeres en Chihuahua, abrazadas y cautelosas.
A finales de los años 80, doña Juana les vendía comida a los albañiles que construían las oficinas de las Agencias Aduanales en la colonia Burócrata. La Aduana Marítima estaba en el edificio federal, junto a otras dependencias gubernamentales, antes Policía Federal de Caminos, Secretaría de Comunicaciones y Transportes, e Instituto Nacional de Migración, estas dos últimas continúan ahí. Se construyó el primer edificio con cristales de espejo.
En la avenida Teniente Azueta, la exentrada al puerto interior de San Pedrito empezó a llenarse de tráileres y automóviles particulares. El andén lucía fatal. Durante años, en varias ocasiones lo “arreglaron” hasta pavimentarlo, olvidando dibujar alcantarillas, y no hace mucho tiempo colocaron luminarias. Todo esto fue gracias al crecimiento del comercio exterior en nuestro país. China es el segundo socio comercial de México, le antecede Estados Unidos de Norteamérica. La situación geográfica de Manzanillo, la llamada Cuenca del Pacífico, tiene ciertas ventajas competitivas en comparación a otros puertos de altura. Las importaciones del continente asiático favorecen el tráfico de mercancías, pues los buques arriban al puerto con carga de Asia, Norteamérica y Sudamérica. A mayor movimiento de contenedores, más personal se requiere en los puestos del ámbito comercial. Gente de otros estados de la República llega a trabajar en agencias aduanales, líneas navieras, consolidadores de carga, operadoras portuarias, transportista e incluso empresas importadoras o exportadoras orientales. Así inició la inmigración de personas al municipio. Los bolsillos de los empresarios engordaron al aumentar el volumen de las importaciones. El sueldo de los trabajadores al inicio era muy bueno, pues la primera generación de licenciados en Comercio Exterior salió en el año de 1999. Después, el exceso de egresados de las universidades abarató la mano de obra.
En el comercio internacional se manejan millones de dólares, y como a toda tentación siempre le sigue el pecado. La cadenita de la honestidad muchas veces es corrompida a ojos abiertos, tal es el caso de mercancías ilegales que vemos en los tianguis locales, que serán vendidas sin discreción por algún pariente de un trabajador del puerto; el tráfico de drogas, al escuchar en las noticias transmitidas por televisión que “se decomisan tantos paquetes de dólares o droga que venían dentro de un contenedor”, y le sigue la violencia ciudadana. La seguridad en esta ciudad es insuficiente. A tal grado de no ver patrullas haciendo rondines en las calles de zonas residenciales y observar las casetas de vigilancia en abandono. Tampoco se cuenta con personal policiaco en buenas condiciones físicas, algunos son obesos. Lo que puede verse es al convoy del Ejército.
Es una verdadera lástima leer en primera plana de los periódicos la muerte de un director operativo de Seguridad municipal a pleno día. Esto demuestra el grado en que el crimen organizado toma territorio y da testimonio del crecimiento no proporcionado en la salvaguarda de una sociedad. En el libro Voces de Iberoamérica de Juan Ramón de la Fuente, editado en 2007, él le hace una entrevista a Julio María Sanguinetti, expresidente por dos ocasiones de la República Uruguaya e inalcanzable luchador por la democracia y bienestar por los pueblos latinoamericanos. Éste argumenta respecto a la seguridad: “El asunto no es simplemente de gatillo fácil, comprende un conjunto de temas: es policía, es justicia, son hábitos de comportamiento, son mecanismos de seguridad colectiva en barrios, es una policía incorporada a un concepto de seguridad humana, digamos, es mucho más amplio. Esto es posible hacerlo; es decir, es cuestión de organizarse y tomar en serio el asunto. La labor de la inteligencia en la policía es más importante que la acción directa”.
Esperemos pronto que el gobierno municipal vaya tomando medidas preventivas y correctivas en la seguridad pública, educando a la ciudadanía a colaborar con las autoridades porque estos últimos acontecimientos de homicidios que se están dando años atrás son el principio de una ola de violencia pronosticada. Todo depende el costo que queramos pagar por el crecimiento del puerto, o quizá sería bueno caminar por la calle como lo hacen algunas mujeres en Chihuahua, abrazadas y cautelosas.
Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
29 de julio de 2010