lunes, 24 de mayo de 2010

Motel

Los amigos de preparatoria solían hacer bromas de un lugar de nombre, “El río balsas” y chistes subidos de tono donde nunca faltó la cereza y la crema batida. Las chicas reíamos por reír. Aunque algunas amigas iniciaban a experimentar su vida sexual, la mayoría eran vírgenes hace diecisiete años.
Para algunas excompañeras la primera experiencia fue traumática: desnudarse frente un hombre; hacer a un lado el nerviosismo; conocer las reacciones de la excitación; sentir el sudor de otro cuerpo en tu piel; entre otros, implicó romper el paradigma en una cultura donde el sexo es un tema tabú en conversaciones serias. En la época estudiantil, los rincones favoritos para experimentarlo, podrían ser en: la casa de los padres; la playa al caer la noche; los matorrales de algún huerto de mangos o un mirador donde los policías no pudieran molestar. Al crecer, si ya existe un sueldo y se tiene carro, los asientos reclinables son camas perfectas y los moteles lugares comunes.
La primera noche que estuve en la intimidad con un chico debió ser especial, sin interrupciones, y en un ambiente de tranquilidad. Nos fuimos al Hotel California, en el poblado de La Central, Colima. Todo era nuevo para mí: la cortina corrediza que aguarda el automóvil; la ventanilla cilíndrica para realizar el pago por la renta de la habitación; la pared con poster de una mujer desnuda; dos toallas limpias en el tocador; la cama con sábanas impecables; un teléfono sencillo para llamar a recepción; una serie de botones que encendían: lámparas de manera individual, la radio y el aire acondicionado; el espejo frente al lecho y un baño, en la ducha una pared de vidrio. Vencí los miedos y pregunté hasta el cansancio para disfrazar los nervios. No sé cuánto tiempo duramos en el claustro. Aquella vez estuve libre de pecado, no pasó nada, de solo recordar, río, porque antes de salir del cuarto, mi novio pidió un taxi a la recepcionista, el taxi llegó y quién conducía, era el papá de mi mejor amiga.
Es curioso que pocas mujeres hablen abiertamente de su vida sexual cuando en el Distrito Federal ya existen los matrimonios del mismo sexo. Y no digo que la difundan, pero sí que no se repriman con el tema. Por fortuna, tengo poquísimas amistades, femeninas a las cuales puedo cuestionar sin tapujos sobre las experiencias que han tenido en los moteles, y por supuesto los amigos, siempre están dispuestos a hablar sin problema:
Mujeres:
“Cuando salimos de la Facultad, luego, luego ponen el motel cerca, ya para qué” Comenta una chica que cursó sus estudios en la cercanía de la Central, Colima.

“Yo no conozco un motel, tengo curiosidad de ir”. Menciona una mujer madura con educación reservada.
“Hay, sabes, acabo de conocer uno, que está padrísimo. Tiene un tubo para que bailes, un aparato raro y jacuzzi”. Exclamó la amiga que ama la danza.
“Yendo para Comala, hay uno muy bonito y limpio. Te cobran bien, pero vale la pena”. Argumenta una conocedora.
“¿Sabes por qué le dicen a este tramo, el Triangulo de las bermudas?, porque todos los que pasan por aquí desaparecen”. Dijo a plena luz del día cuando transitamos por la carretera en un entronque lleno de moteles.
“En Guadalajara, visité uno que está súper. Cada habitación es diferente. Entré a uno que tiene cama de agua, no sabes que momentos viví”. Platica la deportista.
Hombres

“¿Seguro no vino a trabajar porque se quedó allá, en los espejitos?” Decía un Gerente, mujeriego en horario de oficina.

“Regálale a tu novio una noche de pasión en el día del amor y la amistad. Te recomiendo uno, dile que te lleve, está nuevecito”. Comenta el tremendo conquistador.
“En la delegación Tlalpán, Distrito Federal, fui a un motel que tiene columpio. Eso de pasearse desnudo en la habitación junto a tu pareja, es una excelente fantasía” .Aseguró un Agente Federal.
“Me queda la ligera duda después de frecuentar el lugar, si grabaron la escena sexual, y después la cinta se venda en el tianguis de Tepito”. Afirma un empleado de gobierno que vive en la ciudad de México.
“No rento un departamento de soltero porque luego mis novias van a saber dónde vivo, ¿Y si luego se me juntan, para qué quieres? Es mejor llevarlas a un motel, así no tengo broncas”. Confiesa un casado.
“Huy qué alegría representan los moteles, es pura fantasía, diversión, regocijo, nuevas emociones”. Asevera el eterno soltero.
“El primer motel se construyó en San Luis Obispo, California, en 1925, se llamaba Motel Inn. Motel es una contracción de dos palabras, motor y hotel. En los años 1920´s se popularizaran los viajes en auto. Esta nueva clase de pasajeros, “motoristas”, necesitaban hoteles especiales que podrían acomodar, no solo a ellos sino también a sus máquinas”.
En México, la Asociación Mexicana De Hoteles, en el año 1941, añade al nombre “Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles”.
Hoy en día, el mo-tel no solo sirve para descansar y guardar el auto en la pieza donde se arrienda, se convierte en un sitio de privacidad y comodidad donde muchas parejas disfrutan un encuentro carnal. Aunque existen diversas razones para asistir a uno, considero las principales: privacidad, infidelidad, y fantasía .Hay personas que van a experimentar sensaciones diferentes para salir de la rutina, otras más que tener una aventura charlan largas horas con un amor imposible. La elección del lugar depende de las instalaciones, la ubicación, y el costo. Los moteles más nuevos suponen los usuarios, son mejores: mayor limpieza, modernidad, aseguramiento del vehículo y discreción de parte del personal del inmueble. Dudo mucho que los clientes escriban sugerencias o quejas en el buzón, como si nunca hubiesen desperfectos: no caer agua en la ducha o el agua caliente nunca salió de la regadera; el aire acondicionado ruidoso; toallas deshiladas; bichos en la recámara; gritos en el cuarto de a lado; programación del televisor únicamente de películas eróticas; radio con música antiromántica y jabones con aroma a rosa.
Ir a un motel es para determinadas circunstancias, pero no deja de tener cierta clandestinidad y respeto por parte de los visitantes.
El Río Balsas, es un hotel en el puerto, quizá en algunas ocasiones mis excompañeros de preparatoria lo usaban para iniciarse en el sexo.




NOTA:Pudiese tener errores por el autor.

Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el suplemento cultural, Ágora
Diario de Colima
23 de mayo de 2010

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