sábado, 22 de mayo de 2010

Cafetería

Hace dos años esperé a Lilia en la cafetería de costumbre. No vi a los hombres sesenteros con el cigarrillo o puro en los labios. A veces los observo deleitarse al ver pasar alguna mujer. Extrañé al empresario, agente aduanal, oculista, funcionario, oficinista y a los novios. Había un silencio y caras distintas. En seguida recordé la inauguración de una franquicia extranjera.

Ir a las cafeterías tiene un cierto ritual: agendas una cita con quien quieras compartir el tiempo; al llegar al lugar tu cuerpo se aligera de las preocupaciones. El sitio impregna un aroma delicioso; pides café de tu preferencia, expreso, capuchino, americano, sirven la bebida en una taza, lo saboreas con sorbos cortos; sientes el amargo sabor en el paladar y la lengua mientras pasas un trago por tu garganta.

El café se toma en taza de vidrio o barro, pero nunca en plástico ni cualquier otro material, perdería parte del sabor. Lo endulzas con azúcar morena, mascabado o el endulzante que elijas.

En Manzanillo existen pocas cafeterías. La más grande es una marca extranjera que nació en el año 1971, en Seattle, Estados Unidos. Dicha empresa ofrece a los clientes gran variedad de granos y preparados de café, alimentos, discos de audio, vasos, tazas, termos e instalaciones cómodas con aire acondicionado, buena música, internet inalámbrico, sala confortable, mesa amplia por si se requiere hacer algún trabajo y servicio de primera. El pequeño detalle es lo que existe detrás de la marca: “El uso de ingredientes transgénicos, la negativa a promover y elaborar el café según las normas del Comercio Justo”. Declaran La Asociación de Consumidores Orgánicos, Amigos de la Tierra y el Centro para la Salubridad Alimentaria, “los 3 billones de vasos de café se desechan al año y sólo el 10 por ciento es material reciclado”. Argumenta la organización As you snow en la nota eco de la semana: “Starbucks le dice no más al reciclaje”, por Victoria Bembibre, medios y web, (11/04/2010), y el desperdicio de 23 millones de litros de agua al día como una política de higiene por dejar los grifos abiertos interrumpidamente para evitar que las bacterias se reproduzcan en las tuberías, denuncia el diario británico Sun.
Sé que cada quien es responsable de elegir lo que desea consumir, pero si al menos hubiese información en las etiquetas “productos con semillas transgénicas”, y en el puerto las autoridades correspondientes difundieran los daños que causan en la salud, medio ambiente y cultivos, seguro pensarían dos veces en comprarlo.
Por fortuna, quien es amante del café no abandona la cafetería local por algo que está en boga.

Minutos más tarde llegó Lilia y conversamos de lo que hablan las mujeres. Dos años después, suelo frecuentar la misma cafetería, como pastel de chocolate o de zanahoria, y ahí regalo mi tiempo al acompañante mientras bebo una taza de café caliente.


Elsa I.González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
21 de mayo de 2010

2 comentarios:

  1. Se me antojo un cafè..
    Pero ahs! El uso de ingredientes transgénicosss.. caray! dejalos en paz! de algo nos hemos de morir..

    Buen articulo..

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  2. Pues a morirse de amor o de algún suicidio, pero por comida insana, por Dios,qué antiromántico! : )


    Fanqui,no te creas. Solo cumplo con informar y cada quien es libre de elegir.

    Saludos y gracias por leerme!

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