viernes, 18 de junio de 2010

Cautiverio


Los primeros halagos del día los recibo de Pepe, un perico de tres años. Vive en una jaula blanca que cuelga en la pared de los escalones que dirigen a la azotea de la casa. Dicen que los animales se parecen a sus dueños, no lo dudo. Es torpe, tragón, de plumaje verde, azul y amarillo. Tiene poco gusto por el agua, siempre se entretiene con semillas de girasol, trozos de brócoli, elote o una almendra roja; dice fiu fiu y un repertorio de palabras. Hoy dejé la puerta abierta de la jaula, puse un pedazo de pan, mitad hacia adentro y la otra hacia fuera. El perico tomó con las garras el alimento, subió a su columpio para ingerirlo. Pepe, aunque tenga alas no sabe estar en libertad. Insistí en lograr que saliera. Saqué por completo la vasija de comida, la coloqué cerca de las rejas; el animal dio giros en el aire, voló sin dirección hasta caer al sofá de la sala. Contenta por la hazaña, tendí una colchoneta en el piso junto al sillón para descansar mi columna y ver las reacciones del animal. Ahora aquí lo tengo, frente a mí, sigiloso, atento a cada movimiento que hago. Su entorno es el ruido de la calle, los ecos de la casa y la frialdad de una celda. “Vete, vuela”, le digo. Parece decir algo, salen sonidos de la garganta.

Debo confesar que a veces me introduzco en la jaula del perico y soy él. Veo pasar los días sin hacer un cambio trascendental en mi vida. Lejos de las ocupaciones cotidianas, olvido por completo el sentido de la libertad. Temo redescubrirme día a día. No soy la misma en el segundo que acaba de morir. Tengo miedo de ir más allá de lo que soy capaz, decir “ésta soy y me acepto”. No suelo romper paradigmas, vivo las líneas que otros trazan para llegar sin titubeos.

Mi formación fue convencional donde lo correcto se diferencia del “no está bien”. ¿Qué debo hacer cuándo las situaciones se presentan diferentes? ¿Dónde saco el instructivo del “bien y del mal”? ¿Acaso adorar a Dios es la salvación? Desconozco si gozo de plena libertad en tomar mis decisiones. Debo hacer lo que indique la conciencia y no mi alma. Es cómodo tener una vida resuelta donde el alimento debe ser más que suficiente, la seguridad indispensable y la compañía un requisito.

Hay momentos en que salgo de la jaula y vuelo hasta el jardín de la casa. Detengo mis alas en árbol de guanábanas, huelo el alba, pico la flor del fruto, la como y veo a las demás aves darse baños de tierra. Para mí eso es libertad.

El ensayista regiomontano, Érick Vázquez, argumenta: “Cómo negar que la soledad trae consigo una libertad de movilidad que es la que la hace tan atractiva. Estar libre suena a eso, se vive así también: Estar libre de ataduras. La libertad se vive exactamente como el amor. No es algo del todo inalcanzable y no significa necesariamente ser feliz”. Y hablando de política coincido con él. “En Cuba, los ciudadanos no tienen libertad, ése es el argumento para decir que la vida en esa isla debe cambiar, que no puede seguir como es y que debe mejor ser como la nuestra, que estamos afuera; la vida de las opciones, la vida del capitalismo, un sistema económico que justo como el comunismo no se separa de su sistema ideológico. Pero en Cuba la gente no está del todo advertida que viven una vida de opciones que nosotros los de afuera no tenemos. El capitalismo me parece una maquinaría que deliberadamente ahoga al sujeto en su libertad acosándolo con opciones”. Tenemos el tatuaje del capitalismo desde el primer milésimo de segundo que respiramos y olvidamos por completo ser libres.

Hay “libertades” condicionadas, aunque la verdadera libertad es un vuelo interior donde no existen ligaduras y uno sabe a dónde ir.

Cada domingo le abriré la puerta a Pepe para que vuele. Aunque sé que morirá en cautiverio, quiero que sus alas toquen el aire y olvide que alguien lo arrancó de la periquera al poco tiempo de nacer y lo vendieron sin el menor remordimiento. A diferencia de los hombres, los pericos no se reproducen en cautiverio, quedan muertos en vida.



Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
el 17 de junio de 2010

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