jueves, 15 de agosto de 2013

Sociedad descontenta

Un vecino de la colonia Burócrata se acerca a Eleuteria para saber si ya había tomado fotografías del crucero de San Pedrito, cuya área de las banquetas están perforando para la construcción del túnel ferroviario. Ella responde que sí, entonces D continúa el interrogatorio: ¿Crees justo edificar una barda bajo el distribuidor vial para que la gente no pase por ahí, sino por arriba?, ¿qué sucederá con los adultos mayores, las personas que no pueden caminar?, ¿por qué cerrar el andén?


No estoy de acuerdo con el proyecto, aunque lo van a hacer, pero no quiero más molestias, porque si veo un ladrillo puesto, me plantaré frente a los hombres de la obra para quitarlo e impedir la creación de la barda. No importa que después no tenga empleo en tal empresa portuaria, debo defender los intereses de todos. Ah, y todavía en días pasados se acerca el aún presidente de la colonia a decir qué mal me vi con esa actitud ante los trabajadores. “¿Acaso estoy mal?”. Ella responde: “No, estás defendiendo lo justo”. Luego, argumenta la falta de conciencia y respeto al peatón, e inicia a relatar una serie de inconformidades por parte de las autoridades municipales, e inconsciencia de la gente: “No es posible que en la banqueta del antes Centro de Salud y en la acera de enfrente hagan hoyos, interrumpan el paso al peatón, y todavía para colmo, en lugar de darle un espacio para el libre tránsito, se olviden de él, obligándolo a bajarse del concreto, a torear los automóviles estacionados ahí a un pocos metros”. D estaba más concentrado en su queja que en los argumentos de su vecina.



Colima es un estado que no ha planeado lo mejor para ofrecer al peatón, a ciclistas y a personas con capacidades diferentes. Nos agradan las avenidas y el reencarpetado de las calles empedradas. ¿Qué mensaje enviaremos ahora que el estado ha sido nombrado como Capital Americana de la Cultura? ¿Acaso se tiene poco interés en los extranjeros que pasan por las calles mencionadas para realizar un trámite en el Instituto Nacional de Migración?



Las molestias hicieron su aparición desde la semana pasada, cuando hombres y mujeres rompen el piso, abren zanjas, pero sobre todo, cierran la calle –el lunes por la noche– sin previo aviso ni señalización.

RESULTADOS DE


LA FACULTAD DE MEDICINA



El viernes 9 de agosto salieron publicados, a los primeros minutos del día, los nombres de los estudiantes que fueron aceptados en la Facultad de Medicina de la Universidad de Colima.



Eleuteria recibió una llamada, por la madrugada, de una chica, para darle las buenas nuevas: había sido aceptada en la Facultad de Medicina. Contenta y sorprendida por el resultado, felicitó a la joven, augurándole grandes retos e incluso apostando por ayudarla un poco de manera económica para sacar adelante sus estudios.



La mañana siguiente, Eleuteria contó la noticia a un conocido que trabaja en dicha institución educativa. Él también se sorprendió al saberlo, incluso vociferó: “Sí es inteligente”, después hizo una pausa, seguida de una pregunta: “Espera, ¿es la hija de la maestra de la universidad?”. Ésta contestó de manera positiva, entonces vino el comentario incómodo: “Ah, entonces fue por eso, es que en automático, los hijos de los trabajadores entran sin problema”. Eleuteria sintió un golpe bajo en el estómago al escucharlo, pero de inmediato dijo: “Eso no se vale, todo estudiante tiene el derecho a competir y ser aceptado por sus logros, no por palancas; pero bueno, si eso ocurrió, aunque la joven tiene promedio de 9.2, pues que aproveche la oportunidad”.



El descontento de algunos padres de familia, cuyos hijos hicieron curso propedéutico y examen Ceneval, se hicieron presentes en las oficinas de la facultad. Las cuestiones de por qué fulanito pasó y yo no, si tienen el mismo promedio que menganito en el certificado de la preparatoria o el resultado del Ceneval, o luego de hacer un segundo intento para ingresar a la carrera de Medicina, no haya tenido éxito, para algunos causa cierta duda.



Vocifera un padre de una estudiante rechazada: “Estoy seguro que mi hija aprobó el curso propedéutico, lo sé, pero no quisieron mostrarme los documentos que lo explican. Ella obtuvo buen puntaje en el Ceneval, pues tengo una constancia que lo avala. Sobre el curso, invertí en ella 30 mil pesos, 3 meses de preparación. Estuve muy molesto, quería hablar con el rector, pero no me dio la cara. Ni modo, por algo pasan las cosas, Dios no se equivoca”.



Eleuteria se despidió de la D, no sin antes decirle que cuente con su apoyo para impedir la edificación de una barda bajo el futuro distribuidor vial, y con el desconocido espera verlo pronto para tener una larga charla para hablar de esa competencia desleal.



Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
el 15 de agosto de 2014
Manzanillo, México

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