jueves, 25 de abril de 2013

Amistades

                                                                                   "Las amistades son bendecidas"



Hace tiempo, Avelino argumentó que las verdaderas amistades se hacen en la infancia, porque es la etapa donde los amigos se encuentran de manera desinteresada. Ese pensamiento lo cuestiono desde aquella vez; luego, hago un recuento de los amigos que tengo, y veo que pocos son los amigos que conservo de la infancia.

Las amistades se hacen en cualquier lugar y momento menos esperado. Se inician desde la fila para ir al baño en un auditorio, en la cafetería, escuela, iglesia, el cine, gimnasio, hospital, fraccionamiento donde se vive, mercado, trabajo, hasta en la funeraria. Comienzan con una presentación de un conocido o por circunstancias curiosas. La primera impresión es importante, pues es una forma de medir de manera inconsciente si existe o no la empatía entre las personas, aunque eso no asegura el porvenir de una amistad, ya que en muchas ocasiones la percepción cambia en cuanto al trato que se van dando.

Al envejecer, el círculo de amistades se reduce, y hablo de envejecer a partir de los treinta y tantos años. La familia, diferencia de afinidades, distintas ocupaciones y el desgano de frecuentarlos, merman el cariño fraternal que existe.

Hay amigos entre los amantes, esposos, familiares, novios o sólo amistades que ofrecen su amor y apoyo incondicionales, pero es posible que entre los amantes se dé una buena amistad, es decir, ¿puedan ser amigos? Claro, es posible.

Hablemos del término amante. De acuerdo al concepto de la Real Academia Española, hombre y mujer que se aman. Independientemente de la situación en que se dé la relación de amantes, me atrevo a decir que el sexo y las responsabilidades de parejas no lo son todo, es indispensable ser amigo. Porque al amigo se le cuentan experiencias, inquietudes, secretos, sueños y juntos conquistan, a su forma, el mundo.

Tengo amigos casados que la sociedad considera vienen de familias con buena reputación; puede que sea verdad, de cierta manera, porque cumplen con el rol de buenos padres; sin embargo, sucede algo extraño entre algunos esposos: no llegan a tener una buena comunicación, no tras varios años de casados, sino mucho antes de contraer nupcias.

¿Por qué las parejas después de divorciarse, muchas veces se declaran la muerte o dejan de hablarse, y no me refiero a charlar largas horas por teléfono o entablar una conversación duradera, sino platicar como personas civilizadas, cuyos rumbos ya son diferentes? Tal vez la respuesta pudiera ser que nunca fueron amigos, sólo cumplieron un papel: ser esposos.

Los amantes-amigos son las parejas más amorosas; éstos irradian compatibilidad de caracteres, aunque sean muy distintos. La relación sentimental pudiera ser corta, pero la amistad está cimentada por valores con un tiempo indefinido. Suceda lo que suceda, no se pierde a través de los años; al contrario, el amor de un amigo, ahí está en algún rincón del corazón, bien guardado.

El desapego es lo que nos libera de ataduras banales, del ego, sobre todo nos enseña a gozar más la vida, encontrar amistades valiosas que sean parte de nuestro andar.

Ahora mismo, recuerdo al amigo Anwar que cumple por segunda vez su sueño: navegar en velero desde Puerto Vallarta hasta Australia. Ese viaje me llena de satisfacción, porque al saber que él está feliz, soy feliz también; y cómo no acordarme de Evelia, la mujer de la sonrisa bella que sigue en la lucha en defender los derechos de las personas, cuidar y proteger a los animales y ser activista por el cuidado de la naturaleza; es gratificante. Una alegría o tristeza de los amigos es compartida.

Tendré que ver a Avelino para argumentarle que se equivocó en su señalamiento. No todas las amistades de la infancia son verdaderas, pues uno nunca deja de relacionarse con más personas, y ahí pudiera nacer una gran amistad.





Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 25 de abril de 2013
Manzanillo, Colima, Mexico 

domingo, 21 de abril de 2013

Fauna en El Naranjo, Colima (fotos)

En El Naranjo, Colima 
Fotos por: Elsa Gonzalez







La Cuna de Moisés es una flor que al parecer no pudiera ser atractiva para las abejas, sin embargo, en esta 
imagen se muestra lo contrario.






Apenas se alcanza a percibir un colibrí,  un pájaro diminuto que se alimenta del néctar de las flores. Posee un pico y   plumaje colorido, su canto no tiene tanta belleza como  el. 

jueves, 18 de abril de 2013

Poda de árboles


"Lo que nos falta es tenerle amor
a la naturaleza".
NATALIA conversa orgullosa con su amiga Alejandra, que vive en la ciudad de Colima, sobre el estado del tiempo: “El clima en Manzanillo es menos caluroso a medio día que en la capital; 3 grados centígrados, para ser exactos. Durante el día, en el puerto estamos a 27 grados; en la capital 30 y por la madrugada o noche, el panorama cambia, es más frío allá”.


Natalia tiene a su favor el océano que sirve de termostato para todo el planeta, pues es el encargado de regular los niveles de temperatura. Su amiga reconoce sentir menos calor en la costa, pero no entiende del todo cuáles podrían ser las causas, ya que en años anteriores no sucedía eso. La otra chica argumenta, según su criterio, las posibles causas: “La tala inmoderada de árboles para la creación de fraccionamientos nuevos, cuyas flora y fauna no fue respetada; la pavimentación de calles y avenidas con tela asfáltica; casas habitacionales sin áreas verdes, entre otras”.

Cabizbaja, Alejandra cuenta que en la calle donde vive hay varias casas abandonadas; en una de ellas, afuera de la banqueta, yacen dos árboles, uno de tabachín y otro de almendro. El primero tiene más o menos 3 décadas de edad, y el segundo apenas alcanza una. Los dos son paradas oficiales de una ardilla, garza, golondrinas, palomas, pájaros rojos y zanates.

Durante el año, el tabachín cumple sus ciclos: enverdece, florea, caen las flores, se queda sin hojas hasta la llegada el verano; empieza de nuevo. La casa en desuso desde hace mucho tiempo, cuelga en la fachada un rótulo de una inmobiliaria con las palabras: “Se vende”, y cita número telefónico. Como es de esperar, hay desechos orgánicos acumulados en el espacio que fungía como jardín externo. Frente al inmueble, vive una familia que jamás se preocupa en barrer el frente de la casa que renta.

En 2011, en tiempos electorales, una señora panista de nombre Lourdes Gabriela Ibarra Borunda, hija de una familia de la colonia Burócrata, pidió un voto a favor del partido que representa, PAN. Prometió que si ganaba el candidato a la presidencia municipal, Virgilio Mendoza, ella se encargaría de ir a la colonia a limpiar las calles porque lucían feas. El adjetivo fue atinado, pero al momento de decirle que limpiar las calles no era suficiente argumento para darle un voto a favor, porque esa responsabilidad es de los dueños de los inmuebles abandonados y corresponsabilidad de los vecinos, pues tienen el derecho y la obligación de denunciar la falta de higiene, siempre y cuando los perjudique, que era mejor limpiar áreas públicas como la avenida Teniente Azueta, que tiene desde noviembre de 2012 castillos de fierros, apertura de suelo y barreras plásticas; se molestó, no entendió razones, contestando en un tono parecido al que Alejandra acostumbra manejar al momento que se apasiona.

El triunfo lo obtuvo el PAN para fortuna de la panista, quien ahora tiene el cargo de directora de Limpia y Aseo Público en Manzanillo. Cinco meses después, la mujer regresó a la colonia a cumplir su promesa de campaña. Fue a ordenar y dirigir la limpia de la casa abandonada y la calle 20 de Noviembre. Llegó con una brigada de diez hombres; uno de ellos se subió al tabachín a cortarle las ramas.

Alejandra, al despertar, se dio cuenta del suceso. Pidió al hombre que acompañaba a la servidora pública el permiso de poda, éste la ignoró y siguió caminando. En cuanto ella oyó la instrucción de la voz femenina: “Córtenlo”, no dudó en hacer llamadas telefónicas para impedir la muerte del ser.

Pensó en las aves que al regresar no encontrarían al tabachín, además, desconocía si en realidad la instrucción era de matarlo o sólo dejarlo sin brazos. La servidora pública caminaba por el andén, dirigiendo la mutilación, incluso vociferó a la vecina floja de enfrente: “Queme ese hoyo que tiene, ahí se anidan animales que dañan los muebles, los apolillan”. La mujer perezosa, contenta, asintió.

La amiga de Natalia hizo un sinfín de llamadas desde las 8 con 20 minutos hasta las 11 de la mañana, al Departamento de Ecología. Liz era la chica amable que la orientaba, sin darle una solución concreta, no porque no quisiera, sino por la ineptitud de Inspección que jamás mandó al personal a verificar la poda sin permiso del mismo ayuntamiento.

A medio día, la denunciante se dirigió a la presidencia para realizar su queja por escrito, pero no fue necesario, pues lo llenan los mismos empleados de gobierno; entonces pidió hablar con el encargado del departamento, a quien le contó la historia para darle seguimiento a la violación a la legalidad de podar árboles sin permiso, pero sobre todo, quitarle el hogar a la fauna que escasea poco a poco en una ciudad agonizante.

El inmueble abandonado de la calle 20 de Noviembre está limpio, la acera permanece igual cuando los vecinos colaboran barriendo el frente de sus casas.

A Alejandra le queda claro que hace falta una cultura de limpieza, una estrategia efectiva de utilización de los desechos orgánicos –no basura, como muchos lo llaman por error–, para no ser arrojados al relleno sanitario municipal; tener conciencia de que la poda o tala de árboles no es la solución al problema, sino una falta de visión y amor por la naturaleza.

Natalia lamenta escuchar todo eso, pero le da ánimos a su amiga para que continúe en la lucha sobre la protección de los árboles, para que Manzanillo siga teniendo un mejor clima.


Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 18 de abril de 2013
Manzanillo, Colima, Mexico
                                                                                                     





martes, 16 de abril de 2013

El Naranjo, Colima (Fotografías)

En El Naranjo, Colima
Fotografías por Elsai Gonzalez 
Abril 17, 2013


Oculto 

Naturaleza viva 

Cascaron 

Humedad 

A través de mi ventana 

En memoria de Barbata Taylor. 





jueves, 11 de abril de 2013

Crónica del servicio al cliente (Segunda y última parte)


SARA estaba satisfecha con el trabajo del colocador de alfombras, tanto que lo recomendará a otras personas.

Era el turno del electricista para instalar el aire acondicionado, las lámparas con sus respectivos focos T8 y checar cableado. Lo hizo junto con dos ayudantes. El tiempo de duración fue repartido en 2 días. Invirtieron un promedio de 8 horas en total. La mujer pudo darse cuenta que esa labor no es del todo sencilla. Al final, también quedó contenta por el resultado. El local fue tomando forma de gimnasio.

La fecha y hora que le dio al señor del aluminio para iniciar a poner los espejos y un barandal en el pequeño balcón forrado de plafón fue a las 8:30 a.m. A esa hora, el personal estaba frente al local, esperando la llegada del cliente que arribó 6 minutos después. Los hombres, entre 20 y 30 años de edad, cargaron las láminas reflejantes con sumo cuidado. La pared la bañaron de pegamento para espejos –no silicón, como muchos otros lo hacen y que daña el producto–, midieron con un fluxómetro la distancia acordada entre su patrón y Sara, luego comenzaron a adherirlo. Utilizaron palos de cortos de madera para sostener los espejos, chupones y grapas plásticas.

El aluminero, a diferencia del otro que envió cotización, instruyó a la mujer, diciéndole que no era conveniente pegar los espejos, porque al momento de quitarlos se rompen, quedando inservibles; en cambio, el sólo fijarlos en partes, daba la oportunidad de quitarlos sin problema. Por eso, ella quedó convencida de convertirse en su cliente.

El equipo de aparatos para hacer ejercicio llegó a los 5 días de hacer la compra. La fletera con el logotipo de estrella hizo bien su tarea. Sara pudo percatarse que a pesar de ser sólo dos personas, el equipo laboral de ellos en Manzanillo, fue muy eficiente. El día de la descarga de los aparatos desarmados, Sara ya contaba con cinco hombres para hacer la maniobra. El chico de la fletera, los cargadores y ella veían la caja seca del camión con mercancía de embalajes de cartón y forros de cinta canela. Media caja debía ser vaciada; los paquetes tenían que trasladarse al local. Los bultos no tenían un lugar específico, unos se encontraban en seguida de las puertas, en medio y hasta el final, por lo que consideró aconsejarle al fletador, instruir a sus compañeros de origen, consolidar bien para ahorrar trabajo y tiempo en destino, pero sobre todo, seguridad. Dio la idea de hacer una tarja de daños de la carga, como se maneja en el área portuaria en las terminales de carga, tomar fotografías de cómo la recibe y cómo la envía. El chico se veía interesado, tanto que agradeció los tips.

Una vez concluida la descarga, procedieron al conteo de los paquetes uno por uno. Momento que Sara aprovechó para remarcar la importancia de marcar los cartones con alguna marca ficticia o modelo, sin olvidar los intervalos: 1 de 1 (1/1).

El fletador fue bastante eficiente en su labor, y aunque apenas tiene terminada la secundaria, no dudó ni un segundo de ser buen candidato para trabajar en el área portuaria, tal vez una consolidadora de carga.

Quien vendió el equipo de aparatos para el gimnasio es un tipo de voz amable y rápida, sin dar mucho tiempo a que el interlocutor hable –esa suele ser una característica de ellos–, sólo se dedicó a hacer la venta, sin darle seguimiento a la logística. Sara, ya molesta, le dijo que el servicio debería de proporcionarlo completo, desde a principio a fin, sin la necesidad de que ella le llamara por teléfono para cuestionar absolutamente nada, incluso que cada correo electrónico del cliente debiese ser contestado. El hombre dio la excusa de ser una empresa pequeña, de diez integrantes en proceso de aprendizaje; después del argumento, todo mejoró.

Sara sabe que su sueño está a punto de cumplirlo, sin embargo, necesitará paciencia y mejorar la actitud: ser flexible con los proveedores, porque al final de cuentas, no todas las personas son tan apasionadas en su labor, menos si se es empleado de un negocio. Por eso, valora el arduo esfuerzo titánico de la gente que trabaja en empresas: agencias aduanales, navieras, terminales de carga, transportistas, seguridad privada, fumigadoras, patios de vacíos, jornaleros, etcétera; todo un equipo organizado, moviendo cargas del comercio exterior. Se necesita estar dentro del área para valorarlos.

Una vez equipado el local, la mujer tendrá que poner a prueba sus habilidades mercadológicas. Ahora deberá otorgar un buen servicio al cliente. Esperemos que sí, si no, no habrá ganancias.


Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 11 de abril de 2012
Manzanillo, Colima, Mexico

Crónica del servicio al cliente (I/II)


A los norteamericanos les encanta ir a las tiendas de materiales para la construcción. Suelen comprar productos semiterminados para arreglar, decorar, edificar o reparar. Ese gusto también lo adquiere el mexicano. Cómo no acudir a una tienda sólo a observar qué venden, y de la visita es probable que salga con muchas ideas para mejorar la casa, oficina o jardín. Las tiendas son galerones grandes con techos altos, donde hay varios departamentos de iluminación, ferretería, pintura, alfombras e instalaciones.

Este año, en Manzanillo aperturaron HD, una empresa transnacional norteamericana. En la inauguración y los primeros días era muy concurrida por la gente para comprar o ver las ofertas; al paso del tiempo, el escenario cambió.

Desde joven, Sara comenzó a cuidar y moldear su cuerpo. Procuró tener buena alimentación y hacer ejercicio. Le agradó trabajar con aparatos, es decir, pesas, sin caer en la tentación de consumir productos para aumentar su masa corporal. Todo debía ser al natural. Para ese tiempo le nació un sueño: “tener un gimnasio”. Años después, tiene la oportunidad de hacerlo realidad.

Lo primero que hizo fue solicitar cotizaciones a los proveedores. Algunos fueron recomendados por amigos, otros los buscó por internet o se basó por el prestigio y respaldo de la marca comercial. El listado era pequeño, tres de cada uno, no estaba mal. Pidió presupuesto del aluminero, electricista, rotulador –resultó ser un artista plástico– de la tienda de productos para la construcción –HD–, y clima acondicionado; no olvidó pedir información en la presidencia municipal para tramitar los permisos, ni tampoco buscar a una contadora pública.

El rotulador, un hombre muy alto, parecía mochilero, éste mostró las propuestas de los diseños mediante imágenes en archivo de computadora. De esa manera pudo ver cómo iban a quedar en el interior y exterior del local. Una vez aceptada la propuesta, comenzó a trabajar haciendo esténciles en papel kraft. Cuando llegó el día de plasmar las letras, él y su compañero iniciaron con el rótulo lateral exterior; una vez terminado, a Sara no le gustó el tamaño de la litografía, pues para su gusto era demasiado pequeña, así que tuvieron que borrarlo y empezar de nuevo.

En el interior, no hubo problema, quedó a la perfección, caso contrario al de la fachada, ya que las letras sobrepasaban el espacio acordado; un error de cálculo que por fortuna solucionaron sin dañar la estética.

En la tienda HD compró la alfombra y el servicio de colocación. Creyó que por ser una empresa extranjera, el servicio sería bastante bueno, sin embargo, no fue del todo cierto. Omar Pérez, el coordinador del departamento de Instalaciones, atendió a Sara; la negociación fluía sin alteraciones, hasta que el empleado falló sin disculparse en persona.

La fecha de entrega de la alfombra en el local se programó para el jueves 28 de marzo, y la colocación al día siguiente. Ella esperó la llamada del coordinador para confirmar hora de recepción. Nunca la recibió. Tuvo que llamar el viernes para cuestionar lo que sucedía. La excusa fue: “Estoy buscando la alfombra, no la tengo en existencia. Le marco para decirle cuándo se la entregamos”. Sara de inmediato percibió la descortesía. De todas formas, confió en él, pero con reservas. El siguiente sábado, a mediodía, Omar le llama por teléfono para avisar que el personal de HD haría la entrega del material en ese mismo rato y preguntó si era posible que ella lo recibiera. La mujer, ya decepcionada por completo del servicio que estaba recibiendo, argumentó no poder, porque en realidad no podía. En ese momento, recordó a sus catedráticos de la universidad, por haberle enseñado los cinco principios administrativos, según Agustín Reyes Ponce: Previsión, planeación, integración, dirección y control.

Por fin, el material fue entregado el lunes. Los dos hombres que cargaban la alfombra entraron al futuro gimnasio y la arrojaron al piso. El rollo textil tenía un doblez en medio. Sara pidió de favor que lo extendieran para no dejar marcas. Lo hicieron, después se marcharon. El instalador, con 18 años de experiencia en el ramo y tras haber aprendido el oficio en Estados Unidos de Norteamérica, llegó después. Vio el material y en seguida argumentó que la cantidad de alfombra no sería suficiente para cubrir toda el área. Así resultó. El coordinador de instalaciones de HD se comunicó con Sara minutos antes para informar su error, “detalle”, como lo llamó. El detalle consistía en que sólo contempló una tercera parte del textil. En dinero se aproximaba a 10 mil pesos.

El lunes no se avanzó en el acondicionamiento del local. Debía ir a la tienda HD a adquirir el material faltante. Con amabilidad, el instalador se prestó para ir al día siguiente y estar presente en el corte del textil, así como en la cargadura para evitar los dobleces. El martes, una vez comprado la alfombra, el instalador empezó su labor. Extendió el material sobre el piso, recorto sobrantes, barrió, trapeó la superficie, y pegó. El trabajo quedó excelente, sin huella de añadiduras. (Continuará)



Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 11 de abril de 2014
Manzanillo, Colima, Mexico