Él sostiene la taza de café con la mano derecha, fija la vista en el fondo del recipiente, por minutos dista de la realidad a un mundo que sólo él conoce. Recorre la cinta del recuerdo, regresa a la juventud en los años cuarenta cuando posaba a lado de mujeres bellas en el caberet El Ciros, en México, de traje nuevo, color negro y fleco fijo.Decían que era el doble de Luis Aguilar, así lo apodaban. Clava la quijada en su pijama cuadrada, sigue la pista a un ser imaginario. Comienza a hablar solo. En silencio deja atrás el comedor, camina lento con su bastón el pasillo de la casa, llega a la recámara, deja el bordón en la esquina del buró, toma asiento en medio del colchón frente al televisor de veintinueve pulgadas, columpia las sandalias para desnudar los pies, recarga el peso de los huesos hasta caer en la cama, sobre las sábanas blancas de olor a ungüento y la montaña de almohadas sudorosas bajo la cabeza. Se aferra a mirar el techo de la habitación, observa con el interés de redescubrir las imágenes. La mujer que vive con él, media década menor, no le sorprende, está consciente que los cuerpos viejos se acaban. “No te rasques la cara que la infectarás”, le dice ella sin dejar de seguirlo. A él no le importa si tiene o no granos en la mejilla, desea entretenerse. “Que no te rasques, harás un hoyo en la piel y tu cicatrización será lenta”; luego, él regresa de no sé qué dimensión, toma el papel de hombre de la casa y comienza a gritar: “Ah, qué carajos, déjame en paz, soy yo”, y maldice al televisor que no transmite bien el programa de comediantes.
Son muchas son las razones por las que no queremos envejecer: cutis marchito, piel flácida, pérdida de potencia sexual, dentadura, vista cansada, lucidez, andar lento, senilidad, desgana de aseo personal, acentuación de las enfermedades, falta de respeto e ignorancia de los adultos en cómo tratar al anciano, y la carencia de sensibilidad hacia los de la tercera edad. A parte de la difícil autoaceptación de envejecer todavía, se debe enfrentar a la discriminación de la sociedad.
De acuerdo a la información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) los resultados preliminares del Censo 2010 estarán disponibles en el mes de diciembre de este año; posteriormente, en el primer trimestre de 2011 se iniciará la difusión de resultados definitivos, por ahora las proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo) muestran habría en 2010, 9’424,000 adultos mayores de 60 años en todo el país; de éstos, 5’111,436 serían mujeres y 4’312,564 serían hombres con una población media anual de 108’396,211 personas, los mayores de 60 años representan cerca del 8.70 por ciento de la población total; en 2020 tendremos 13’954,970 personas mayores de 60 años, de las cuales 6’399,054 serán mujeres, mientras que 7’556,920 hombres, una población media anual total de 115’762,289 personas en el país, se estima el 12.05 por ciento más de seis décadas de edad del total.; en 2030 a un 20’698,570 millones de mayores de 60 años, de los cuales 9’485,237 serán hombres y 11’216,333 mujeres, el 17.11 por ciento de los 120.9 millones de habitantes que tendrá el país en ese año.
En los diez municipios del estado de Colima de acuerdo al conteo de población y vivienda de 2005 con un universo de 97 por ciento, el porcentaje en hombres de 60 años y más son: Armería, 11 por ciento; Colima, 10 por ciento; Comala, 10 por ciento; Coquimatlán, 11 por ciento; Cuauhtémoc, 12 por ciento; Ixtlahuacán, 13 por ciento; Manzanillo, 7 por ciento; Minatitlán 10 por ciento; Tecomán, 8 por ciento, y Villa de Álvarez, 5 por ciento; y en mujeres con un universo de 96 por ciento: Armería, 11 por ciento; Colima, 11 por ciento; Comala, 11 por ciento; Coquimatlán, 10 por ciento; Cuauhtémoc, 11 por ciento; Ixtlahuacán, 12 por ciento; Manzanillo, 7 por ciento; Minatitlán, 9 por ciento; Tecomán, 8 por ciento y Villa de Álvarez, 6 por ciento. Información de la INEGI, año 2005.
El desinterés de darles las atenciones debidas a los ancianos en nuestro municipio es grande. Puede medirse el grado de cultura ante la vejez en la ciudad de acuerdo a las condiciones físicas en que se encuentran las calles: banquetas disparejas y obstrucción de andenes; poquísimos espacios públicos reservados en los estacionamientos de las plazas comerciales; nula señalización para la gente de capacidades especiales –pudieran ser personas de la tercera edad– y en la que los usuarios utilizan el transporte público con rampas de acceso, sillas cómodas asignadas exclusivamente para ellos, mal manejo de las unidades de parte de los conductores, poca creatividad en organizar actividades deportivas o culturales en los parques que suelen ser espacios recreativos; ver la frecuencia en que las empresas emplean a los señores y señoras en alguna función que pudieran desempeñar, sin faltar el reflejo del asilo municipal donde todo es triste y oscuro.
A cada milésimo de segundo envejecemos. Algunos tendrán la suerte de vivir más años, sólo así entenderán a los viejos, aunque sea tarde.El hombre duerme. La televisión sigue sin transmitir buena señal.
La mujer pulsa botón redondo “power”, y sale de la habitación, es hora de la siesta.
Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
el 30 de septiembre de 2010
Manzanillo, Colima, México
Fotografía tomada de la revista voces y susurros, rumor y gritos