Lunes, ocho y media de la noche. Ana debía
esperar una hora más para entrar a la última función del día, el show de lobos
marinos. Durante la espera busco con ansias dónde vendían algodones de azúcar. Camino
entre los puestos ambulantes que suelen ponerse en épocas de feria. Indago en
unos puestos: en uno, en lugar de vender palomitas o fritangas vendían bebidas alcohólicas
en vasos térmicos de litro o cántaros de barro. No pudo encontrarlos y salió de
ahí.
Dirigió sus pasos hacia el kiosco. Apenas pisó
suelo de la Plaza Juárez y se topo con un par guanajuatenses vendiendo
bisutería artesanal. A pocos metros del
monumento de Benito Juárez una muchedumbre carcajeaba; los payasos Sammi y
Saijo entretenían a la gente. Entonces ella pensó que también podría hacer algo
similar junto con los amigos, pero en el área cultural: leer cuentos a todo
aquel que pasara por ahí como en aquel tiempo en que se reunían en la escultura
La Pescadora con el tendero de libros para prestar.
Ya un poco cansada de sus pies -luego de haber
permanecido parada por más de 4 horas- optó por sentarse en la base del
monumento para escuchar a los amenizadores. Los chistes que decían eran blancos
y graciosos, y los infantes acompañados de sus padres reían.
Ana vio a lo lejos una mujer vendiendo
algodones de azúcar. Varios niños la rodeaban. Apenas observo que le quedaba
uno encajado en el palo de exhibición cuando corrió por él:
- Me da un algodón por favor. Cuánto
cuesta?" cuestionó.
- Diez
pesos. Si hubiera sabido que se me iban a acabar pronto mejor vengo al centro
porque estuve toda la tarde en la playa y aquí se acabaron. Argumento la
vendedora.
Ana feliz volvió a tomar asiento. Por primera
vez estaba en la zona centro disfrutando la felicidad de los turistas en el
puerto.
A las 9:27 partió para hacer fila en la
taquilla del show de los lobos marinos. Seis minutos después, el espectáculo
inicio. Cuatro aves -una cacatúa y tresguacamayas-y dos lobos marinos de nombre
Maya y Luca fueron el centro de atención.
La función empezo con una demostración del buen
adiestramiento de las aves. Los pájaros de plumaje verde, amarillo, blanco y azul
estaban hermosos. Uno de ellos monto bicicleta y pedaleó, otra anoto canasta
con una pelota miniatura; dos bailaron al ritmo de la música de banda, además
colocaron figuras geométricas en una placa de madera. El entrenador comentó que
ese tipo de animales tienen la inteligencia de un niño de tres años. Una de las guacamayas puso el ejemplo a la
audiencia, hizo labor de limpieza al levantar la basura que suele dejarse en la
calle y la colocó en un bote.
La entrada para
ver el espectáculo tiene un costo de 30 pesos por persona. Los asientos
son gradas metálicas que dan la espalda al mar; el escenario es al aire libre a
media luna, frente a él un estanque donde uno de los lobos marinos salta desde
una altura de 3 metros.
El sereno de la noche hizo más ameno el
momento. `Entre risas, voces, aplausos, gestos tiernos de la gente y el carisma
de los presentadores la función resultó un éxito.
Mundo Marino Guadalajara, empresa quien maneja
el espectáculo ofrece sus servicios para cada ocasión: nado con delfines, terapia
asistida con delfines, estimulación prenatal, fiestas infantiles, visita
escolar, show de aves, show de lobos marinos, show de delfines, tráiler en tu
ciudad y espectáculos itinerantes. El tráiler es un escenario movible de 216
metros cuadrados. En su página de
internet puede leerse que el espectáculo de las aves está incluido en el
pasaporte Platino de Selva Mágica, en Guadalajara.
Un promedio de 60 minutos duró la función. Al
final, las personas que desearon tomarse una fotografía con los lobos marinos lo hicieron
pagando 80 pesos con un máximo de seis personas por imagen. Para las
fotografías los animales marinos pasaron con su cabeza recargada en la cabeza
de los fans.
Ana se marcho contenta por haber visto el show
de los lobos marinos y por percibir que los animales lucen en perfectas
condiciones.
Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 29 de diciembre de 2012
Manzanillo, Colima,Mexico