jueves, 29 de marzo de 2012

Durante el silencio

Grillo, sé que olvidaste la fecha de mi viaje. A mediados de febrero te lo comenté: “Tengo la intención de visitar Aguascalientes”, incluso interrogaste por qué elegí ese lugar y respondí: “Ahí tengo al amigo poeta de quien tanto te he hablado”.
Del puerto a Tierra adentro –así le llama el amigo– hice 7 horas por autobús, aunque transbordamos en Guadalajara, Crucita y yo. Arribamos por la tarde al hotel contiguo al Centro Histórico. Él nos encontró ahí con mis pies desnudos, fue de forma inconsciente que le llevé el mar. En el saludo nos abrazamos con la complicidad y cariño que se tienen los confidentes. El amigo quiso sacar los regalos que traía para mí, no lo dejé, primero debía entregar los míos: café de Comala, cocada y ponche; siguieron los suyos: dos libros y una fotografía enmarcada, la imagen es de una infante recargada en una pared, bajo la sombra de un arco de hierro cubierto por una planta colgante, quizá viñedo. El obsequio lo envió de Mónica, una lectora de A son de mar. Por supuesto, me sorprendí por el gran detalle. Le di las gracias a través del poeta.
Más tarde comimos en un restaurante de comida yucateca, cuya dueña no tiene nada de cabezona. Se ubica en el Barrio del Señor del Encino (Barrio de Triana), frente a la plaza; después de satisfacer el hambre fuimos a conocer el Museo de José Guadalupe Posada.
El museo contiguo al Templo del Señor del Encino está dedicado al famoso grabador aguascalentense, José Guadalupe Posada, nacido en 1852. Cuenta con amplios corredores y salas que se adaptaron para la exhibición de las obras originales del grabador y pintor, cuyos temas revolucionarios son de una crítica festiva al régimen del gobierno de su época.
Las vitrinas exhiben las obras maestras del artista, “La calavera de Zapata”, “Canciones populares” –canción del peluquero– o “La Calavera de Don Quijote”; algunas de las técnicas que empleaba son grabados en cromolitografía, plomo, zinc o acero a buril, tipografía directa y cincografía. La obra de Posada es excepcional. Grabó la historia a la perfección en trazos diminutos.
Por la noche, conocimos al hermano de mi amigo. Su taller de grabado es uno de los más importantes de México. En el sitio pudimos ver muchas obras en carpetas artesanales, otras en las mesas de trabajo recién impresas o colgadas sobre la pared, una de ellas fue la de Per Anderson en forma de acordeón con dos vistas, es decir, caminas apenas unos pasos y observas una imagen, das otros más y cambia la percepción. También tuvimos el gusto por conocer a la mejor amiga del poeta, Sofía, y a su esposo Lalo, que por causalidad, él estaría en el puerto por cuestiones de trabajo, el viernes 23 de marzo, junto con grupo musical, el Pink Floyd Sinfónico.
Al día siguiente, conocimos la Plaza de las Tres Centuria, éste es un espacio recreativo, turístico, cultural y de servicios, donde se encuentra el Museo del Ferrocarril y el Jardín de la Estación, donde la fuente danzarina hace placentera la estancia de los visitantes. La bienvenida la da una hermosa locomotora de vapor. Sobre los rieles hay vagones presidenciales, basta asomarse a través de la ventanilla para apreciar el interior e imaginar a los personajes que viajaron en aquella época. La tradición ferrocarrilera de Aguascalientes data del año 1800. El edificio se comenzó a construir en 1910 y se inauguró en 1911, obra del ingeniero italiano G. M. Buzzo. Su estilo es colonial californiano, con influencia hispánica.
“La Antigua Estación del Ferrocarril en Aguascalientes es un bello lugar lleno de historia, lleno de vida ferrocarrilera”.
El último día que permanecimos en Tierra adentro lo dedicamos para ir a Real de Asientos, Pueblo Mágico. Sus edificaciones datan de 1548. Fuimos a la Parroquia de Nuestra Señora de Belén con el fin de pisar su Pinacoteca. Caminamos por los túneles de ingeniería original del siglo XVIII. No tuvimos suerte, la Pinacoteca estaba cerrada, pero valió la pena conocer.



Al día siguiente, abordé un autobús y fui sola a Zacatecas. Por la noche, retorné a Manzanillo.
Grillo, debo decirte que concluí el viaje con agradables emociones. La belleza de nuestro país es inmensa, ya sea en desierto o mar. La gente hidrocálida es buena anfitriona y tiene un ritmo de vida menos acelerado que los porteños. Tuve el gusto de conocer a la mamá del poeta, Nacha, a sus hermanos y sobrinos, ellos hicieron recordarme a mi familia cuando todos nos reuníamos para festejar el cumpleaños de la abuela muerta.

Durante el silencio te extrañé tanto que no dejé de pensar en ti. Sé que tu chirrido llegó hasta Tierra adentro.




Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publiicado en el Diario de Colima
El 29 de marzo de 2012

Manzanillo, Colima, Mexico