jueves, 22 de septiembre de 2011

Central camionera y los mercados

SEGÚN la nota de la prensa local del pasado 19 de septiembre, el administrador de la Terminal de Autobuses de Manzanillo, Iván Herrera, afirmó: “Sin incidencias qué lamentar como robos a pasajeros que son drogados para cometerles algún acto ilícito. Se ha trabajado bien en cuestión de seguridad hacia los usuarios, lo que habla no solamente de los altos estándares en la materia en la ciudad porteña, sino además los acertados dispositivos de vigilancia dentro de este inmueble”.

Cuando la leía, repasaba en la mente los espacios de la Terminal para encontrar a algún vigilante o cuerpo de seguridad. Busqué lento detrás de la barra, donde venden los boletos, el andén previo a la sala de espera, el baño de mujeres, las salas de los autobuses de las líneas de primera y segunda, los carriles de los camiones y la solitaria tienda.

En el recorrido imaginario no logré ver a ningún vigilante en el inmueble. Los únicos filtros de vigilancia que hace el personal de la Central Camionera –así se le conoce en el puerto– son para la revisión de boletos. El primero lo realiza una señora que suele estar sentada en una silla de plástico antes de entrar a la sala de los camiones de primera y, por último, la señorita que los solicita para cotejar el número de asiento y misma que entrega a los pasajeros algunos alimentos para ingerir durante el viaje –manzana, torta, barras integrales, cacahuates o galletas, y bebidas gaseosas o agua embotellada–, junto con un par de audífonos para escuchar el televisor o música.

Al terminar la lectura olvidé recordar si existen cámaras de video ocultas en lugares estratégicos. Quizá a eso refiera la declaración como dispositivos de vigilancia. Lo que sí puedo asegurar es que la Central Camionera de Manzanillo se encuentra en magníficas condiciones y siempre la conservan limpia, además, es más bonita que la terminal de Colima, Puerto Vallarta, Guadalajara, México Norte, entre otras.

Lo único cierto es que los viajeros se cuidan en no aceptar de personas desconocidos pastillas, bebidas o comida sin que exista una campaña de educación sobre el tema.
Unos opinan que a los habitantes de los pueblos o ciudades se les conoce por lo que comen. Por esa razón, algunos turistas y lugareños tienen el gusto de visitar los mercados, además de querer elegir lo mejor para comer. En el puerto sólo existen tres: mercado 5 de Mayo, en Manzanillo; mercado Valle de las Garzas, en la misma delegación, y el mercado El Colimense, en Santiago. El más grande es el 5 de Mayo. En la planta baja se encuentra en la primera sección el área de verduras; del otro lado, contiguo al altar, carnicerías, pescaderías y pollerías. En la segunda planta el área de comidas. Entre el pasillo y el balcón central se colocan cantantes con un teclado, bocina y micrófono. Al mercado de El Valle le falta los colores diversos de las verduras, el papel china o crepe de las piñatas listas para venderse, los mandiles puestos sobre los pechos de los dependientes; las carnes rojas y blancas carecen pronto, el sonido que se escucha es el bullicio de la gente; en los locales exteriores, los comensales llenan sus barrigas con carne de puerco bañada de manteca, tacos de cochinita pibil, agua de coco, de frescas o refrescos. La venta concluye pronto.

El mercado El Colimense, el más pequeño de todos, es el que recibe a más turistas nacionales y extranjeros. Éste posee de todo en cantidades efímeras. Verdulerías en lados opuestos, zapatería y ropa dentro y fuera del inmueble, fondas en el centro, un desorden con relativo acomodo e higiene. La ventaja es que todo se puede encontrar. Basta caminar pocos minutos para ubicar la pollería donde despachan tres mujeres que mastican chicle con la boca abierta, o salir a comprar un raspado en la esquina con el señor que deja que las abejas coman un poco de sus jarabes, porque argumenta que ya no tienen miel las flores y por eso van con él. El Colimense es un adolescente eterno que no crece, pero tiene carisma.

Los tres mercados no alcanzan los 20 años de antigüedad, y aunque parecen pocos para los 161 mil 420 habitantes, son suficientes para los pobladores, pues las grandes tiendas de autoservicio acaparan las ventas.

La Central Camionera y los mercados son lugares claves para el turismo. Si son del gusto de los visitantes, éstos regresan, si no optan por otras alternativas. Siempre los comerciantes deben ser cuidadosos para que la gente vuelva.


Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en El Diario De Colima
El 22 de septiembre de 2011
Manzanillo,Colima, Mexico

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