domingo, 23 de marzo de 2014

Carta sobre taza extraviada 1/2


Buenas tardes, soy Elsa González, ciudadana común; resido en Manzanillo, Colima. A su vez, soy colaboradora de un periódico local. Me presento quién soy y una de las facetas que realizo por lo siguiente:

Suelo ir a la papelería en el centro del puerto a realizar algunas compras. La atención es muy buena y casi siempre encuentro lo que busco.

La última vez que la visité fue el día 12 de marzo, a las 9:46 horas, fecha y dato registrado en la factura A25, por el cual tuve atraso y distracción en lo que hacía, mientras esperaba la impresión de la misma. Iré directa al asunto. Perdí mi taza térmica, una de plástico, de color blanco. Para mí es importante recuperarla, pues mi línea es cuidar el medio ambiente, además dicho utensilio, aparte de ser muy útil para su servidora, es especial. En ningún viaje que he realizado antes la había perdido, y mire que me fui a Estados Unidos el año pasado.

La taza es especial para mí, por ser ecológica, práctica, pero sobre todo porque aquí en el puerto no la venden.

Por todo lo demás explicado, regresé al día siguiente a la tienda para solicitar la revisión de las cámaras de video del establecimiento donde usted labora. Me indicó el personal que sólo en la capital del estado podrían ver las imágenes en la cámara. Llamé por teléfono a la matriz. Una señorita proporcionó su nombre y correo electrónico. Por otra parte, estoy por hacer un artículo donde hablaré sobre la “honestidad”.

Es importante para
mí su ayuda para la revisión de las imágenes de las cámaras del día que visité la papelería. Tal vez llegué al local, 20 minutos antes de la hora mencionada. Su servidora recuerda que traía una mochila en la espalda y una bolsa plástica de agarradera, que el mismo vigilante regresó en el momento que estuve pagando en caja, sin embargo, dicho hombre jamás se percató de mi supuesto olvido. ¿Por qué pude olvidarla ahí? Por el simple hecho de portar líquido dentro de ella, leche, luego de haber ingerido avena. Supongo la dejé en el mostrador. Casi estoy 100 por ciento segura.

¿Podría apoyarme con dicha petición? En verdad, la honestidad, en estos tiempos, es una joya. Pendiente a sus comentarios.

PD. Anexo foto de la parte superior de la taza. Ahí había puesto un caracol ermitaño para tomarle foto.

La redacción anterior es una carta que escribí y envíe vía internet, el fin de semana pasado. Llamé por teléfono el martes, para cuestionar si lo habían recibido. El hombre quien atendió fue amable, pero al principio, como todo subordinado, argumentó que debía consultarlo con su jefe inmediato, el dueño del negocio. Antes vociferó algo así como que era muy difícil ver las imágenes, pues debían observar todo lo transcurrido en el día.

Por fortuna, donde trabajo, tengo circuito de cámaras, por lo que tengo conocimiento que la revisión no tiene mayor complicación, menos si son las primeras horas del día, porque el inicio de la grabación es corto. El hombre se limitó a decir que esperara la autorización y que con gusto atendería la solicitud. Así que esperé la respuesta del propietario. El día ya está agendado. Personal de la papelería de Colima llegará hoy, a mostrarme las imágenes en movimiento.

Tal vez escribir esto para muchos no valga la pena, y en efecto, podría ser verdad, aunque en realidad lo que deseo plasmar no es en sí la recuperación de la taza térmica que tanta falta me hace, más bien el sentido de honestidad, pero sobre todo, de atención al cliente. Sí, atención al cliente, utilizando las herramientas de trabajo para satisfacerlo y, a su vez, que se sienta tranquilo y seguro de estar con gente atenta.

No sólo sucede la pérdida de objetos en ese negocio, también donde estoy (gimnasio). No se imaginan la cantidad de cosas que dejan los clientes: zapatos, cinturón para levantar peso, guantes, toallas, audífonos, celulares, camisetas, suéter, crema reductora, plumas, entre otras cosas.

Lo lamentable es que, en su mayoría, los objetos olvidados no son recogidos por sus dueños, a excepción de calzado y teléfonos móviles. ¿Cuál será la causa de esto? La falta de cultura por regresar al establecimiento local para cuestionar el posible extravío de determinado objeto.

Entonces, ¿para qué están las cámaras de video? Para ser sinceros, algunos programas sólo están para grabar determinado tiempo. Una vez concluido, en automático se sobregraban las imágenes. Graban lo actual y borran las anteriores. Por lo tanto, ¿para qué sirve la vigilancia interna? Para dos cosas: dar seguridad a los clientes y supervisar el trabajo de los empleados.





Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
El 20 de marzo de 2014
Manzanillo, Colima, México

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