lunes, 17 de marzo de 2014

Visita al Rainbow Warrior III

ME enteré de la visita a México de Rainbow Warrior III, el barco de Greenpeace a nuestro país, gracias a la red social Facebook. Ésta anunciaba su llegada a los puertos mexicanos: Mazatlán, Puerto Vallarta, Acapulco, Cozumel, Quintana Roo y Veracruz. Así que decidí ir al puerto más cercano de Manzanillo, ese fue Puerto Vallarta.

Rainbow Warrior III o Guerrero del Arcoíris III, es uno de los tres veleros más grandes del mundo. Utilizado por la Organización No Gubernamental (ONG) como soporte para las manifestaciones de protesta organizadas por Greenpeace contra diferentes actividades realizadas por diversos países, contrarias a la protección del medio ambiente y de las especies marinas. El primer velero, Rainbow Warrior I, fue hundido por agentes de la Dirección General de la Seguridad Exterior francesa en 1985, para evitar la entrada a sus aguas territoriales.




El velero está destinado a defender a los océanos de la contaminación, tanto química como orgánica. Sustituye al dos, y sus principales puntos de acción son realizar funciones por las energías renovables; detener la deforestación, siguiendo la pista de traficantes ilegales; proteger a los mares, rastrear pesca pirata e ilegal, impulsar la creación de santuarios marinos; defender a los océanos del peligro de los químicos, persiguiendo las empresas responsables, y siguiendo la pista ilegal de químicos peligrosos; promover la agricultura sana, sin químicos, tanto herbicidas como pesticidas, proteger al mar de los desechos nucleares y apoyar las campañas contra energía nuclear.

La programación de actividades, de acuerdo a la página, eran: exposición fotográfica, recorrido en el buque y proyección de un documental.

Llegué a la Marina Vallarta a las 4 de la tarde. Me acerqué al área de preregistro para confirmarlo, ahí checaron mis datos; después me dirigí con una mujer para que volviera a tomar mis datos y anotarlos en una hoja que cargaba en un block.

La hilera de visitantes al buque apenas alcanzaba media centena. Los toldos de plástico blanco lograban cubrir perfectamente los rayos del sol, que para ese entonces la resolana alcanzaba a quemar la piel. Mujeres, hombres y niños, se encontraban ansiosos, esperando abordar.

Antes de subir al Guerrero del Arcoíris, los voluntarios de Greenpeace nos guiaron con sus compañeros en la explanada, para escuchar acerca de la energía solar. Los chicos mostraron que sí es posible utilizar un calentador de agua para bañarse o beber, en lugar de bóiler o cafetera, hasta una estufa solar. Después de unos minutos, abordamos.

El primer recorrido fue en la cubierta. Ahí se encontraba Billy Greene, una pequeña embarcación capaz de navegar muy rápido. Ella es quien al mar abre paso al velero, para que éste realice sus labores a favor del medio ambiente. Le seguimos en el control de mando –el cuarto donde ahí es dirigido el buque–, así que el timón y otras máquinas eran muy modernas. Más adelante, nos llevaron a la proa –parte delantera de la nave– para platicarnos acerca del origen del Rainbow Warrior III; y por último, descendimos a un área donde proyectaron un documental que trató sobre la contaminación tóxica en los ríos.

Greenpeace ha denunciado la descarga de tóxicos: mercurio, plomo, cromo, cadmio, tolueno y benceno. En México, más del 70 por ciento de ríos y lagos presentan cierto grado de contaminación. Estos elementos son usados en la fabricación de prendas textiles; esto quiere decir que estamos vistiendo con residuos tóxicos. Aunque no exista investigación a fondo sobre los efectos verdaderos de dicho daño, afectan directamente la salud, provocando enfermedades que alteran las funciones hormonales.

Después, ya no hubo más recorridos. Concluimos en esa sala con la visión de cuidar nuestro entorno, y sobre todo informar a la gente para que sepa lo que está pasando en el mundo en temas ambientales.

Al bajar del velero, pude percatarme la cantidad de visitantes que hacían fila para abordar, éstos desde niños y adultos mayores. Antes de las 7 de la noche, hora en que sería proyectado el documental, si estabas fuera de la marina, no te permitían el acceso, y eso pasó. Además de mí, mucha gente tuvo que retornar a casa un poco molesta o tal vez resignada, debido a la gran demanda que hubo por conocer al Rainbow Marrior III.



Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
El 16 de enero de 2014
Manzanillo, Colima, México

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