martes, 15 de junio de 2010

Mentira

Quien dijo la primera mentira
fundó la sociedad civil.
Oscar Wilde


Jacinta y Pedro caminaron por las calles empedradas del pueblo mágico, Comala. Detuvieron sus pasos frente a una barda que sirve de mural con una estrofa de la novela Pedro Páramo, de Juan Rulfo. Los caminantes la leyeron. Él un poco molesto argumentó: “Es mentira. Ese pueblo del que habla no es Comala. Miente quien le da el crédito a la tierra que no es”. Jacinta dijo: “Sé que el lugar de comales no es el que describe Rulfo en su narrativa. Sólo le puso el nombre porque por aquí pasaba toda la gente que iba a Tuxcacuesco”. Lo comentó luego de recordar algo de la conversación que tuvo con el amigo Julio en el viaje que él hizo por esa “geografía rulfiana”.

El escritor Juan Rulfo plasmó su obra en otro pueblo que no es Comala. Eso pudiera ser loable para los colimenses, pues dio vida y reconocimiento a un rincón de Colima. En la literatura puedes crear la fantasía con una mezcla de realidad, pero en la vida real quien no dice la verdad se le nombra mentiroso.

Mentir es una realidad virtual. Quién puede asegurar que su vida no es una farsa. Y no digo que se deba vivir con la idea de qué mentira decir mañana, no, eso es inconsciente, muchas veces nos mentimos a nosotros mismos sin saberlo. El autoconocimiento nos acerca a la sinceridad.

Vivimos dentro de una sociedad donde las reglas civiles, morales y religiosas deben ser acotadas; si nos negamos a cumplirlas viene el rechazo a pertenecer o el castigo.

"No estamos intentando impresionar a otras personas, sino mantener una visión de nosotros mismos que sea consistente con la forma en que nos gustaría ser", dice Robert Feldman, un psicólogo de la Universidad de Massachusett. La aceptación es una de las causas por las que mentimos. Reflejar ser lo que no somos suele ser una máscara de autodefensa.

Conocernos da miedo. Hay temor al sacar el verdadero deseo del alma. Mostrar el diablillo que traemos dentro y ejercitar el lado humano. Solemos controlar las emociones para no abrir el corazón porque conllevaría a que conozcan nuestras fortalezas y debilidades. Es más cómodo vivir dentro de esa piel que cubre el cuerpo a demostrar la verdadera esencia del ser. Lo paradójico es que también nos gusta que nos engañen. Admiramos las imágenes y las palabras. Una mujer guapa o un hombre apuesto en seguida le damos la aceptación para ser parte del círculo de amistad o plano sentimental; elegimos el gobierno que dirigirá el país aunque poco le creamos en sus promesas de campaña; al vendedor de mercancías o servicios que promete resultar una maravilla si le compras; o la frase “hasta que la muerte los separe” si muchas veces la ruptura no es tanto física sino espiritual, y que por alguna razón uno permanece ahí.

Tomás de Aquino distingue tres tipos de mentiras: La útil, la humorística y la maliciosa. Según los tres tipos son pecados. Las mentiras útiles y humorísticas son pecados veniales, mientras que la mentira maliciosa es pecado mortal.

Las mentiras son parte inherente de la vida, algunas pueden destrozar y herir, pero otras albergan esperanzas o motivan a vivir una realidad inexistente. Somos una máscara teatral, persona.

Jacinta pensó que quizá es mejor seguir con el engaño de que el pueblo fantasma es Comala, pero también imaginó que algún día pudieran darle crédito a Tuxcacuesco, Jalisco, porque de cualquier manera fue el sitio que inspiró al escritor y los lectores merecen saberlo. En cambio Pedro volvió a decir: “¿Pero por qué, si es mentira?”. Ambos en complicidad de la falacia se marcharon a Los Portales a tomar una taza de café.


Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
el 10 de junio de 2010

2 comentarios:

  1. oh! mucha informacion! ;)
    Prefiero que me hiera la cruda realidad a que me envenene la mentira piadosa, ji ji ji. Todo tiene consecuencia. :(

    Slds

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  2. Fanqui no mientas, si tú tambièn vives con el engaño!
    Si no deja recordarte....

    Gracias por comentar : )

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