jueves, 29 de noviembre de 2012

Extractos de la presentación del libro, tercera edición, La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska









(FIL 2012, 26 de noviembre 2012).


Pino(Salvador Martínez Della Rocca): “La literatura política es extraordinaria, hace llorar a los que la vivimos y hará llorar a quienes tengan la sensibilidad entender lo que pasó. Porque aquí se cuenta la historia de algunas de las libertades que hemos defendido en este país, pero los jóvenes no saben que constaron sangre. 



“Debemos de superar el concepto heroico de la política, donde al político lo hacen un artista de Wooliwood. El coro son todos en las tragedias griegas que están vestidos de negro, atrás, los sin cara, como el subcomandante Marcos, el coro es el pueblo”.



Elena habla en su libro de los héroes. De una cantidad enorme de chicos, viejos y jóvenes que ella entrevistó sobre cómo habían vivido el 2 de octubre del 68. Les da la palabra a todos. Nosotros no venimos a este mundo para estar del lado de quienes hacen la historia, venimos a estar del lado de quienes la padecen. 



¿Qué fue el movimiento del 68? Vivíamos en una sociedad donde el Estado era profundamente autoritario, represor, donde alzabas la palabra y el presidente estaba frente de ti, en 3 segundos llegaban unos guaruras y ya estabas afuera, si te iba bien; donde los medios masivos de comunicación callaban, no había sociedad civil. 

En ese estado, por un incidente, de unos chavos que jugaban futbol, terminaron agarrados a chingadazos. Un 23 de julio se pelearon, llegaron unos granaderos, éstos abusaron de la fuerza. El 26 de julio íbamos a hacer una marcha para conmemorar un año más de la revolución cubana y la guerra de Vietnam. Sorpresa, nunca nos daban permiso, y cuando nos daban permiso, terminaban los granaderos agarrándonos a madrazos. 



En el movimiento del 68, por eso los masacraron, por pedir lo que ya estaba en la Constitución, en el apartado de las garantías individuales. ¿Qué paso? Parece ser que perdimos porque hubo un genocidio. El 68 sigue vigente por la lucha de las necesidades democráticas que debemos defender todo el tiempo. 




Juan Villoro: “Este libro representa la voz del coro, aquellos que estaban detrás de la historia. Hay que tener en cuenta que nosotros podemos entenderlas porque Elena les dio forma. Es un libro hecho de fragmentos”. 

(Paco Ignacio Taibo II entra a la sala, la gente le aplaude con júbilo.)



En este torrente de ideas, palabras, alguien tenía que hacer la síntesis lo que valía la pena. Ella logra eso. Es el legado del 68. Muchos de los cambios que hoy podemos disfrutar y de las ilusiones que aún tenemos provienen de ese momento. Planteó expectativas para el porvenir. El legado sigue abierto. Es un legado no sólo político, sino contracultural, de derechos civiles y la lucha contra la discriminación. En una de las declaraciones que hizo Eduardo Valle, El Búho, dice que los verdaderos herederos del 68 no somos nosotros. Nosotros ya somos cartuchos quemados, probablemente no tendremos la oportunidad. El legado les corresponde a los niños de entre 12 y 14 años, cuando ocurrieron las manifestaciones. Ellos, los que vieron lo que pasaba desde las aceras, balcones, ventanas, nunca van a olvidar la ignominia a la que fueron sometidos sus hermanos mayores.



Éramos nosotros que sabíamos que algo se debía de hacer, pero no podíamos participar porque teníamos apenas 12 años. Los amigos de la escuela hacían causa común junto con los noticieros de aquel entonces decían, los comunistas quieren sabotear los décimo novenos Juegos Olímpicos. 

Si todo el mundo hablaba del 68, diciendo que se traba de una sublevación comunista que amenazaba a México; mi padre no me decía nada, no quería involucrar y al mismo tiempo quería que yo sacara mis propias conclusiones; entonces sospeché que mi padre era un espía. Yo asumí la postura de desconfiar de todo mundo. Gracias a Elena pude entender la verdad de estos hechos. 



Hay mucha gente que dice: “No te preocupes, eso va a pasar, se van a olvidar”. Por eso surgió el lema: “2 de octubre no se olvida”. Esa es la reparación que nos pudo dar la memoria de Elena. Hay muchas cosas que no ocurren en el medio de los hechos, pero que triunfan primero en la conciencia, cambios que necesitamos, que ya están en un consenso, todavía no se convierten en la realidad. Del mismo modo, hay muchas cosas que no pudieron ser sancionadas en su tiempo, pueden regresar a nosotros, para que este segundo tribunal de la memoria las considere verdaderas. 



Paco Ignacio Taibo II: “Cuando el libro salió, hubieron dos reacciones inmediatas de quienes lo leímos. Uno: en la madre, ¿qué le va a pasar a Elena por haberlo escrito? No tienen idea el nivel de censura, de persecución en aquel entonces. Se demostró lo que ustedes ya saben, la oligarquía de este país, afortunadamente, no lee libros. Piensen que vivíamos con cero espacios informativos. Los días en que estábamos repartiendo volantes en la puerta de una panadería, nos balearon. Dos: no se puede olvidar el valor de la editorial Era; pusieron sobre la mesa, y decir: aquí está el libro. 


No somos parte de una generación que hizo historia, somos parte de una generación que va a hacer historia junto con ustedes, los que tienen 5, 90 años; no se terminó. El mensaje: la historia y el país están vivos. 





Elena Poniatowska: “Ese libro le debe su vida a don Tomás, el director de la editorial en aquella época. Él argumentó haber estado en la Guerra Civil de España, saber lo que son los bombardeos. Ese libro sigue imprimiéndose y debe salir”.





Elsa I.Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 29 de noviembre de 2012 

Manzanillo, Colima, Mexico

viernes, 23 de noviembre de 2012

Aprendizaje




La enseñanza siempre debe ser autodidacta. Mediante la 
observación y experiencia, es un excelente método para aprender. 




Los jóvenes asisten a las escuelas creyendo que van a aprender de las cátedras que dan los profesores dentro del aula; ignoran que es al revés: ellos son los verdaderos instructores. Es una reciprocidad intencionada. El primero tendrá de premio un certificado o título avalado por la institución educativa, y el segundo, dinero en su nómina.
He visto a chicos de preparatoria vestidos con ropas sencillas, gorras sobre la cabeza, playeras desfajadas, tenis desabrochados, acercarse a la recepción de la escuela, preguntar por el monto a pagar por conceptos de inscripción, mensualidad y costo del pago por vacaciones; muchos, al escuchar la cantidad , voltean hacia atrás maldiciendo, sacan del bolsillo de su pantalón la cartera, discretos revisan los billetes y sacan unos cuantos, se los dan a la secretaria que los atiende y cuestionan: “Si pago todo eso, ¿ya estoy al corriente?”. Ella mueve la cabeza con un gesto de apraovaci
ó
n.




En la escuela de sistema semiescolarizado, a nivel preparatoria, muy pocos estudiantes son adultos, y aunque hay jóvenes trabajadores, no lo son en su mayoría. 




El primer día de clases de la materia, Literatura I, los jóvenes atentos esperaban mi instrucción. Empecé a explicar conceptos, utilizando diapositivas proyectadas sobre la pared blanca. Si acaso dos personas hacían anotaciones en sus libretas; el resto, creía que les mandaría el archivo del tema visto a su dirección electrónica, y lo peor, una estudiante me propuso que se los enviara a todos a través de Facebook, entonces decidí dejar dicho método, obligando a que los propios alumnos hicieran sus apuntes de acuerdo a lo que creían importante. Por supuesto, la decisión no fue nada agradable para ellos.



También pude percatarme que en la secundaria donde estudiaron, los profesores de Español o Lectura y Redacción no los ponían a leer. Lo supe directamente por ellos cuando les pregunté si habían leído tal título, que se supone debían hacerlo para conocer las corrientes literarias. La respuesta fue un descarado no y tampoco les interesaba hacerlo. De diecisiete alumnos, una señorita mencionó que ya había leído varios libros. En realidad, se le notaba en la forma de expresarse, en la manera de pensar, sobre todo en su escritura, pues lo hacía sin faltas de ortografía; en cambio, el tercio de un grupo de 15 personas, padecen de ello. 



A nivel licenciatura, donde casi todos los estudiantes, son trabajadores, existía poco interés en el análisis y crítica de los temas a investigar. Temas que eligieron para exponer ante sus compañeros. Sólo unos cuantos fueron impuestos por mí, pero hubo flexibilidad de cambiarlos. Los trabajos se prestaban para hacer una investigación de campo, pero prefirieron sentarse frente a la computadora, teclear el nombre de un buscador en internet y transcribir la información a su libreta. Hubo uno que otro que justificó no haber hecho una buena tarea por no haber encontrado nada.

El análisis y la crítica ayudan a tener un amplio sentido de percepción de los sucesos que ocurren a nuestro alrededor, saber qué está pasando en con la  sociedad, entender el comportamiento de la misma en determinadas situaciones, opinar sobre tal cosa,  aportando ideas y soluciones a ciertas situaciones que las requieren. Ser curiosos o tener el espíritu inquieto de saber todo, es favorable para la autoenseñanza. 



Una alumna cuestionó si aplicaría alguna vez una investigación en su trabajo. Le contesté que eso dependería de ella, pues si quisiera ser profesionista sobresaliente o común y corriente, bien podría investigar cómo hacer tal función o labor más de allá de su cargo. Otra joven expresó que en 3 años que tiene de antigüedad en la empresa donde labora, jamás se había acercado a realizar una investigación, y le fue interesante aprender.



En los sistemas semiescolarizados las materias abarcan de cinco a seis unidades en determinadas materias que deben ser impartidas en un promedio de 15 ó 21 horas de clase. Es de sumo cuidado contemplar una materia de nivelación en conocimientos, con el fin de que los alumnos tengan una mejor recepción de aprendizaje en las asignaturas que tomarán, y tanto el alumno como el profesor identifiquen las debilidades que deben fortalecer.


Es bueno considerar se lleve a cabo un taller de lectura y comprensión, donde el estudiante pueda mejorar su escritura y redacción. Esas propuestas las hice a dos directivos educativos, incluso al fundador de una universidad, la respuesta fue la misma: “Lo contemplaremos”.



Elsa I. Gonzalez Cardenas 
Publicado en el Diario de Colima
el 22 de noviembre de 2012
Manzanillo, Colima, Mex.

viernes, 16 de noviembre de 2012

El sabor de Welcome to Manzanillo





Con anticipación, Mar sabía la fecha en que la hermana junto con sus hijos pequeños iría a Manzanillo desde Estados Unidos. Por lo que compró un cántaro de barro, papel china, y se aseguró de tener en casa periódico y harina para hacer engrudo. Tres semanas antes de que arribaran, hizo otros pendientes: estancó los planes y estuvo enojada consigo misma por no tener tiempo suficiente para elaborarla. En los ratos de descanso, pegaba con el engrudo los recortes de periódico sobre la vasija, hacía los picos para la estrella, doblaba el papel china, lo cortaba en barbas, las volteaba, untaba el pegamento casero y lo añadía en la cartulina sobre los conos; los colores amarillo, azul, naranja, rosa y verde le darían vida a la diminuta piñata. Sería la primera para los sobrinos. 



La concluyó días después de la llegada de los familiares. Los niños, felices, golpeaban el barro con un palo, y en pocos minutos la rompieron. Durante la estancia de sus familiares, era común que salieran a visitar los restaurantes de la ciudad: desayunaban, comían o cenaban en la calle. 



Al transitar en vehículo de la zona centro hacia el boulevard Miguel de la Madrid, Mar guiaba a la hermana por dónde pasar. En Fondeport, la conductora lamentó la escasa o nula –en algunos tramos– señalización para los automovilistas. Un letrero pobre indicaba: Valle de las Garzas, derecho; otro boulevard, con una flecha indicando desviación.


Antes del atardecer, fueron a cenar a un restaurante contiguo a la Zona Militar. Vio el desierto frente al mar. Le dio un poco de pena, también pensó que apenas eran las 6 de la tarde. En el restaurante, el mesero tomó la orden de las bebidas, luego la de los platillos. Eligieron camarones al coco y filete de pescado en salsa de cilantro; de postre un helado de vainilla, congelado por más de 2 días. Antes de iniciar a cenar, los niños, recorriendo los pasillos, conocieron los baños, observaron los cuatro barcos incrustados en la pared, el reloj, un pez vela de yeso, y el mural con buques anclados. Comer frente al mar es fabuloso; las olas cuchichean el oído, al mismo tiempo la sal se impregna en la piel y el viento no deja de abrazar.



El piso del restaurante estaba húmedo por la brisa del mar. El mosaico grisáceo no era el adecuado para un comedor, demasiado resbaloso para la costa. El peligro acechó a los clientes. Ninguna persona del restaurante sugirió precaución; un letrero insertado en los primeros escalones de la entrada del inmueble decía: “Cuidado, piso resbaloso”, mientras el agua de una fuente caía directo a la cerámica oscura. Mar comía en pausas, la sobrina quiso conocer el baño, el sobrino pedía ser acompañado a ver el pez y los barcos para repetir docena de veces las palabras: boat y fish. 



Los comensales ordenaron de entremés para apaciguar el hambre: pan de ajo. Mar creyó que estaría delicioso, mejor que el que prepara ella, pero se desilusionó pronto. El ajo se perdía con la sal. Sal molida con ajo de botella, debió tener de nombre.



La comida estuvo buena, mas no deliciosa. El servicio del joven mesero fue cortés. El vaivén de los infantes tenía turnos; en unas ocasiones, le tocaba a Mar; en otras a la madre. Sólo que al primer descuido, un sobrino cayó al suelo, pegó en la cabeza y el concierto del llanto inició. El golpe fue ligero; el piso amenazante no causó daños mayores. Terminaron de cenar, se marcharon evadiendo el charco de agua en los escalones. 

Un restaurante que goza de buena fama, ubicado frente a la colonia del ISSSTE, la atención del personal de trabajo es excelente. Hay meseras de 50 y 60 años de edad que tienen mucho tiempo trabajando en ese lugar. Los camarones al coco que Mar insistía en consumir, no eran rayados ni capeados como el anterior negocio; sabían deliciosos. Ese día, el oleaje del mar estaba picado, así que la vista era hermosa. El tentempié en esa ocasión fueron quesos y telera fría, no del día, con mantequilla. 



Otro restaurante, cercano a Villas del Mar, en El Naranjo, ofrece al turista –que en su mayoría es extranjero, por ser la temporada de frío en el norte del país– cordialidad, comida rica, un ambiente acogedor, junto con panes fríos, comprados en las tiendas de autoservicio.



Mar es exagerada para todo, más para la comida, prefiere comer lo menos que pueda alimentos procesados, pero no le es posible cuando sale a comer a la calle. Si pide naranjada para beber, suelen darle jugo envasado o limonada, concentrado de limón que a la mayoría de los clientes no les importa eso. De cualquier manera, sabe que ese es el precio que debe pagar por estar con los sobrinos.


Ella sabe que todo es percepción y distintos paladares. Al final, lo importante es conocer, disfrutar el placer de comer. Por esa razón, Welcome to Manzanillo debe ser una fiesta para todos los porteños, pues es increíble ver los rostros contentos de los turistas canadienses, estadounidenses, en las playas, bares, restaurantes, calles, antros comerciales y en el mercado de Santiago. Unos vienen a quedarse por 6 meses; algunos por días, pero al final siempre regresan y recomiendan visitar al puerto.



Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 15 de noviembre de 2012
Manzanillo, Colima 



jueves, 8 de noviembre de 2012

Hilo de historias



G sale contenta al jardín de su casa para ver florear a los belenes. Cuando sus hijas van a visitarla o le llaman por teléfono, las presume. Las plantas son parte de su vida. A veces, recién abierto el botón, al día siguiente desaparecen las hojas carcomidas y dejan el tallo intacto. Al percatarse, furiosa busca el frasco con polvo blanco, pronunciando groserías. Lo encuentra, vierte un tanto al rededor de la planta, hace lo mismo con el helecho, flores del guanábano y el árbol de mango. Por la mañana, amanecen en una sola dirección cientos de hormigas muertas.



R es un extranjero que visita el puerto cada vez que puede, éste al ver un envase de leche vacío, limpio, estilándose, cuestionó a su esposa qué hacía ahí; la respuesta fue contundente: “Es de la hermana, va a reciclarlo”, a lo que contestó la G: “Pero si en México no reciclan; en Estados Unidos, sí”. 



A tuvo un buen motivo para sentirse orgullosa, se dio cuenta que su mentalidad hace la diferencia. C despierta en la madrugada, gracias al aullido agudo o grave de un gato salvaje que escucha afuera del balcón de la recámara. El animal se acerca a la casa, azota con fuerza su cuerpo contra la puerta de vidrio y metal, pasa el salón de juegos a través de una apertura del mosquitero que él mismo se encargó de hacer; se adentra a la cocina, echa un vistazo al bote de la basura, si le gusta el menú, lo deja caer en el piso, brinca los bancos de la barra, sube a la isla, encuentra cuatro aguacates, empaquetados en una malla plástica de color verde; muy paciente, abre la cáscara haciendo un pequeño orificio, quita la carne, succiona el hueso dejándolo limpio, termina y se va.



C no lo ha pescado en infraganti, piensa que podría ser un mapache, y busca la manera de deshacerse de él. Tal vez utilice veneno, mezclado con alimento. Desconoce la forma, pero el propósito lo tiene fijo: aniquilarlo. 


I ayuda a C a investigar qué tipo de animal es, para idear el asesinato. La primera está consciente que no es bueno tener inquilinos incómodos e inteligentes en casa, porque la noche anterior no había comida a la vista sólo en la alacena con puertas de madera, cerradas, para éste no fue inconveniente, las abrió, extrajo una barra de pan integral y se comió varias piezas. 


A fue educada para matar todo animal que pudiera ser dañino al ser humano: las ratas, moscas, cucarachas, alacranes, las víboras, etcétera. De niño, se desmayó luego de haber sido atacado por una avispa; gracias a esa experiencia, supo que es alérgico a su picadura. Lo que nunca entendió es por qué mata sólo por su condición física.



S era un vecino de cincuenta y tantos años, tenía una gata que se llenó de hijos. A la cría, después de un mes de su nacimiento, él los metía a un costal, iba a la playa a tirarlos al mar. Esa actividad no le generaba ningún remordimiento de conciencia. 



En las casas de descanso que vemos o al menos escuchamos hablar en zonas exclusivas del puerto, rodeadas de cerros, mar y una exquisita vegetación, bajan de la cima animales nocturnos, víboras, lagartos; nacen en la playa cangrejos, moyos; vuelan mariposas de muchos colores, escarabajos, insectos extraños para el citadino. Por desgracia, la mayoría de ellos son aniquilados con fumigantes. El fin es desaparecerlos a como dé lugar. Aún recuerdo en un estante de una tienda norteamericana en Puerto Vallarta, donde una botella amarilla tenía el rótulo: “Matababosas”. 



La mayoría de personas con solvencia económica desperdicia mucha comida, consume productos para cada cosa (toallas para la tos); les importa cuidar el orden, la limpieza, la belleza de su casa, pero no les interesa cuidar los recursos naturales. Las personas que hacen el aseo en las propiedades, mexicanos-manzanillenses, barren con agua de la manguera las terrazas. Algunas veces, los propietarios que viven en un fraccionamiento no tienen transporte para trasladar los deshechos diarios al relleno sanitario municipal, entonces optan por quemarlos.



¿Quién puede encargarse de proteger a los animales? ¿Dónde están los biólogos, las autoridades de protección animal, del ambiente? ¿Por qué el asombro de la existencia de una onza en el Cerro de La Cruz, si en las comunidades de la costa aún existen venados en peligro de extinción y en plena ciudad dan muerte a manglares y árboles? 


En conjunto, las letras comparten un mismo hogar: la tierra. Cuidémosla y amémosla. El hilo de estas historias termina contigo. 





Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 09 de noviembre de 2012
Manzanillo, Colima, Mexico

miércoles, 7 de noviembre de 2012

sábado, 3 de noviembre de 2012

Anomalías en el puerto


SUSPENSIÓN DE OBRAS

Una semana antes del cambio de administración pública municipal conversé pocos minutos con el entonces director de Ecología, el arquitecto Francisco Gudiño, respecto al tema del derribo de árboles para la construcción del distribuidor vial, del proyecto del túnel ferroviario. 

Tuve la oportunidad de leer el oficio que apenas unos cuantos días antes de mi visita, la Administración Portuaria Integral (API) de Manzanillo metió a la dependencia para solicitar el derribo de 243 árboles y 46 trasplantes; era un simple lista con número de folio, donde las vidas de la flora para ellos no vale nada.

El arquitecto comentó que a su planilla laboral no le tocaría aceptar dicha petición, sino a la siguiente, por cambio de gobierno; sin embargo, argumentó que para poder dar luz verde es necesario hacer un estudio, verificar si efectivamente la cantidad de árboles y especies son reales a los que detalla el documento; incluso comentó que por ahí había detectado una parota. 

Le cuestioné sobre las excavaciones del camellón de la avenida Teniente Azueta, él aseguro que estaban haciendo pruebas para meter tubería de fibra óptica, nada tenía que ver con el derribo de la arboleda, ya que aún no estaba autorizado. No transcurrió ni una semana cuando un grupo de hombres iniciaron la tala sin permiso. 

Al comenzar la nueva administración, las obras del proyecto del túnel ferroviario fueron suspendidas por irregularidades, declara en la prensa el presidente municipal, Virgilio Mendoza. Esta acción es un acierto del funcionario, ojalá tome en cuenta a la población quién está y estará sufriendo el “crecimiento portuario”, sin ver ningún resultado favorable para los porteños.


DEPORTIVO “TUBO GÓMEZ”

El domingo pasado fui invitada por un grupo de estudiantes a ver un partido de futbol como parte de la semana cultural de una escuela. El juego fue en el deportivo “Tubo Gómez”, en el Barrio 3 del Valle de las Garzas.

En la entrada, del lado izquierdo, los sanitarios tenían las luces encendidas a pleno mediodía, intenté apagarlas, buscando el switch, pero no tuve éxito. Al acercarme a las canchas de basquetbol me percaté que el piso tiene la capa de cemento y pintura carcomida; en cambio, la cancha de futbol enrejada y con malla, asoma agujeros grandes, las gradas de fierro oxidado, algunas rotas, eso es un peligro para el espectador, así como la diminuta cancha de tartán tiene más asperezas que la mano de un trabajador de campo. 

Es verdad que las cosas por el uso se desgastan, sin embargo, esos descuidos pueden ocasionar futuros accidentes. 

Luego surgió la cuestión: ¿Cómo fomentar el deporte cuando un estadio tiene desperfectos? Espero que pronto los manzanillenses cuenten con instalaciones dignas para ejercitarse y el auditorio goce de seguridad.




Elsa I.Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 01 de noviembre de 2012
Manzanillo, Colima, Mexico