jueves, 17 de marzo de 2011

En el hospital del ISSSTE

Habrá quienes disfrutan más las mañanas que las noches. Otros prefieren antes de levantarse de la cama programar su mente para empezar el día: trabajo, escuela, ejercicio físico, reuniones sociales, compromisos familiares, atender a los hijos, preparar el desayuno, hacer las labores domésticas, etcétera. Hombres y mujeres organizan más de 12 horas de su vida en la agenda. Muchos, inconscientemente hacen lo mismo todos días como parte de la rutina y responsabilidad.

Lula, el miércoles después de cenar platicó con los amigos imaginarios acerca de su juventud. Lloró al escuchar música de Los Dandys en la grabadora. A la medianoche no pudo cerrar los ojos para dormir. Durante 7 horas miró el ventilador de techo sin encontrarle forma. Al amanecer perdió el apetito y la glucosa en su sangre estaba muy alta. Con las manos frías y la fantasía de estar en un enfrentamiento policiaco, sus hijas lo llevaron a la fuerza al hospital del ISSSTE. Al arribar, el guardia de seguridad privada ofreció la silla de ruedas para el anciano. Lula creyó que al entrar al edificio blanco sería caer ante el enemigo. Ellas lo sentaron con brusquedad. Fue imposible que reaccionara de manera pacífica. En ese instante era un hombre en el campo de batalla con la pistola a punto de desfundar en el cuarto de emergencias del sanatorio.

“Papá, no traes ninguna pistola, es tu mano. Nadie te va a hacer daño, nosotras no lo vamos a permitir. Estamos en el hospital, mira, aquí está el doctor. Pórtate bien”, aclaró la hija mayor. Lula se perdió entre la fantasía y el recuerdo, gritó: “No estoy loco”. La aguja de una jeringa atravesó la piel del brazo derecho. El fármaco debió tranquilizarlo de inmediato. Él apenas cedió.

Al día siguiente tuvieron que trasladar a Lula a la ciudad de Colima para que el geriatra lo viera.

El Instituto de Seguridad Social para los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en la ciudad de Colima atiende en el área de hospitalización de adultos a más de treinta internos. Los cuartos de choques, área intermedia y aislados son espacios donde el enfermo está en fase de gravedad. Hay cuartos generales donde los pacientes padecen enfermedades comunes de cierto control. Por desgracia, la mayoría de los que están ahí es por descuido.

Eusebio fue vecino de Lula, un señor sesentero, carente de dos piernas y un brazo. Diagnóstico: diabetes y delirio temporal. Requiere operación para dializarlo. Hijos: cinco de los cuales sólo una nuera y dos hijas lo cuidaron. Vida familiar: era un esposo golpeador. Se quedó viudo hace 2 años.

Santana, también vecino, de 56 años, sufrió un paro cardiaco. En compañía de su hija llegó a la clínica en taxi desde Tecomán. Estuvo en el cuarto de choques, luego en el intermedio hasta quedar en el general. Los médicos lo revivieron y argumentaron que poco faltó para que pereciera. Diagnóstico: hipertensión, diabetes y padece del corazón.

Doña Isabel, mujer de 95 años. Cuarto intermedio. Diagnóstico: vejez. Hijos: ocho. Personas que fueron a cuidarla: dos hijas y el resto de la familia estuvo afuera del la clínica. La princesa, como le llamaban, murió el lunes por la mañana. Debió irse en paz, su familia con lágrimas en los ojos le agradeció la bondad y entrega que tuvo hacia ellos.

Persiste la absurda idea de creer que el cuerpo resiste a cualquier daño físico; que ingerir alimentos ausentes de valor nutricional, con grasas saturadas, azúcares, sedentarismo, estrés, alcohol, nicotina y otras drogas va contra todo ser pensante y consciente.

Comer saludable y ejercitar el cuerpo garantiza un mejor funcionamiento del organismo. Cuidarse es sinónimo de quererse, no hacerlo es desidia, complejo de eterna juventud y egoísmo.

Aunque desconozcamos de qué vamos a morir y cuándo, la responsabilidad de todo ser humano es cuidar su salud, la de los seres queridos y todo aquel ser vivo; en adición, tratar de vivir bien y disfrutar cada momento del día. Tal vez sería bueno anotar en la agenda una visita médica semestral o anual para gozar una mejor calidad de vida.

Lula salió del hospital al quinto día gracias a las buenas atenciones de las enfermeras: Clara, Dora, Verónica, y los médicos Catarino, Marco Antonio, y los chicos del Conalep que hacen su servicio social en la clínica del ISSSTE.



Elsa I. González Cárdenas
Éste texto pudo haber sufrido alguna modificación

Publicado en el Diario de Colima
el 17 de marzo de 2011
Manzanillo, Colima, México

No hay comentarios:

Publicar un comentario