sábado, 5 de octubre de 2013

Costumbre


En el texto anterior expresé la denuncia telefónica y en persona que hice ante un servidor de Tránsito y Vialidad del puerto, para que le instruyera a unos comerciantes de un local en la avenida Manzanillo, dejar el paso libre al peatón, pues sus productos ofertados invadían la banqueta. Después de la denuncia, se puede transitar por el andén sin problema.

Es gratificante saber que la autoridad atendió de inmediato la anomalía. En realidad, les agradezco a nombre de todos los ciudadanos que caminan y corren por la avenida. Ahora, falta indicarles a los mismos vendedores que retiren –por la noche y amanecer– la camioneta con placas JS04205 del estado de Jalisco, pues se apodera del espacio.

Es costumbre que cada 16 de septiembre los ciudadanos nos sintamos más mexicanos que nunca. Solemos salir a algún bar para festejar, a dar el Grito de la Independencia con los amigos, vestir atuendos de manta, portar sombrero, bigote artificial o trenzas, cargar la bandera hasta pararnos frente a la Presidencia Municipal para gritar junto con el pueblo: ¡Viva México!

Lo curioso fue recordar la imagen del Presidente Municipal, días antes del 15 de septiembre en el balcón del Salón de Cabildos, en muletas, probando la soga que cuelga de la campana. Para bien o para mal, las actividades patriotas se cancelaron para reanudarlas el siguiente sábado, aprovechando la estancia del Barco de La Paz.

Una vez pasada la fecha, el síndrome del mexicano orgulloso se esfuma, todo vuelve a la normalidad. Ésta abarca ser la misma persona inconforme, quejumbrosa ante las injusticias o anomalías que vive uno dentro de la sociedad; incluso, nos volvemos cómplices de ellas.

Por fortuna, siempre hay un atrevido en el círculo de amistades, dispuesto a hacer valer sus derechos y a colaborar en lo que sea con tal de componer el mundo, aunque sea tachado de loco.

Durante el noveno mes, la actitud de las personas se percibía indiferente, sin ánimos de celebrar uno de los días más importantes de México. Había cierto malestar por la situación en que se encuentra el país: inseguridad, aumento de precios en la gasolina y canasta básica, huelgas de los profesores por la reforma educativa, la nula respuesta del Gobierno de la República para mejorar la situación económica, entre otros.

Acostumbrarnos a vivir callados y sin levantar la voz es el camino que la mayoría tomamos. Evita meternos en problemas, perder tiempo y no atenta contra la seguridad individual. Entonces, ¿qué hay que celebrar?, ¿acaso la rutina de siempre, que es el no actuar?

Si se desea tener un mejor país, es importante empezar con uno mismo, denunciar y actuar.

Lo único que pudo distraer el descontento de los ciudadanos para convertirlo en asombro y solidaridad fue el paso del huracán Manuel; éste causó grandes estragos en el estado de Guerrero. En Colima, las fuertes lluvias inundaron las arterias principales y casas; y se desbordaron ríos, obstruyendo el acceso al Aeropuerto Internacional de Manzanillo.

Septiembre aún no concluye, tal vez sea la oportunidad idónea de sentirnos mexicanos dignos; es tiempo de mejorar el país y de formarnos como verdaderos.




Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 19 de septiembre de 2013
Manzanillo, Colima 

No hay comentarios:

Publicar un comentario