jueves, 11 de agosto de 2011

Carrera profesional

La P minúscula tenía el sueño de ser abogada. Cuando creció y se convirtió en joven pidió el apoyo de sus padres para estudiar la carrera de derecho en la capital. Su papá no quiso solventar los gastos y sugirió que mejor estudiara una carrera que hubiese en el puerto. Las únicas que existían en el año 1995 eran las licenciaturas en el área de ciencias sociales: Administración de Empresas, Contabilidad, Informática y Comercio Exterior.

Esta última era de nueva creación en ese ciclo escolar, por lo que ante la demanda de un ciento de jóvenes, hicieron abrir dos grupos. Uno de ellos recibió el apodo Tutifruti. Aún así la P soñaba en ser abogada, cargar en su mano izquierda un portafolio de piel, vestir medias, zapatillas, saco y falda para ir a abogar por los clientes. Creía que se convertiría en una buena defensora de los inocentes porque su enfoque sería criminalista. La P mayúscula, hermana mayor de la P minúscula al saber la negativa del padre hacia el deseo de la menor, ofreció su ayuda económica. Días posteriores las dos “P” fueron al banco a abrir una cuenta bancaria donde le depositaría dinero cada determinado tiempo.

En aquél entonces la universidad impartía cursos propedéuticos para nivelar o reforzar las enseñanzas del futuro alumno antes de ingresar a la carrera. Al término vendría la aplicación del examen de admisión: Ceneval (Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior, A.C.).

El día de la publicación de las listas de los resultados de los candidatos aceptados por la institución educativa, la P minúscula no quedó en listas. Ella consciente de ser una estudiante promedio y de no contar con un promedio excelente tuvo que regresar a Manzanillo, elegir la carrera que más le gustaba y estudiarla. Eligió administración de empresas. Al quinto semestre pidió el cambio a comercio exterior, se lo dieron por demostrar interés y asistir a un club de comercio exterior que el catedrático R impartía los sábados por la mañana. En aquella época el número de alumnos del salón Tutifruti se redujo a un grupo de cincuenta y tantos debido a que muchos chicos desertaron.

A la P minúscula le fascinó la carrera. Ahí tuvo la fortuna de conocer algunas herramientas que más tarde utilizó en el ámbito laboral. Hizo buenos amigos de los que ahora conserva y también conoció agrandes amores.
Ya adulta comprendió la inmadurez que cometió en restarle importancia en la carrera profesional a elegir, en optar por la comodidad del turno matutino y en descubrir un poco tarde su vocación.

Ayer la Universidad de Colima publicó la lista de los candidatos aceptados a nuevo ingreso de nivel medio y superior. No es de sorprenderse que padres de familia buscan ayuda para incorporar a sus hijos en las preparatorias y facultades de su preferencia por comodidad, sin diferenciar la importancia de elegir una carrera profesional por vocación. Más que un favor para los jóvenes hacen de ellos una dependencia en facilitar los caminos de la vida a los cuales transitarán.


Elsa I. Gonzalez Cardenas

Publicado en El Diario De Colima

El 11 de agosto de 2011

Manzanillo, Colima, Mexico

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