jueves, 13 de septiembre de 2012

Me importa Manzanillo


Caminaba titubeante bajo los portales sucios de su pueblo. Temía pasar frente a la entrada del estacionamiento público y toparse con el olor a excremento y orín. Caminó sigilosa y sorprendida. Esa vez los aromas desagradables estaban ausentes. 




Transitó por la presidencia municipal viendo a los burócratas andar –antes de las 9 de la mañana– en busca de su desayuno, otros apenas llegarían al lugar de trabajo; en cambio, personal del restaurante contiguo a la isla desierta –esa que fue bautizada con el nombre del famoso guitarrista Paco Rentería– servían café, chilaquiles, fruta y pan a los clientes. 

Es común en T observar a la gente, disfrutar las caminatas por el malecón y ver a los pelícanos descansar sobre la borda de la barca, Christian Yahir en el mar. 

Quisiera saber si en realidad a los porteños les importa Manzanillo. Esa cuestión se la hace T cada vez que encuentra desperfectos en las aceras, cuando observa personas poco comprometidas en su deber ciudadano. 

Una y otra vez se dice a sí misma y a los amigos que el puerto necesita ayuda. 


Imaginar el grado de toxicidad que seguimos respirando gracias a las imponentes chimeneas de la termoeléctrica de la CFE, es lamentable.

Es importante no permitir el establecimiento de empresas mineras cercanas a zonas residenciales como en el Valle de las Garzas. Los pobladores bastante tienen con los miles de peces muertos aparecidos en junio pasado en la laguna –es probable que no sea un caso aislado–, y todavía atribuirles la cercanía de la construcción del puente a desnivel, que generará accidentes y ruidos desorbitantes, sin olvidar la tala de árboles en las avenidas principales. 

Ruega T que despierten las conciencias, pide en silencio dejar la indiferencia. Aunque de antemano entiende que la apertura de la economía es buena cuando un país está preparado para competir, y si no lo está, con el tiempo aprenderá; pero qué sucede en Manzanillo, cuando dan permisos a una empresa transnacional para talar árboles con el fin de establecerse en Santiago. Lo peor fue, que después de todo, desistieron del lugar, luego del daño ecológico; qué decir de las inundaciones después del paso del huracán Jova, esas firmas plasmadas sobre papel a favor de las constructoras de fraccionamientos, sin meditar la conveniencia de los futuros compradores. 


Olvidarnos del talento artístico y cualidades deportivas que existen en el puerto, conlleva a que los jóvenes canalicen sus energías hacia caminos erróneos. Cada muerto aparecido en los matorrales, dentro de las casas; un cadáver arrojado por sus asesinos en plena zona centro, violaciones cometidas, proliferación de la drogadicción o alcoholismo, es parte de nuestra responsabilidad como ciudadano. No abrirles las puertas a una orientación adecuada, incluso rechazarlos en la sociedad por cualquier motivo, generan en el futuro mayores dolores de cabeza e intranquilidad. Una solución podría ser impulso al deporte, inculcarlo con todos los estímulos convenientes para practicarlo, también hacerles despertar el talento artístico, tanto de niños, jóvenes y adultos. El deber del verdadero ciudadano es exigirle al director de Deporte y Cultura un trabajo de resultados y la obligación de los servidores públicos, es actuar a favor de los porteños. Respecto a la cultura, gestionar la descentralización de eventos y talleres artísticos por parte de la Secretaría, compete al dirigente con ayuda de sus colaboradores cercanos y directores de cada municipio. El vigilar con lupa las becas municipales otorgadas por la Dirección de Cultura, revisar si los proyectos son llevados a cabo en tiempo y forma como lo indicaron, es responsabilidad de ciudadanos que conforman el Consejo; sin embargo, a veces existen aprobaciones indebidas. La transparencia en la administración pública es la clave para valorar a nuestros dirigentes.



T en muchas ocasiones se lamenta pensar de esa forma, pues a la mayoría de sus amistades poco les interesa ser partícipes de una mejor sociedad manzanillense, están demasiado ocupadas en su trabajo, haciendo más rico al dueño de la empresa, quien poco o nada aporta a la tierra que le da de comer. 

Ríe en el silencio, hace una pausa para escribir un mensaje telefónico a un amigo: “Tengo la esperanza de que algún día a la gente le importe Manzanillo”; en seguida, él contesta: “A todos les importa, pero a su conveniencia”; T responde: “Confío en que habrá un día en que a todos nos importen todos".




Elsa I. Gonzalez Cardenas
Publicado en el Diario de Colima
El 13 de septiembre de 2012 
Manzanillo, Colima, Mexico

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