jueves, 27 de enero de 2011

Chicos de hoy


A Carmen, Dalia, Karina, Yamina y Valeria.



En los años noventa, Carmela, Daly, La China y Yamis no alcanzaban los veinte años de edad cuando salían los viernes a la discoteca del Hotel Maeva, la Boom Boom. A Daly sus padres le facilitaban el automóvil, modelo Shadow. En él iban a la discoteca de boga. No cualquier persona podría acceder, una porque los guardias de la disco elegían a sus clientes, y segunda, el boleto de la entrada era caro.

Los viernes por la noche, dos de las cuatro amigas se turnaban para esconderse en la cajuela del automóvil e ingresar al hotel.
Una vez pasada la entrada del inmueble salían del enclaustro cada una con pulsera fosforescente –pases de la semana anterior–; el resto debía comprar su boleto.

El lunes en la preparatoria, alegres contaban la aventura a otra amiga que raras veces sus padres le daban permiso para salir. Las cinco jóvenes solían estar juntas en el receso de la escuela; a la hora de la salida, por la tarde, al hacer tareas u otras actividades. Cuando surgían los problemas entre ellas, el quinteto los liberaba en una junta con el nombre del juego “esqueletos al descubierto”. A pesar de las diferencias, estaban hermanadas. Si se embriagaban en las fiestas procuraban cuidarse. Nunca estaban solas, era un pacto de amistad muy fuerte.

En Manzanillo, en 2003, el terreno baldío contiguo al Hotel Marbella lo convirtieron en El Quijote, una nueva modalidad de diversión para los jóvenes y viejos jóvenes. La cuota de admisión incluía el ingreso de tu automóvil y el derecho a tomar cervezas gratis. El lugar ni por accidente tenía suficientes luminarias, bien podrían suscitarse actos delictivos, tanto sexuales como la venta de drogas.
Los locales improvisados con venta de botanas y alcohol, contaban con mesas de billar, barra de madera y baños insuficientes. Algunas clientas vestían sin pudor escotes pronunciados y minifaldas arriba de la media pierna. Las bocinas de los carros retumbaban al son de la música de banda, grupera, pop y baladas.


Poco después de las dos de la mañana los policías municipales se encargaban de retirar a la gente. El Quijote quedaba desierto. Fuera de él, las banquetas del bulevar eran pasillos de diversión. Las personas más prudentes se alejaban del lugar para ir a casas particulares a seguir la convivencia, otras preferían los malecones o miradores de las playas. El apogeo de El Quijote pasó hasta perecer.Después, en los terrenos de la pulga-tianguis de segunda mano- nació el chelódromo frente al Complejo Administrativo. El proyecto no duró mucho, murió. En 2009 intentaron igualar la demanda con la apertura de un chupódromo cerca del Hotel Fiesta Mexicana, pero los jóvenes ya tenían la costumbre de disfrutar en las banquetas del bulevar, los miradores y las barritas –espacio donde venden cervezas para llevar–; lo cerraron antes de concluir el año.

Las tiendas de autoservicio de cada esquina proveen bebidas alcohólicas, condones y cigarrillos; los dos restaurantes de tacos baratos permanecen abiertos hasta las cinco de la mañana; los bares de moda cierran sus puertas de dos o tres de la madrugada; los antros de siete colores junto con los tables dance poseen horario más amplio.

La vida nocturna en el puerto tiene más movimiento debido al crecimiento poblacional. Los jóvenes optan por beber en las calles en lugar de pagar el consumo de bebidas en un bar, aunado a esto, los padres de familia no instruyen a sus hijos en cómo cuidarse. Creen erróneamente que mantenerlos, darles educación y dinero es suficiente. Mientras la mentalidad no cambie, la sociedad continuará sufriendo las consecuencias: accidentes automovilísticos, consumo de drogas, pastilla de emergencia del día siguiente, abortos, embarazos no deseados, exponerse a posibles balaceras callejeras, y para colmo, lidiar con encapuchados prepotentes.

Las generaciones de muchachos evolucionan impresionantemente. Ahora las adolescentes posan frente a la cámara fotográfica o de video con gestos sensuales, suben las imágenes a las redes sociales sin tener la más mínima idea de las reacciones que pudieran provocarles a los hombres.

Es importante que los padres de familia y el gobierno en sus tres niveles hagan campañas de prevención para que los jóvenes sean conscientes de sus actos, tengan madurez en decidir, también que impartan talleres gratuitos con personas especializadas en el área, donde puedan descubrir y desarrollar habilidades; inculcarles que se quieran un poco, seleccionen qué compañías tener, elijan con moderación cuánto alcohol tomar, en dónde y con quién. La prohibición no es la solución, al contrario, es un reto tentativo que ningún muchacho perderá la oportunidad de vencer.

El quinteto de amigas, ahora treintonas, hace lo posible por mantener la amistad pese a la distancia y ocupaciones. Desean que sus hijos puedan encontrar a un grupo de amigos como el que tuvieron, donde la diversión pecaba de sana.



Elsa I.González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
Éste texto tiene modificaciones

27 de enero de 2011
Manzanillo, Colima, México
Foto: blog : non perfect

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