sábado, 5 de octubre de 2013

Sin teatro no hay actores

¿SE han preguntado alguna vez por qué no hay obras de teatro en el puerto? Más de uno responderá que es por la falta de infraestructura, un auditorio, por ejemplo; otros tal vez dirán que carecemos de actrices y actores y, quizá, los despistados argumenten con seguridad que a la gente no le gustan las representaciones teatrales. ¿Cómo podemos definir una respuesta más o menos generalizada para enfocarnos a la causa? Es válido pensar en dos opciones: una podría ser que la falta de presupuesto económico para producir artistas de este género; dos, quizá a los representantes culturales que trabajan en los gobiernos local y estatal, en absoluto les interesa fomentarlo.

Revisaremos los proyectos culturales que metió “la sociedad colimense”, entre comillas, porque cabe aclarar que no del todo es verdad, pues los mismos integrantes, empleados de gobierno, se autobecan con permiso autorizado, no para tener un fondo personal, más bien para fortalecer las áreas carentes de presupuesto de los institutos de cultura, disfrazándolo con un proyecto.

Analizaremos de manera somera el Programa de Desarrollo Cultural Municipal del estado de Colima 2012-2013, con la finalidad de ver qué proyectos culturales presentan los colimenses para hacerse acreedores a una beca, y así llevar a cabo ciertas actividades.

El presupuesto municipal, junto con la aportación del Estado y del Consejo Nacional de Cultura y las Artes (Conaculta) y los mismos ayuntamientos, asignaron un presupuesto a cada municipio, el cual corresponde así: Armería, 334 mil 500 pesos; Colima, un millón 115 mil pesos; Comala, 446 mil pesos; Coquimatlán, 669 mil pesos; Cuauhtémoc, 446 mil pesos; Ixtlahuacán, 111 mil 500 pesos; Manzanillo, 669 mil pesos; Minatitlán, 446 mil pesos; Tecomán, 780 mil 500 pesos, y Villa de Álvarez, 780 mil 500 pesos. La suma da un total de 5 millones 798 mil pesos, con una adición de 25 mil pesos reintegrados a la cuenta fiduciaria de Manzanillo de un remante de la emisión anterior; todo eso da un total de 5 millones 823 mil pesos.

Los proyectos presentados en todos los municipios del estado de Colima fueron 269 y dictaminados a favor 153, es decir, sólo el 56.87 por ciento fueron aprobados.

La participación ciudadana ante las convocatorias de Becas para Proyectos Municipales, de acuerdo a los proyectos presentados y los aprobados son: Armería, 14 presentados, aprobados 12; Colima, 54-27; Comala, 15-12; Coquimatlán, 26-16; Cuauhtémoc, 22-14; Ixtlahuacán, 7-5; Manzanillo, 24-16; Minatitlán, 33-11; Tecomán, 34-18, y Villa de Álvarez, 40- 22.

Volviendo a la pregunta principal, ¿por qué no hay obras de teatro en Manzanillo? La duda no está resuelta, por eso es importante buscar en cada proyecto aprobado, las áreas de interés de todos los becarios.

ARMERÍA
Hay proyectos de fomento a la lectura, danza, música, taller de títeres hasta de conducción de eventos, cuyo monto aprobado es de 15 mil pesos. El compromiso es realizar una capacitación de 40 horas a un grupo de personas que en su conjunto no rebase la cantidad 15. Esto significa que la becaria recibirá una tarifa de 375 pesos por hora impartida. Mucho más de lo que gana un catedrático de la máxima Casa de Estudios con título de maestría.
COLIMA
Música, danza, teatro rodante, con el fin de sensibilizar a la población del cuidado del medio ambiente; Taller de Teatro Juvenil, Cine Trashumante (que vienen siendo proyecciones de cine) y el monto aprobado de 15 mil pesos para adquirir un proyector, una pantalla y DVD; teatrito de los títeres, fomento a la lectura.
COMALA
Danza, música, taller de artes plásticas, pintura, teatro callejero. El propósito es impulsar la participación incluyente de personas con discapacidad, a través del teatro experimental, realizando actuaciones en espacios no convencionales en el municipio.
SEGUNDA PARTE DE DOS


COMALA.- Festival Guadalupe López León, difusión del programa dancístico creado por el Ballet Folclórico Infajuvenil, fortalecimiento de un taller de piano, artes plásticas, proyecto de reunir a un grupo dancístico para niños, jóvenes y adultos mayores en plenitud, pintura de origen rangeliano, e impulso a la participación incluyente de personas con discapacidad, a través del teatro experimental.


Coquimatlán.- Taller de artes plásticas, canto, música, festival de cultura municipal y danza.



Cuauhtémoc.- Encuentro de difusión de bandas, proyectos dancísticos, sones y actividades culturales, festival cultural, taller de guitarra, de esculturas artesanales a base de otate y barro, formación teatral para adolescentes y adultos.



Ixtlahuacán.- Danza, programa dominical con artistas del municipio, vinculado al conocimiento de la ciencia, equipar el teatro itinerante, restauración de vestuario de danza, difusión musical.



Manzanillo.- Danza, exposiciones de artes plásticas, capacitación para contar cuentos, jornadas culturales en barrios y comunidades, taller de capacitación musical, pinta de murales, mantenimiento del Centro Cultural Salagua, escuela de música móvil, festival de poesía, apoyo para la adquisición de vestuario para baile, taller de grabado, danza, conciertos digitales apoyados en tecnología digital y lectura de poemas en lenguaje a señas.



Minatitlán.- Festival de lectura, presentaciones de la rondalla, festival cultural en la cascada de El Salto, eventos artísticos en comunidades rurales, espectáculos dancísticos y musical, rehabilitación de un salón de danza, organización de actividades culturales en la plaza principal del municipio, equipamiento de cuatro bibliotecas, edición de un libro donde indica los problemas territoriales entre Colima y Jalisco, difusión y fomento de música rock de un grupo, y taller de teatro experimental.



Tecomán.- Adquisición de vestuario, instrumentos e insumo para guitarra, capacitación de cuentacuentos a cuatro personas, formación de un grupo coral para adultos mayores en plenitud, presentación de actividades culturales todos los domingos en la plaza principal, danza, taller de pintura infantil, creación de un grupo artístico musical dirigido a personas que presentan alguna discapacidad, promoción de teatro en el área infantil, taller de dibujo, creación de una compañía de teatro, contribución a desarrollar la apreciación musical de los Internos del Centro de Rehabilitación y reparación del salón de danza.



Villa de Álvarez.- Difusión y taller de danza, programa de difusión y animación artística, espectáculo dancístico, Festival de Cultura Municipal Guadalupe López León, fortalecimiento de tradiciones mexicanas: elaboración de piñatas, altar de muertos y nacimientos, difusión de talentos artísticos en el teatro del pueblo, difusión a través del arte dramatizado y con acompañamiento musical, las leyendas, cuentos y travesuras de un artista trashumante, taller de música de banda, canto, pintura de textil en distintas materiales, artesanal dirigidos a adultos mayores en plenitud y otro para la elaboración artesanal de sombreros colimotes, fomento a la lectura para niños y niñas con discapacidad y en situación vulnerable, exposición con gráficos de ilustración digital con temas relacionados a La Petatera y su entorno cultural, lecto-escritura en los barrios.



Estas son algunas de las actividades de los proyectos aprobados del Programa de Desarrollo Cultural Municipal 2012-2013. En su mayoría, los ya becarios están recibiendo apoyo económico en la rama musical, danza y áreas generales no especificadas. Los cuatro municipios que presentaron proyectos con el giro teatral son: Colima, Cuauhtémoc, Minatitlán y Tecomán.



Lo anterior no significa que se carezca de actividades teatrales; las hay, pero de grupos o actores independientes que tal vez no solicitaron beca municipal ni estatal (FECA); sin embargo, la información proporcionada nos da una idea de qué es lo que los gestores culturales y artistas diversos muestran e instruyen a la sociedad colimense.



Es verdad que existen programas dirigidos a un mercado vulnerable, como son los Centros de Readaptación Social, adultos mayores en plenitud o con capacidades especiales, que apoyados por los institutos de cultura municipal con recursos propios, mas no todos son abiertos al público en general. Pudiera resultar interesante hacerlo porque acercaría y sensibilizaría a la sociedad. Sería benéfico para los custodiados y ciudadanos, resultaría ser una forma de incluirlos dentro de la sociedad.



Sin teatro, no hay actores, es un montaje escénico donde la sociedad, si no actúa, no habrá espectáculos de calidad.



Es cómodo pagar un boleto de entrada al teatro o asistir gratis a ver una obra, pero ¿qué sucede en Colima?, ¿por qué no se producen actores en los 10 municipios del estado, si hasta en las escuelas particulares de un jardín de niños los hay?



Seguro que a muchos manzanillenses les gustaría contar con buenas obras de teatro, producir verdaderos actores y actrices locales. Talento hay, lo que hace falta es un poco de voluntad y valentía para fabricarlos. Si no lo creen, asómense a la carpa “Teatro Ofelia”, siempre tiene clientes.



Elsa I. Gonzalez Cardenas

Tiendas chatarras


¿Se ha preguntado alguna vez por qué la gente compra en las tiendas de autoservicio que vinieron al estado de Colima a apoderarse de las esquinas de las calles, equipadas con aire acondicionado?, o ¿qué es lo que más compran los clientes a determinada hora del día?

Habrá quienes jamás se hacen esas cuestiones, sólo suelen visitar los establecimientos, sin fijarse en otra cosa que no sean los productos que llevarán; sin embargo, existen personas que no tienen nada productivo qué hacer y se la pasan observando todo lo que pueden. Este es el caso de Misael, un hombre de 40 años, criado en un rancho de Jalisco, se ejercita en un gimnasio cercano a su casa. Él tiene la costumbre de estar siempre observando a la gente. Cuando se ejercita, ve con disimulo a los compañeros. Mira cómo visten, qué platican y cómo se comportan. Al parecer, nadie se percata de eso, o tal vez si lo hacen, no les incomoda.

El lunes, 20 minutos antes de las 7 de la mañana, Misael va a la tienda de la esquina con la intención de adquirir un relleno de café –antes de entrar a dar clases–; ve el número de clientes haciendo fila frente a la dependiente que se encuentra cobrando.

El tiempo perdido que imagina por ser atendido, lo hace cambiar de opinión. Aparte, de antemano sabe que el café de ahí, aunque tenga buen sabor, no es tan rico como el de casa, además no es nada recomendable tomarlo en ayunas. Opta por sentarse en una silla metálica de la tienda, donde los compradores pueden ingerir sus alimentos de manera cómoda.

En la tranquilidad, fija su atención en la niña de a lado, que al parecer la acompaña su madre, una mujer de tez blanca, rostro con facciones bonitas y de cuerpo rollizo. La niña conversa con ella de cosas importantes, pues la postura de la hija es de suma seriedad. La señora cuestiona si le gustó el desayuno del viernes –hamburguesa–, mientras la segunda absorbe el líquido café con un popote; no hay ruido en el envase tetrapack. La niña deja su bebida y coge un paquete de galletas. La plática continúa entre las dos. En la tienda, los anuncios “Empuja y jale” de la puerta son tocados por muchas manos. A unos cuantos metros del local hay una secundaria, la 3, para ser exactos, mejor conocida como La Pesquera. Decenas de adolescentes entran y salen de la tienda en busca de golosinas, galletas, cafés fríos, raspados, refrescos y botanas.

Misael pensó en la excelente ubicación de la tienda. Dedujo que ésta arrojaría grandes ganancias monetarias. También se dio cuenta de la gran cantidad de productos chatarra que están adquiriendo las nuevas generaciones, esto gracias al fomento permitido por los Gobiernos Federal y Estatal de la comida basura.

En cuanto el reloj, avanzaba las manecillas del minutero para dar las 7 y el negocio se convirtió en un parque de diversiones. Aunado al ser el punto estratégico para los peatones: parada de camiones, jóvenes y adultos entraban y salían para comprar cigarros, chicles o cualquier cosa que pudieran faltarles.

La madre y la hija se marcharon. La menor se dirigió a la escuela, y la otra caminó rumbo a su trabajo.

Misael sacó del portafolio que cargaba papeles inservibles, comprobantes de pago y un bolígrafo a punto de acabársele la tinta. Los juntó con sus manos y se dirigió al cesto de basura. El bote de aproximadamente un metro de altura era el único para todos los clientes. El hombre se cuestionó por qué no colocaban recipientes con clasificación para desechos: plásticos, latas, vidrios y diversos. No supo la respuesta. Delante del cesto, abrió la palma de sus manos en la ranura del bote, dejando caer los papeles. Regresó a su lugar, surgiendo de nuevo la inquietud de beber café. Mientras decidía, recordó lo que maneja la competencia en la ciudad de Guadalajara, cuyo nombre es el número siete en inglés. Oferta: tés de distintos sabores en sobres, la promoción de adquirir un vaso térmico o de plástico para el relleno del líquido, en lugar de utilizar un desechable, llevándote de regalo siete rellenos gratis.

A Misael se le hacía tarde. Cinco minutos antes de la hora de clase, toca el rótulo “empuje”, sale del establecimiento y al mismo tiempo persigna en silencio a todos los clientes que desconocen lo que en verdad están comiendo: volumen.





Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 03 de octubre de 2013
Manzanillo, Colima, Mexico

Imagen Urbana

Maya es originaria de la ciudad de Colima, lugar donde vivía hasta hace una semana. Por cuestiones de trabajo, tuvo que cambiar de residencia y establecerse en el puerto.

Eligió rentar una casa de interés social en fraccionamiento Arboledas, en la delegación de Santiago.

La primera vez que transitó por las calles que conectan a la casa –avenida Manzanillo– fue por la noche y en vehículo particular. Dicen que por la noche todos los gatos son pardos, por eso a Maya le pareció bueno el camino. Al día siguiente, su automóvil se descompuso. Lo llevó al taller y ahí le dijeron que regresara por él la semana siguiente.

Fue una verdadera aventura para Maya adentrarse a la vida de un caminante porteño, pero sobrevivió.

Las rutas de transporte que transitan por la zona donde vive son la 2 y la 7, sin embargo, por alguna razón muchos ciudadanos pasan por la avenida Manzanillo –calle lateral contigua al crucero donde se encuentran las oficinas de Infonavit–.

Existe un entronque entre la avenida Manzanillo y Elías Zamora Verduzco. En la segunda hay dos caminos que conducen a la entrada y salida hacia el Valle de las Garzas, y el primero tiene el rumbo hacia el fraccionamiento La Joya I, entre ellos un camellón utilizado por los peatones para refugiarse del tráfico, entonces se hacen tres andenes para el paso de automóviles en forma de “te”.

La “te” forma el crucero peligroso, pese a la existencia de dos semáforos. Si una persona desea cruzar a la otra acera, debe tener buena vista para cuidarse de las tres partes, debido a que el amplio camellón –funge también de jardinera– permite a los conductores dar vuelta en “u”.

Revisando el Reglamento de Desarrollo Urbano de Seguridad Estructural del municipio, en el artículo 85 indica: “Se deberán dotar de rampas para minusválidos en los cruceros de las calles”.

Este artículo se lee bien, pero la realidad es que si no se tiene consideración a un ciudadano que goza de buena salud y movilidad, mucho menos a uno con capacidades diferentes.

Al parecer, esta tarea es muy difícil de cumplir por quienes perciben sueldos de gobierno, cuya función está estipulada en el reglamento antes mencionado, quizá por la carencia de recursos económicos que se tienen en el municipio; no obstante, no justifica la nulidad de abastecimiento a la sociedad de los mínimos servicios públicos, y más cuando se trata de cuidar la seguridad de los ciudadanos.

Si es verdad que se cuenta con poco dinero en el puerto para ejecutar muchas acciones para mejorar la calidad de vida de todos los habitantes, entonces ¿de qué sirve promocionarlo a nivel internacional, si el trabajo de la rama turística tiene desigualdad con los servicios proporcionados por parte de las autoridades?

El ayuntamiento municipal está a expensas a que la Administración Portuaria Integral de Manzanillo realice “obritas”, y ésta en todos sus proyectos argumenta que es para beneficio de la sociedad, cuando en realidad sucede lo contrario.

La ciudad creció tanto, de manera desproporcionada, que poco importó realizar una buena planeación urbana, y si se hizo, hasta ahora no ha habido un presidente municipal que se ocupe de ello.

Ejemplos de estos hay muchos en la ciudad, sin diferenciar las áreas de residencias de clase media alta, aunque en el crucero de Las Hadas, lugar donde se colocó el primer semáforo en todo Manzanillo, hace un poco más de 20 años, posee un cruce peatonal donde se puede trasladar de manera coordinada sin problemas.

Lo malo es que a los porteños y habitantes que vienen de otros estados de la República a radicar, poco les interesa mejorar la imagen de Manzanillo.

Maya pensó que por ser el puerto más importante del Pacífico Mexicano contaría con mejor imagen urbana. De cualquier modo, ella tendrá que transitar por la ciudad, sólo espera seguir gozando de movilidad, de lo contrario, permanecería mucho tiempo en casa o dependería de una persona para que la lleve a pasear.




Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 26 de septiembre de 2013
Manzanillo, Colima, Mexico

Costumbre


En el texto anterior expresé la denuncia telefónica y en persona que hice ante un servidor de Tránsito y Vialidad del puerto, para que le instruyera a unos comerciantes de un local en la avenida Manzanillo, dejar el paso libre al peatón, pues sus productos ofertados invadían la banqueta. Después de la denuncia, se puede transitar por el andén sin problema.

Es gratificante saber que la autoridad atendió de inmediato la anomalía. En realidad, les agradezco a nombre de todos los ciudadanos que caminan y corren por la avenida. Ahora, falta indicarles a los mismos vendedores que retiren –por la noche y amanecer– la camioneta con placas JS04205 del estado de Jalisco, pues se apodera del espacio.

Es costumbre que cada 16 de septiembre los ciudadanos nos sintamos más mexicanos que nunca. Solemos salir a algún bar para festejar, a dar el Grito de la Independencia con los amigos, vestir atuendos de manta, portar sombrero, bigote artificial o trenzas, cargar la bandera hasta pararnos frente a la Presidencia Municipal para gritar junto con el pueblo: ¡Viva México!

Lo curioso fue recordar la imagen del Presidente Municipal, días antes del 15 de septiembre en el balcón del Salón de Cabildos, en muletas, probando la soga que cuelga de la campana. Para bien o para mal, las actividades patriotas se cancelaron para reanudarlas el siguiente sábado, aprovechando la estancia del Barco de La Paz.

Una vez pasada la fecha, el síndrome del mexicano orgulloso se esfuma, todo vuelve a la normalidad. Ésta abarca ser la misma persona inconforme, quejumbrosa ante las injusticias o anomalías que vive uno dentro de la sociedad; incluso, nos volvemos cómplices de ellas.

Por fortuna, siempre hay un atrevido en el círculo de amistades, dispuesto a hacer valer sus derechos y a colaborar en lo que sea con tal de componer el mundo, aunque sea tachado de loco.

Durante el noveno mes, la actitud de las personas se percibía indiferente, sin ánimos de celebrar uno de los días más importantes de México. Había cierto malestar por la situación en que se encuentra el país: inseguridad, aumento de precios en la gasolina y canasta básica, huelgas de los profesores por la reforma educativa, la nula respuesta del Gobierno de la República para mejorar la situación económica, entre otros.

Acostumbrarnos a vivir callados y sin levantar la voz es el camino que la mayoría tomamos. Evita meternos en problemas, perder tiempo y no atenta contra la seguridad individual. Entonces, ¿qué hay que celebrar?, ¿acaso la rutina de siempre, que es el no actuar?

Si se desea tener un mejor país, es importante empezar con uno mismo, denunciar y actuar.

Lo único que pudo distraer el descontento de los ciudadanos para convertirlo en asombro y solidaridad fue el paso del huracán Manuel; éste causó grandes estragos en el estado de Guerrero. En Colima, las fuertes lluvias inundaron las arterias principales y casas; y se desbordaron ríos, obstruyendo el acceso al Aeropuerto Internacional de Manzanillo.

Septiembre aún no concluye, tal vez sea la oportunidad idónea de sentirnos mexicanos dignos; es tiempo de mejorar el país y de formarnos como verdaderos.




Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 19 de septiembre de 2013
Manzanillo, Colima 

Servicio urbano y autoridad



A mí nunca me ha interesado tener un vehículo propio, por lo menos hasta ahora. He viajado en camiones de pasajeros, tren, aeroplanos o carros de particulares, y aunque en años atrás aprendí a conducir un Tsuru, el cual manejé por algún tiempo –por circunstancias ajenas–, no es mi objetivo adquirir uno, menos nuevo. Claro, estoy consciente que tiene sus pros y contras no contar con uno, pero en Manzanillo las distancias no son más largas de 60 minutos.

También he viajado en colectivos en La Habana, la famosa gua-gua, las tipo Van o camiones de carga acondicionados para pasajeros en San Cristóbal, Chiapas, por mencionar algunos. El servicio que prestan es de primera, incluso hasta en el puerto de Lázaro Cárdenas los camiones urbanos hay pocos en la ciudad, y el costo es muy accesible, pese a las largas distancias.

El servicio de las gua-gua es de 24 horas, las unidades están en perfectas condiciones. ¿Qué hay del puerto más importante de México, Manzanillo?

Años atrás, escribí al respecto sobre el mal servicio que proporcionan la mayoría de los choferes de los camiones urbanos. La respuesta fue recibir varios mensajes a mi teléfono celular, donde uno de ellos decía que era pésimo y que los concesionarios son los servidores públicos; también una ligera amenaza para no volver a hablar sobre el tema. Pero bien, su servidora se ha negado toda la vida a ser parte de la lista de ciudadanos que se quedan callados, por miedo a las represalias o por el simple hecho de no perder su tiempo, porque al final creen que las autoridades correspondientes no harán nada al respecto.

Antier, martes 10 de septiembre, la unidad de transporte número 175 –si mal no recuerdo–, ruta 6, antes de las 2 de la tarde cargaba un montón de pasajeros –entre ellos yo–, en su mayoría adolescentes de secundaria con camisas estampadas de la escuela 3 y la Mariano Miranda Fonseca. Fuera de los olores que se percibían dentro, los gritos, las risas y los espacios muertos, el conductor, un señor robusto, molesto alzó la voz, ordenando: “Recórranse para atrás”.

Los jóvenes hicieron poco caso. El siguiente argumento fue: “Si no se recorren, no les voy a abrir la puerta para bajar”. Una jovencita vociferó: “¿Qué le pasa a ése?”. Los pasajeros, mayores de 20 años, jamás contradecimos al hombre.

Al llegar a la avenida Manzanillo, después del crucero asesino –frente a una gasolinera–, es nula la seguridad para el peatón; un poco adelante de un negocio de lava autos, antes del semáforo, no existe parabús, sin embargo, es costumbre de las personas, con aceptación de los choferes urbanos, tomarlo como parada.

El detalle es que el hombre del 175 jamás se orilló para que el pasaje descendiera; sí detuvo el vehículo en el carril de en medio para que descendieran. Quien escribe, se acercó a él y le dije contundente: “De favor, ¿puede orillarse para descender?”; él, con semblante de encono, se negó, por lo que volví a decir: “De favor, ¿se orilla?, pues recuerde que es multa si no lo hace, conozco un poco el reglamento de Tránsito y Vialidad”. El hombre tardó unos segundos en decidir qué hacer; al final, lo hizo.

Al bajar del móvil, la ironía de la vida fue ver al vehículo 13-08 de Tránsito y Vialidad estacionado a un costado del parador imaginario. Mi deber de ciudadana fue acercarme, informarle al señor que estaba ahí sobre lo ocurrido, y sin negarlo, regañarlo por no haber hecho su trabajo: cuidar el orden.

Con actitud pacheca, afirmó que había sido él quien le ordenó al conductor orillarse para bajar pasaje. Le expliqué, pero no creyó. Entonces aproveché para denunciar una anomalía que había en la misma avenida, en el local 95, un bazar, donde los comerciantes sacan sus muebles y triques a la banqueta sin permitir el paso al peatón, y por las noches lo sustituyen por dos camionetas con placas de Jalisco. Comentó no tener tiempo para ir en ese instante a revisar, en cuanto estuviera libre, lo haría. Al llegar a mi lugar de trabajo, marqué a la dependencia municipal para volver a reportar a los comerciantes; Déniz afirmó tomar cartas en el asunto, mas no proporcionó ningún número de folio por el reporte, porque eso lo hacen en el 066 en la ciudad de Colima, según comentó.

Este es un ejemplo de un mal servicio que se da en el puerto, cosa que puede mejorar si existe la intención de hacerlo.

Ahora que salgo más, es posible que compre un automóvil, eso sí, transitaré siempre en el carril derecho a no más de 60 kilómetros por hora.





Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 12 de septiembre de 2013
Manzanillo, Colima.