martes, 9 de julio de 2013

Un proyecto de intereses






En el oficio que la Administración Portuaria Integral de Manzanillo (API) envió al gobierno municipal, área de Desarrollo Urbano, sección Ecología, en días pasados, solicitó el derribo de 223 árboles en las zonas contiguas al centro, colonias San Pedrito y Burócrata, con el fin de crear el distribuidor para dar paso a los vehículos a través de un puente, esto debido al proyecto del túnel ferroviario de Manzanillo. Así se inicia la columna del mismo nombre, publicada por su besuña narradora, el 11 de octubre de 2012.


Desde la semana pasada, hombres y mujeres que portan chalecos naranjas fosforescentes y cascos de plástico sobre sus cabezas, limpian y recogen los ladrillos del piso que impedían el crecimiento de maleza en el camellón de la avenida Teniente Azueta. Parecen hormigas, poco a poco despegan la loza con el pico, la recogen con pala para echarla a la carretilla, juntan montones en un lugar estratégico, luego lo vacían y le dan forma de una montaña roja.





Nadie niega que el proyecto del túnel ferroviario sea espectacular o eficiente, pues hay dinero de por medio, gente capaz de construirlo, sin embargo, eso no le quita el derecho a su besuña –loca– narradora en discrepar, pues no considera viable que se haga en la zona de San Pedrito y colonia Burócrata, este último lugar es donde nació y ha vivido por muchos años.



En los años 80 y 90, mientras los agentes aduanales trabajaban duro para hacerse ricos –algunos– a costillas de sus trabajadores explotados, y el gobierno federal planeaba, junto con las autoridades estatales y municipales, la forma más eficiente de abrir el libre tránsito de mercancías internacionales pasando por la Aduana Marítima de Manzanillo, gracias a la apertura comercial que tiene México con otros países, su narradora gozaba la vida de estudiante.



Tuvo que crecer y estar dentro del medio portuario para vivirlo, darse cuenta del mundo de dinero que se maneja en el agenciamiento aduanal, las maniobras por cargas consolidadas, contenerizadas de mercancía general o peligrosa, el precio de fletes marítimos, terrestres, seguros, embalajes, custodia y la cantidad de favoritismos y, por qué no decirlo, de la corrupción que a veces se recurre para agilizar los trámites burocráticos, tanto en las dependencias de gobierno o de las privadas; pero también le queda claro el extraordinario trabajo que hace todo el equipo portuario para posicionar a Manzanillo en el puerto líder en el movimiento de contenedores.



Volviendo al proyecto del túnel ferroviario, la mencionada considera que los intereses colectivos deben prevalecer sobre los individuales o, mejor dicho, sobre los de unos cuantos, y esto lo digo porque en ningún momento la comunidad portuaria que menciono al principio del texto expone las inquietudes del pueblo, por más absurdas que sean.



Por cierto, a otro cuento con lo de “perder el dinero para el proyecto”, pues siempre hay alternativas para que esto no suceda, sino pregúntenselo a la administración pasada, cuando en 2010 el Centro Cultural Salagua corría el riesgo de no construirse si no se aprovechaba en tiempo y forma el apoyo del Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados, con la diferencia de que tal edificación no afectaría a terceros; al contrario, los beneficiaría.




Vivir en la colonia Burócrata en la actualidad no está del todo mal, aunque debo admitir que la constante caída de contenedores dentro del patio de la terminal y el bullicio de las grúas desde las 5 de la mañana –está permitido– es horrible. En cambio, los fines de semana, el escenario es otro: las aves gozan las mañanas y las tardes, sin que la gente vaya o venga dentro de sus vehículos, pero ¿a quiénes les importa los ruidos o la próxima muerte de los 223 árboles que van a derribar? Es imposible pensar que destruiremos los hogares de los pocos animales que aún habitan en esos árboles o que gracias a ellos respiramos tal cantidad de oxígeno.



Su besuña narradora le pide de favor a la comunidad portuaria, no olvidar sus raíces donde iniciaron sus oficinas: Hano Paniagua, Andrés Palazuelos, Óscar Benavides, Hugo Herrera, entre otros. La colonia Burócrata los anidó o anida por muchos años, y perdón que lo diga, pero poco o nada han hecho ustedes para mejorarla. Lo diré simple: Nos hemos servido con la cuchara grande, ni el mismo busto de El Chato Barragán, que el mar se tragó en el terremoto del 95, resistió al desequilibrado crecimiento portuario de Manzanillo sin respetar a la Madre Tierra.




Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 04 de julio de 2013
Manzanillo, Colima, Mexico 

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