domingo, 27 de abril de 2014

Crónica de la FIL para ver a Gabriel García Márquez

A las 3 de la tarde quedé de verme con Sergio, en el Auditorio Juan Rulfo, en la Expo Guadalajara. Ya eran las dos, del día domingo 25 de noviembre de 2007.


Sólo teníamos una hora para visitar algunas editoriales, comprar libros u hojearlos en la Feria Internacional del Libro; el país invitado era Colombia.

Fui a la Editorial Diana, compré Memoria de mis putas tristes de Gabriel García Márquez, para regalo. Aproveché otro que no tenía, El olor de la guayaba –conversación del mismo autor y el periodista Plinio Apuleyo Mendoza– con la ligera esperanza de que me fuera autografiado. Hice fila para llegar a la caja a pagar.

Faltaban 15 minutos para las 3, debía marchar; ese cuarto de hora reí mucho. Me había perdido entre los estantes y la gente. El acuerdo que tenía con Sergio: llegar 2 horas antes del homenaje a Álvaro Mutis para alcanzar buen lugar, además el premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, amigo del homenajeado, estaría ahí.

Para encontrar el auditorio, le cuestioné al encargado de limpieza que estaba cerca. Contestó con amabilidad: “No sé”. Entonces cambié la pregunta, porque sus gestos fueron limitados a decir sólo hago mi trabajo: “¿Sabe por cuál camino llego a la entrada de la expo?”. De inmediato respondió: “Ah, sí, hasta el fondo”.

Con esas señas llegaría pronto. Sólo debía doblar a mano izquierda y listo.

Tres con 5 minutos. Llego a la puerta del auditorio, veo hileras de personas esperando sentadas en el suelo alfombrado: “Disculpen, ¿ésta es la fila para ver a Gabriel García Márquez?”, interrogué. Emocionados contestaron: “Sí”.

Con la rapidez de un ladrón miré si había alguien detrás de mí que quisiera enfilarse. Me formé. Sergio llegó minutos después. Tres y media de la tarde, mares de gente seguían llegando.

Entre las pláticas de las personas se escuchaba: “¿Qué libros compraste?, ¿crees que Gabo dé autógrafos?”; “No lo sé, depende cómo ande de humor”. Carlos Fuentes lo hizo sin estar programado. Somos muchos para que nos complazca”. Otros jóvenes comentaron: “¿Puedes creer esto?, desde el Estado de México venimos para ver a García Márquez”. Al menos tendremos algo que contar a nuestros hijos. En la inauguración estuvo Gabriel, pero fue muy privado porque no dejaron entrar a los mortales, estuvo el Estado Mayor. Hubo mucha seguridad”.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco… A las 3:48, dos organizadores del evento comenzaron a contarnos. Fui la número 53; éramos un aproximado de mil personas.

Minutos después vimos crecer el auditorio Juan Rulfo. La capacidad de 700 personas era insuficiente para todos y apenas faltaba casi una hora más para el inicio.

Las cortinas metálicas del auditorio fueron desplazadas una por una. A los lectores de la literatura nos causaba alegría y nos veíamos con complicidad ¡Nadie más podía hacer esto, sólo el autor de Cien años de soledad!

Pasados los primeros minutos de las 5 de la tarde, nos levantamos del piso para entrar al auditorio.

En la segunda fila vimos a Ricardo, un chico que el día anterior estuvo presente en las conferencias. Él tenía la encomienda de apartarnos silla si llegaba antes que nosotros.

Él levantó la mano para indicarnos que había dos lugares; nos acercamos. Quedamos en la cuarta fila, frente al pódium. Las tres primeras estaban reservadas. Gabo estaría a poca distancia de nosotros.

Los espectadores desde las sillas veíamos la entrada del salón esperando el arribo del creador de José Arcadio Buendía. “Ahí viene”, gritaron. Ricardo y yo nos paramos para ir al encuentro. La gente se aglomeró en la puerta principal junto con los medios de comunicación. Él y yo nos fuimos a la trasera. García Márquez apareció con la quietud de un niño que sale al escenario bajo los reflectores de un teatro, lo acompañaba un hombre que sostenía su brazo, vestía de traje a rayas negras y blancas, traía anteojos grandes.



Foto por EG


Al momento que tomaba muchas fotografías, una periodista colombiana suplicaba varias veces con voz dulce: “Gabo, un saludo a Colombia”. El maestro decía: “No”.

Veía a mi autor favorito delante de mí, cargando sus 8 décadas. García Márquez estaba a un metro lejos de mí. Quise saludarlo de mano, como lo hizo Ricardo. Mi brazo no lo alcanzó. Después nos ordenaron regresar a nuestros lugares.

En el pódium estaban Ignacio Padilla, Jorge Volpi, Álvaro Mutis, Gabriel García Márquez, Belisario Betancur, Álvaro Castaño y Paula Marcela Moreno, pero sin duda alguna, muchos íbamos a ver a Gabo.

La audiencia duplicaba la capacidad del salón que tuvo Carlos Fuentes. Un aproximado de mil 500 personas. El espacio entre sillas estaba limitado a no mover el cuerpo. Si estabas cansado de la misma posición, no tenías opciones para cambiar.

Vi el rostro feliz de Ricardo, mirando a Gabo; Sergio muy atento y sereno, oía la lectura que hacía en ese momento Belisario Betancur, presidente de Colombia en 1982-1986, escrita por Gabo, donde narró memorias con su amigo Álvaro Mutis, y yo guardaba escenarios de mi sueño hecho realidad.

Casi al terminar la conferencia, el moderador dijo: “Maestro Gabriel, sé que usted no habla ni hace declaraciones, pero le pido unas palabras para Álvaro Mutis”.

Respondió: “Te queremos, Álvaro”.

La conferencia concluyó pasaditas las 6. Ricardo se despidió de Sergio y de mí, dándonos su correo electrónico. Sergio y yo salimos de la expo para cenar y después regresar a Manzanillo.




Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
El 24 de abril de 2014
Manzanillo, Colima, México

jueves, 17 de abril de 2014

Eventos en el puerto



Con motivo del Día Mundial del Libro, el 23 de abril, el pasado viernes 11 de este mes se llevó a cabo el Séptimo Maratón de Lectura, en el Centro de Educación Tecnológica de la Universidad de Colima, campus El Naranjo.


Este proyecto se hace año con año, gracias a la maestra Silvia Cano, quien es la creadora y organizadora del evento. La inauguración del maratón se inició a partir de las 9 de la mañana y concluyó a las 9 de la noche. Las obras literarias de los autores elegidos para leer fueron: José Emilio Pacheco, Berny, Elena Poniatowska Amor, y el danés Hans Christian Andersen.


Los títulos más leídos, de acuerdo a los resultados del maratón que publicó la maestra en su blog Biblioteca Silvia Cano, del autor Hans Cristian Andersen: El porquerizo, Las zapatillas rojas, Circo en una vaina, La niña del fósforo y La reina de las nieves; de Elena Poniatowska: Biografía de Elena, Lilus Kikus, Querido Diego te abraza Quiela, y Tlatelolco; de José Emilio Pacheco: Las batallas en el desierto, El principio del placer, y poemas del autor. Estuvieron presentes trabajadores de la universidad, prensa, activistas sociales, escritores, estudiantes y amantes de la literatura.

Foto por Silvia Cano




Este proyecto sigue siendo uno de los más importantes de Manzanillo en el ámbito cultural, razón por la cual debe tener un mayor empuje en todo Manzanillo; la misma Casa de Estudios debe darse cuenta de ello. Tener mayor participación en el estudiantado es excelente, sin embargo, hay ausencia en el personal de las áreas administrativas, docentes, limpieza y otras. Crecer debe ser el reto para 2015.


Qué lindo sería pasear por los jardines de la Facultad de Contabilidad y Administración de Manzanillo (FCAM), escuchar a través de unas bocinas colgadas en alguna parte del edificio o en el piso de los andenes, poemas o narrativa en voz de los lectores participantes, y para que el proyecto sea más grande, las lecturas deben extenderse en otras escuelas y preparatorias de la UdeC.

Foto por Silvia Cano




No olvidemos que la lectura es la principal fuente del conocimiento, por lo que los profesores deben de estimular a los jóvenes para que adquieran el hábito de la lectura.


En la clausura del maratón leyeron a dúo Elsaí González y Tonatiuh Quiñonez, Vendedora de nubes, de Elena Poniatowska; esto sonó interesante, porque nadie lo había hecho antes, menos dando la interpretación a los personajes.




Felicitaciones, maestra Silvia Cano, gracias por este gran proyecto.
SEMANA SANTA
Parece que el sol, después de la alineación que tuvo la luna con él y la tierra, o porque es primavera, el calor en el puerto está fuerte, muy bueno para ir a refrescarse a la playa o alguna alberca.


Por fortuna, los turistas lo saben. Poco a poco se aprecian rostros de hombres y mujeres de otros estados de la República; por las calles transitan automóviles con placas de Jalisco o Estado de México; los cuerpos desfilan en shorts o trajes de baño por la zona centro; los vendedores de cocadas las ofertan en los pasillos de los portales, y en los aceras o patios de las casas, las rosamoradas, con su hermoso color alegran los días, sin dejar atrás a las primaveras amarillas.


Frente a la playa de Miramar, las casas de campaña amanecieron desde hace unos días, y aunque la mayoría de la gente sale de vacaciones el jueves, ya empieza a haber movimiento en la costa.


Esperemos que Dios y los visitantes se protejan y cuiden de los excesos, para gozar unos días maravillosos en Manzanillo, mientras que los lugareños se refugian en los días santos, hasta que el bullicio y la paz retornen.
COMERCIANTES QUINCEAÑEROS
El 16 de agosto de este año se cumplirán 15 años de haber egresado de la primera generación de Comercio Exterior de la Universidad de Colima, motivo para ser festejado entre los licenciados. La cita será el 16 de agosto, en un salón privado, donde los protagonistas principales se celebrarán como se merecen. Invitarán a catedráticos y prensa, para compartir la felicidad y alegría que siempre los ha caracterizado.



Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
El 17 de abril de 2014
Manzanillo, Colilma, México

jueves, 10 de abril de 2014

Campamento de la Amistad en la Escuela Justo Sierra



La experiencia para organizar un festival de poesía entre tres o cuatro personas es buena, siempre y cuando no se dependa más del 10 por ciento de instituciones de gobierno o privadas.

Cuando fui partícipe de eso, recuerdo que primero debía planearse bien la logística, iniciando con la creación o elección del diseño del cartel –medio útil, con imagen impresa que puede plasmarse en playeras o papel–, con el fin de convocar al público en general para que asista a los eventos; elegir trabajos participantes de un concurso de los cuales tendrían que salir los invitados; solicitar los permisos de las locaciones o sedes donde se realizarán las actividades, a su vez para la colocación de los carteles en las calles; conseguir mobiliario e iluminación; solicitar apoyo económico y sus respectivos logotipos de candidatos a patrocinadores; pedir autorización por escrito a Seguridad Pública, siempre y cuando se realicen actividades en la calle; elaborar a detalle un programa específico de cómo serán recibidos y tratados los invitados especiales: asignarles un espacio para dormir, tener capital suficiente para cubrir los gastos de alimentación y traslado de un lugar a otro, sobre todo mucho ánimo y disposición de ser el anfitrión.


Foto por T.Q.


Quien ha sido parte organizadora de eventos masivos sabe de antemano la gran responsabilidad que se requiere para llevar a cabo con éxito el proyecto.

Esta vez no hubo festival de poesía, ni de cine, tampoco se manejó público específico, más bien un cierto segmento de mercado donde, por supuesto, no participé, sólo fui visitante.

En la Escuela Primaria Justo Sierra, en La Central, Colima, el pasado 4 y 5 de abril se realizó el Cuarto Campamento de la Amistad Tlacahuapahualiztli, que en la lengua náhuatl significa “El arte de crear o educar a los hombres”.

Foto por T.Q.


En la parte organizadora del proyecto estuvieron trabajando los catedráticos del plantel: Fabiola Castillo, Fabiola Zuleth Enciso, Eugenia Rojas Gómez, Frinet Lizandra Palomino, Narda Palomino, Karina, la señora Luz, junto con su equipo de trabajo, quienes prepararon los alimentos ofrecidos a los invitados, y Tonatiuh Quiñónez. A su vez, se sumaron voluntarios externos: la médica del Centro de Salud de la comunidad, el Primer Colegio de Manzanillo, Universidad Pedagógica Nacional de Ciudad Guzmán, Jalisco, y Zamora, Michoacán; el Instituto Municipal de la Cultura, el rector de la Universidad Tecnológica de Manzanillo, M.C. Miguel Santana Rodríguez; el cuentacuentos Sergio Contreras Valdovinos, el empresario Héctor Urióstegui, Protección Civil y Seguridad Pública.

Aunque la inauguración del Campamento de la Amistad fue a las 8 de la noche, las tareas comenzaron a las 4 de la tarde. Cerca de medio centenar de casas de campaña fueron instaladas en el patio trasero de la Justo Sierra.

Varios de los objetivos principales del campamento fueron fomentar la integración estudiantil, familiar y docente; rescatar los valores que el ser humano poco a poco va perdiendo: amor y respeto hacia nuestros semejantes, al medio ambiente; hacer crecer la amistad, solidaridad, participación comunitaria; aprender temas diversos gracias a las pláticas que tuvieron los niños con personas externas, dispuestas a ofrecer lo mejor de sí.


Mientras, en la ciudad capital, el grupo de profesores que conforman la autoridad educativa y sindical estaban eligiendo su futuro líder. Se olvidaron por completo de fijar los ojos en la escuela de La Central, quizá porque está en una comunidad alejada de la ciudad, cerca del aeropuerto internacional, lejos de sus expectativas políticas, o porque consideran que hay cosas más importantes por hacer. Razón por la cual pudo ser motivo de la ausencia de recursos económicos para asignar a la escuela. Siendo que en 2012 la institución se hizo acreedora del galardón “Diseña el cambio”; en 2013 de otras insignias más; en 2014 obtuvo premios por casi 100 mil pesos.

Los involucrados en el campamento invirtieron en la preparación del teatro guiñol, elaboración de veladoras que conformaron el árbol de los deseos, costearon sus viáticos y traslado de un lugar a otro. En realidad, el proyecto es el resultado de la suma de voluntades, entrega y el simple placer de compartir amor a los niños.

A la media noche, después del encendido de la fogata en medio de la plaza cívica, escuchar al trovador y cuentacuentos, partieron a dormir dentro de sus casas de campaña, frente a un árbol de primavera que los cuidó hasta el amanecer, para ejercitarse al día siguiente al ritmo de la zumba.


Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
El 10 de abril de 2014
Manzanillo, Colima, México

Este texto pudo tener correcciones al original.

domingo, 6 de abril de 2014

Transición de cambio en los hábitos alimenticios

Las dificultades con las que uno se encuentra cuando deja de tomar refresco de cola no son nada a comparación de la carne roja.

Aún recuerdo las primeras veces que decidí no consumir más refresco de cola. No es que bebiera enormes cantidades diarias, más bien fue por el hastío de ver tantos envases fríos en las manos de los compañeros de trabajo, justo en el momento que ingerían pozole, tortas o carnitas en la hora del desayuno.

En casa, el hábito de consumo de las bebidas azucaradas iba en aumento, al igual que la diabetes de papá y la obesidad en los parientes. Es cierto que en ocasiones soñaba con el sabor de la gaseosa en mi boca, sentía el líquido burbujeante brincando en la lengua. Más tarde, de manera lenta sustituí el refresco negro por la soda. Cuando estuve lista para no depender de las bebidas artificiales, los eliminé por completo de la dieta.

Era muy feliz sin los refrescos, aunque muy de vez en cuando me permito tomar, en ocasiones especiales, agua mineral sin sabor, acompañada de limón o naranja.

Si hablamos del gusto por la coctelería, poco lo tuve, y ese tanto quedó atrás. Sin planearlo, un día leí un artículo sobre los conservadores artificiales donde argumentaban que el benzoato de sodio es cancerígeno. No demoré nada en sacarlo de mi lista de productos sanos.

Sí, tengo un problema grande ante la comida procesada; hasta para elegir los aderezos, debo seleccionar los más naturales. Para colmo, vivimos en Manzanillo, donde las cosas pasan demasiado lentas. Me he hecho la idea de hacer mi propio aderezo de mostaza, miel y aceite de oliva o sencillo.

Todo iba bien con mis hábitos alimenticios: carne roja, blanca, pescado, verduras y frutas –las últimas comerlas lo más que se pueda, siempre y cuando la economía lo permita.

El detalle sucedió cuando entré al gimnasio, pues ahí vi que los mejores cuerpos trabajados consumen carne roja, clara de huevo, pechugas de pollo y atún enlatado. La gente aún tiene la creencia que la proteína animal es buena para su salud, pero sobre todo para conservar un cuerpo atlético. Por fuera les funciona, se nota a simple vista: músculos fuertes, posturas firmes, actitud positiva y energía fabulosa.

Exacto, la proteína animal no es tan buena como la pintan, pero ese tema no lo abordaré por ahora. Sólo diré que he dejado de consumir carne roja.

Mientras los chicos se ponen musculosos en sus bíceps, tríceps, abdomen, brazos y espalda, yo bajo de peso y apenas brota un diminuto músculo en mis brazos. “Coma carne para que pronto tenga masa muscular, está muy delgada. Tome proteína o ácido nítrico, con eso pronto se pondrá fitness”. Los comentarios son superados, no ocurre nada extraordinario en mí; sin embargo, el hecho de no comer carne roja acarrea varios inconvenientes en la vida diaria.

En casa, la familia consume la carne roja dos o tres veces por semana. Cuando celebran algún cumpleaños o una visita, no falta la ocurrencia de cocinar carne asada, y qué decir de las fiestas decembrinas, la pierna de puerco a fin de año, y así sucesivamente. Carne por aquí, carne por acá; carne en las pizzas, en los tacos, en los guisos caseros, en las fiestas, calles y en todos lados.

“Si no consumes carne, entonces ¿qué vas a comer?”, es la pregunta recurrente. Pues bien, elegir cómo ingerir sólo la carne blanca –pollo y pescado–, verduras y demás alimentos requiere de ingenio mientras aprendes a combinarlos con otros ingredientes, a mezclarlos y equilibrarlos.

Desconozco cuántos vegetarianos haya en el puerto. Sé que sustituyen la carnes por la soya, pero le tengo un poco de respeto a ésta, por la palabra “transgénica”.

El periodo de transición de un individuo cuando cambia sus hábitos alimenticios es un verdadero reto personal, pues no es cuestión nada más de programar la mente para evitar tal producto a consumir, sino librar el comportamiento común de la sociedad carnívora.

No quiero imaginar por lo que pasan los veganos, pero seguro valdrá la pena.


Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima 
El 3 de abril de 2014
Manzanillo, Colima, México