jueves, 5 de septiembre de 2013

Ejemplos de vida


                                                                                         

 
                                                                                            A mamá Trini y Mi Último Deseo, AC.
El martes por la noche, Frida sacó del bolso un papel tamaño carta, lo leyó en silencio en medio de la cena con Lizzy y Tonatiuh. Al concluir la lectura, sus ojos se iluminaron. En seguida pidió la aprobación del amigo para invitar a Lizzy a un desayuno, el próximo jueves. Él respondió un sí. La futura invitada cuestionó de qué se trataba, a lo que la primera explicó: “La asociación civil de Jalisco, ‘Mi último deseo’, trabaja de manera voluntaria para ayudar a los niños y jóvenes que padecen de cáncer, a cumplir su sueño, venir a conocer el mar.


“Mi último deseo, AC., es una asociación no lucrativa, que cuenta con un albergue donde se brinda hospedaje, alimentación y medicamentos a los niños enfermos de cáncer, pero que ya no son aceptados en hospitales públicos debido a lo avanzado de su enfermedad. Ahí tratan de cumplirles su último deseo, como: conocer el mar, nadar con delfines o ir a Disneylandia. A las niñas: tener y disfrutar su fiesta de 15 años, aunque sólo tengan 10, sin ningún costo para sus padres, quienes son hospedados en el albergue también.



“La asociación apoya a los niños con cáncer que llegan al Hospital Civil de Guadalajara, provenientes de los estados de Jalisco, Michoacán, Nayarit, Colima, Zacatecas, Aguascalientes, Guanajuato y San Luis Potosí”.



Frida, docente del Conalep (Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica), participaría en el desayuno al igual que 16 de sus alumnos, y Tonatiuh, con 11 estudiantes de la escuela primaria Justo Sierra, de la comunidad de La Central, Colima. Ambos organizarían actividades en conjunto para hacer el encuentro ameno.



El miércoles los tiempos eran reducidos. A medio día, los organizadores que hicieron la invitación a la AC para venir al puerto, solicitaron apoyo para arreglar el salón del hotel donde se haría el evento. A las cuatro de la tarde, apenas se contaba con todo el material de papelería: cartulina, plumón, papel china, mientras los globos eran engordados con la boca y compresor de aire.



Frida fue la encargada de la decoración, también trabajó Brenda, Lizzy, un estudiante y personal del inmueble, quienes pusieron sus manos para transformar el lugar sobrio en algo acogedor.



Por la noche, los manteles blancos de las mesas y sillas, moños color fucsia, adornos florales, columnas y arcos de globos lucieron bastante bien.



Al día siguiente, mamá Trini y el hombre, representante de “Mi último deseo”, agradecieron a todos los involucrados las atenciones que tuvieron para con ellos.



A Frida, Lizzy y Tonatiuh se les ocurrió una idea genial, realizar una gestión de manera independiente con la misma AC para que regresen a la costa, programando fechas y actividades que involucren a más niños, adolescentes y jóvenes, sin olvidar que el propósito principal sería brindarles una estancia placentera, compartiendo en ambas partes el amor a la vida.



Las personas que arribaron a Manzanillo de “Mi último deseo” fueron señoritas de 14 a 17 años de edad. Una de ellas tuvo la fortuna de responder bien a las quimioterapias; otra, aunque se encontraba de excelente ánimo, su salud era delicada, sin embargo su mamá Trini la acompañó en el viaje y estuvo al pendiente no sólo de ella, sino de todas las jovencitas. No es necesario mencionar la historia de cada chica, hacerlo sería compadecerse, y en realidad, como suele suceder siempre en estos casos, las personas que poseen una salud buena, son las que desperdician cada minuto de su vida.



Los estudiantes de la primaria y del Conalep estuvieron muy abiertos a convivir. A las señoritas les obsequiaron chocolates, dieron lectura a una carta, bailaron, pintaron figuras de yeso e hicieron collares.



Las chicas, pese a las circunstancias tan adversas que han y están pasando, siguen de pie, alegres, bailando, sonriendo, disfrutando a sus seres queridos, gozando al máximo el transcurrir de los días.



Es muy grato que existan asociaciones civiles con este tipo de acciones. Ojalá los manzanillenses se unan más para el bien común, porque uno no sabe qué suerte se va a correr.



Frida, Lizzy y Tonatiuh se despidieron del equipo de la AC, ofreciendo su corazón. Aunque ellos no han intercambiado palabras de la experiencia, después de ese día ya no son los mismos. Saben que tienen una enorme responsabilidad: actuar para bien del prójimo.




Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 05 de septiembre de 2013
Manzanillo, Colima, Mex.