jueves, 27 de mayo de 2010

Mirada distinta

A Pedro Cota

Ezequiel no dejó de mirar el cielo hasta tener miles de fotografías en los cajones del buró. Primero retrató imágenes reales, paisajes, rostros, la vida cotidiana en Guadalajara; después guió la lente de su Cannon arriba de los cuerpos, árboles más altos, rascacielos modernos; retrató figuras celestiales, nubes de todos los tamaños, luego cambió el escenario para crear uno en cada toma.

Cuando se es niño los padres adivinan los pensamientos y los estados de ánimo del hijo; de joven a veces poco confían en su valor y se toman la libertad de dirigir su vida; aconsejan con la idea de tener un mejor futuro de acuerdo a los patrones que la misma sociedad impone: estudiar una carrera profesional, trabajar, comprar una casa, vivir cómodamente, adquirir un automóvil, casarse, tener hijos, trabajar el resto de la vida hasta envejecer, cobrar una pensión en el banco mientras las piernas puedan trasladarse a él, y los nietos corran en el patio de la casa al celebrar los setenta y tantos años de vida.

Aquellos juegos en la infancia estimulaban la creatividad del pequeño, lo preparaban para ser médico, al llenar de piquetes de inyección la pompi de una muñeca de plástico; diseñador, al hacer guaraches de cartón y listón de tela; estilista, al pintar el rostro de la hermana o hermano frente al espejo sin que mamá se diera cuenta; policía o capitán de barco, al tomar el sombrero de papá al dormir la siesta; futbolista, al ir al estadio Jalisco a disfrutar un partido clásico, o cantar en la sala en reuniones familiares con el palo de escoba en la mano.

¿En qué momento las memorias pierden los sueños? ¿Quién en realidad los cumple?
El artista es una máquina que constantemente produce sueños. Un valiente que enfrenta la vida pese a la poca fe que le tienen los seres cercanos en tiempos cruciales. Es un portavoz de belleza invisible, un hombre que desmenuza el tiempo con la intención de compartirlo.

Manzanillo es una costa que incuba artistas anónimos, locales o nacionales. “Nadie es profeta en su tierra”.
La centralización de las oportunidades continúa en la capital. Por eso el poeta emigró a Argentina; el escritor de narrativa fantástica a la ciudad de México para trabajar en una televisora y escribir para telenovelas; el pintor mantiene sus cuadros en la oscuridad de un cuarto; el cineasta guarda cortometrajes en cajas de cartón, y la cantante participa en un reallity show los domingos.

Ezequiel estudió cine en Madrid, España. Persigue el sueño de dirigir algún día una película. Por ahora recrea imágenes montadas en un escenario desierto donde su genialidad la transforma en una isla paradisiaca. Algunas ocasiones, los críticos son severos con él porque nada calla. En cambio, en sus fotografías obtuvo mención honorífica en el extranjero.

Él eligió el arte como forma de vida. Sabe de sobra que no es fácil caminar entre veredas donde hacer cine en México es caro y los círculos de cineastas son herméticos. Aún así no desiste en olvidar su sueño, un motor que lo mantiene vivo.

Quien se atreve a cumplir sus sueños tiene siempre una mirada distinta.

Elsa I.González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
27 de mayo de 2010

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