jueves, 8 de septiembre de 2011

Productos



Yassir bendice la existencia de los Zucaritas –hojuelas dulces de maíz tostadas–, dice que sin ellas se volvería loco. Zizil afirma que son puras harinas refinadas nada sanas. Él argumenta que tienen zinc; ella desmiente el valor nutricional expuesto en el empaque.

A Xóchitl le da risa escuchar la plática de ambos, pues sabe de antemano que gran parte de lo que nos venden las empresas de productos alimenticios no son nutritivos. La mayoría de los “cereales” de marcas transnacionales se venden bajo ese nombre para que el futuro cliente crea que es bueno. Lo mismo sucede con los panes de caja o los que exhiben en los aparadores de las pastelerías o farmacias, las tortillas de maíz transgénico, embutidos con colorantes, quesos –que no contienen ni un gramo de leche–, yogures de sabores artificiales, jugos, néctares y golosinas con enducolorantes, huevos de gallinas y pollos nutridos con alimentados de engorda. Sin mencionar los químicos de higiene personal de uso diario: desodorante antitranspirantes, shampoo y jabón con aromas y la pasta dentífrica.

Xóchitl piensa que Yassir bromea sobre los Zucaritas, no cree que un intelectual ignore lo que existe detrás de un producto con código de barras. Luego prende el televisor y observa a los actores de rostros casi perfectos en los melodramas con actuaciones inverosímiles; a los pocos minutos aparecen en la pantalla los anuncios publicitarios para bajar de peso, evitar la aparición de arrugas, dolores musculares, bebidas que prolongan la potencia sexual, pastillas antivárices, entre otros. Después, trata de entender la razón de vender engaños. Llega a la conclusión que más que una ganancia monetaria hay una distracción hacia la realidad, un sedante colectivo que es ingerido desde la infancia sin que nos demos cuenta. Ésa es la razón por la que miles de consumidores de todas las edades y clases sociales no logran ver más allá de las marcas.

Xóchitl recuerda la anécdota del señor del departamento de ventas del club de golf deportivo y zona residencial Altozano, en La Capacha, Colima, cuando le mostraba al norteamericano el gimnasio: “Contamos con un gimnasio bien equipado. Los aparatos son nuevos. Aquí hay una vista espectacular. Ah, también tenemos una reserva natural por allá más lejos, al rato lo voy a llevar para que lo vea”.

En efecto, detrás de los ventanales de cristal la zona boscosa pueden percibirse árboles, quizá parotas en medio del campo; en otra dirección lagos artificiales, fuentes, flores, el escenario verde por doquier a 800 metros sobre el nivel del mar.
Ella, quien acompañaba al extranjero, lo único que se le ocurrió cuestionar en silencio es si el vendedor hablaba con profundidad o sólo lo afirmó para lograr una venta mínima de un millón de pesos por un terreno económico.

Indignada se dijo: “Cómo se atreve ese tipo a decir ‘tenemos una reserva natural’ cuando han talado centenares de árboles, ahuyentado a la fauna silvestre –si no es que matado–; además, no dudo en que los propietarios y trabajadores al construir el lujoso inmueble hayan saqueado objetos prehispánicos”. Por fortuna, no se compró ningún terreno, gesto que le alegró a la mujer, pero no tanto como haber logrado sacar de un área cerrada una mariposa azul con puntos rojos en sus alas.

El sedante o droga para reaccionar de manera pasiva lo comemos en los alimentos envasados y los bebemos en el agua natural embotellada o filtrada por las tuberías; los conservadores, sabores artificiales, colorantes, alcoholes, fármacos, hasta la pintura de las paredes del hogar contienen químicos dañinos a la salud del ser humano, aunque las Normas Oficiales Mexicanas y dependencias gubernamentales certifiquen que en pequeñas cantidades no.

Solemos ser títeres de los dirigentes políticos y mercadólogos de nuestro país. El conocimiento es la clave para elegir la forma en cómo queremos vivir. Elige comer y beber bien, ser tú mismo sin cuerpo ni rostro perfecto, esto es un gran paso al cambio. Al tener otra mentalidad comienzas a ver la vida diferente.

Yassir le pregunta a Xóchitl qué opina sobre los Zucaritas, ella no le responde, pues prefiere imaginar que él se dará cuenta que es mejor estar loco que ingerirlos.



Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado En El Diario De Colima
El 08 de septiembre de 2011
Manzanillo, Colima, Mexico




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