viernes, 8 de agosto de 2014

El lector es inteligente


ALBINO, escribo mal, tengo que mejorar”, solía decirle a uno de mis mejores amigos. Él respondía: “Elsa, lee mucho. El lector es inteligente y aprecia la honestidad del escritor. Nunca lo olvides”.

“Ah, tú eres hermana de fulanita. Fíjate que ella me cae muy bien. A muchos no, porque es muy directa. Dice las cosas como son; sabe preguntar”, expresó el fotoperiodista.

“Los coyotes son personas que cobran a los personalidades públicas para que escriban cosas buenas sobre ellos”, argumentó el conocido.

En lo particular, me sorprende saber que el periodista, columnista, colaborador o trabajador de prensa se preste a mentirle al lector, si su trabajo es informar la verdad de los hechos. ¿Cómo puede darse cuenta el lector cuando el escritor miente?, cuestioné. “Por su congruencia”, argumentó mi amigo.

La persona que está frente al papel en blanco o computador, con pluma en mano, de alguna manera se le va conociendo. El escritor de periódico realiza su labor con fundamento, se casa con el oficio o profesión, pero no debe prestarse a publicar sólo para hablar bien de equis personaje; es preciso mencionar la fuente para dar el crédito o responsabilidad al informante; asegurar si es posible la veracidad de las declaraciones.

Debo –siendo crítica–, de alguna manera, compensar los males que veo en la sociedad. No sólo estar en la posición cómoda de expresar opiniones sin actuar para mejorar, aunque claro, esa no es una regla ética de quien escribe, más bien es formativo.

De niña, escuchaba con atención la radio, admiraba las voces de los locutores, y en algún tiempo imaginé estar detrás del micrófono; esto fue gracias a la grandiosa idea que tuvo la maestra de preescolar en llevarnos a conocer la estación radiofónica XECS 860.

No fui locutora, tampoco periodista, sólo colaboradora de lo que decía Osiris: “Diario personal”. Así que aprovecho las vivencias ajenas y propias de la vida en el puerto para plasmarlas en papel.

Sí, escribo mal, lo acepto, sin embargo, creo tener algo rescatable que muchos periodistas con título o sin título tienen: respeto a los lectores.

En marzo, publicaron en este medio mi texto, “Hablemos de Ale”. Ahí hago referencia a la mujer que tomó el cargo de tesorera municipal de Manzanillo; a ella la conozco hace más de 20 años, somos unas amigas muy críticas, sinceras y exigentes.

Lo menciono porque no estoy acostumbrada a hablar bien de las personas, ya que tengo la creencia de que las acciones hablan por uno mismo. Sin embargo, por el respeto que se merece Ruth Alejandra López Santana, sus subordinados, la investidura que representa y los lectores porteños, no hablaré de cosas privadas que hemos conversado respecto a su trabajo; lo que sí haré es repetir un trozo de texto a quienes se atreven a calumniarla:

“Ella es una mujer muy capaz. Quizá cometa errores al principio de su gestión, pero tendrá que apoyarse mucho de su equipo de trabajo. Cada compañero que esté a su lado debe ser proactivo y honesto para ser un buen juego de mancuernas, si no, seguro no estará en ese departamento”.

Nadie contradice hasta ahora la asignación del puesto público que le dieron a Alejandra, tampoco la infinidad de cargos que les reparten a muchos empleados de gobierno e iniciativa privada. Lo interesante es saber si la función es bien desempeñada o no. Sería fabuloso contar con auditores externos para tener una respuesta confiable y, por supuesto, hacérsela saber a los ciudadanos. Por otro lado, es verdad, su currículum vitae como contadora pública es corto, quizá más porque tiene la filosofía: basta una hoja para describir los antecedentes laborales.

Lo que muchos no saben es que su currículum personal es más extenso a comparación de muchas personalidades egocéntricas, carentes de honestidad.

En efecto, es preferible tener a nuestro alrededor trabajadores inexpertos que se esfuercen en aprender cosas nuevas, en lugar de muy vivos, porque de éstos hay que cuidarse la espalda.

La honestidad, don de gentes, en todo sentido de la palabra, la responsabilidad y sencillez son virtudes que jamás podrán comprarse, y Ale las posee. Por cierto, a ella no le han importado mucho los títulos para sobresalir, prueba de esto es saber dónde tiene su título universitario: bajo el colchón.el 

Por otro lado, es buenísima la idea poner a un ex tesorero de modo de coordinación –apoyo o staff– al departamento, pues eso asegurará un verdadero trabajo en equipo.

Sería interesante que todos los que intentamos escribir columnas periodísticas tomáramos las opiniones de varias voces, no creerle 100 por ciento a una, carente de valentía para hablar en voz alta.

Tiempo al tiempo. Cuatro meses en el cargo no arroja resultados titánicos. Lo que sí podría decir es que ha puesto a la gente a trabajar.





Elsa I. González Cárdenas
Publicado el 17 de julio de 2014
En el Diario de Colima
Manzanillo, Colima, México

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