jueves, 19 de enero de 2012

Locataria


IMELDA acomoda los chiles jalapeños, cebollas y jitomates en la esquina del puesto, en el mismo orden que los colores de la bandera de México. Le siguen los elotes tiernos dentro de una reja de madera; las papas están colocadas en el extremo, en seguida la lechuga, el brócoli y la coliflor; los plátanos cuelgan de un gancho sujetados con hilo encerado, más arriba unas bolsas tejidas para el mandado.En sentido contrario, en el mostrador de abajo, las frutas: carambolos, manzanas, limones, sandías, entre otras. Sergio, el chico que trabaja con ella, ofrece su ayuda a los clientes en el mercado.
En la carnicería, el aparador expone carnes rojas y los hombres trozan pedazos de bistec, sacan de una charola plástica piezas de chuleta ahumada o medios kilos de manteca de puerco, mientras que la costilla espera a los futuros consumidores, al igual que el chorizo.
La pescadería muestra una variedad de especies marinas en la barra de azulejo: pulpos, camarones, jaibas, huachinangos; en el inferior, el hielo se derrite pronto, mientras el olor a mar se expande entre la ola de gente.A partir de las cinco y media de la mañana, los locatarios se introducen al Mercado 5 de Mayo.
Imelda dice ser la primera de todos en llegar. Cuando dan las siete, los civiles entran para hacer sus compras. Las mujeres, en su mayoría, apenas alcanzan medio siglo de vida; los pocos hombres que eligen los productos del campo suelen ser propietarios de algún restaurante. En la zona de legumbres y frutas, los pasillos lucen semidesiertos de lunes a sábado, en cambio, los domingos, parece una fiesta folclórica.Don Jesús es el otro ayudante de Imelda. Él se encarga de mantener limpio el comercio. A cada rato trapea el piso. La dueña del puesto saluda con una sonrisa honesta al cliente cuando lo ve arribar. Ella siempre está dispuesta a vender cualquier producto aunque no lo tenga. A veces los compradores le piden champiñones o acelgas, verduras poco solicitadas, pero lo resuelve previéndose con el vecino, y si éste no lo tiene, instruye que puede ir a tal lugar. Quince años atrás, el mercado lucía distinto, sucio y feo. En el primer cuadro, un cajón con vendedores de juguetes de batería, plástico, bisutería barata, accesorios para el cabello, ropa y calzado deportivo se mezclaban con los puestos de comida y licuados de rompope; el segundo, en las carnicerías y pescaderías los rayos del sol apenas lograban filtrarse. Ahora, hasta los músicos tocan sus instrumentos y cantan en el segundo piso o recorren los pasillos con un arpa.
Algunos de los proveedores de Imelda son personas que vienen de la central de abastos de Guadalajara o vendedores independientes. Cuando no hay suficientes ventas, antes de que las verduras lleguen a su plena maduración, son cortadas en pedazos, guardadas en bolsas de polietileno y colocadas en la cima del puesto para que los clientes puedan prepáralas en caldo.El jitomate y la lechuga son apartados para las iguanas, esos lagartos naranjas y verdes que cuida a la familia Archundia frente a la Unidad Padre Hidalgo.La gente surte su canasta básica con alimentos a menor costo, de alguna manera trata de maximizar su dinero, ahorrar unos cuantos pesos. Nunca será igual el precio de un kilo de limón en el mercado que el de una corporación. A mayor volumen, mejores precios para el comprador que oferta al detallista un precio más barato. Ésta es una de las razones por las que prefiere ir a las grandes tiendas comerciales; también pudiera ser por la rapidez y comodidad de encontrar todo lo que se desea en un mismo sitio. Aunado al horario de apertura del negocio, 12 horas abierto al público.Comprar en el mercado local es ayudar al crecimiento de la economía mexicana. Una cadena de vendedores directos o indirectos a menor escala es favorecida. Si se compra en las grandes empresas comerciales de autoservicios se le están cerrando las puertas a la producción nacional, pues es ahí donde muchas de las frutas importadas vienen de Sudamérica, y aunque las carnes son de procedencia mexicana, no dejan de ser congeladas y provienen de otros estados de la República, siendo que el estado de Colima cuenta con una producción de ganado muy buena.Las nuevas generaciones son los principales clientes potenciales de las firmas comerciales. Si bien, el mercado local seguirá existiendo gracias a la preferencia del cliente que le gusta comer alimentos frescos, éste tiende a seguir un poco desierto.


Imelda despide a sus clientes frecuentes con una pregunta: ¿Va a venir mañana?, seguida de una sonrisa y un: “Que le vaya bien”.


Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicada en el Diario de Colima
19 de enero de 2011
Manzanillo, Colima, Mexico

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