lunes, 17 de marzo de 2014

Hablemos de Ale

A los 15 años de edad, conocí a Ruth Alejandra López Santana, a quien suelo llamarle Ale o Flaca. Fue en la preparatoria del Bachillerato Técnico No. 8 de la Universidad de Colima. En aquel entonces, ella era delgada, alta, de tez clara, con pecas en el rostro, cabello lacio y personalidad seria –en la actualidad sigue conservándose así.

Le gustaba juntarse con las compañeras centradas, dedicadas al estudio. Nos hicimos amigas en el tiempo en que coincidimos en una casa de asistencia, en la ciudad de Colima; Ale deseaba estudiar periodismo y yo abogacía.

La Flaca proviene de una familia modesta, cuya madre sacó adelante a sus dos hijos –Ale y Richard–, consciente de ello y viendo los aprietos económicos por los que pasarían si estudiara en la capital, decide interrumpir el sueño de ser periodista. Deja el área de comunicaciones para dedicarse a lo que sabe hacer: contar números.

Regresa a Manzanillo, ingresa a la Facultad de Administración y Contabilidad y estudia contabilidad. Termina sus estudios, ejerce la carrera en una empresa de logística –antes TMM–, después algo pasa en su mente, y con determinación abre camino en el extranjero, en un ramo que no tiene nada que ver con lo estudiado, se hace au pair, es decir, niñera, a los 24 años.

Cuatro años estuvo de nana en San Francisco, California; Inglaterra, España y Bruselas, Bélgica. Durante su estancia perfeccionó su inglés, aprendió un poco de francés, conoció lugares, culturas, hizo amistades y comió gran variedad de platillos de otros países.

“La vida acá es muy cara. Las personas mayores todo el tiempo están estudiando, sin importarles la edad”, decía Ale en sus mensajes vía internet que me enviaba.

Retorna por segunda vez a Manzanillo, ilusionada de volver a ver a la familia, amigos y a su mar. Un amigo la emplea de administrativa, en unas villas. Cuando estudiaba la universidad fue mesera, en una de las primeras taquerías grandes del puerto, con Roberts. Siendo contadora pública, ejerció en una empresa japonesa, TOA, al mismo tiempo ingresa a la universidad a estudiar la Maestría en Administración.

Ella es una mujer de carácter fuerte, analítica, crítica, difícil de corromper, incluso me atrevo a decir, imposible; fiel y directa en decir las cosas, de pocos amigos, inteligente, decidida y perseverante. Su último empleo fue en una institución privada, extranjera, cuyo giro es manejo de mineral.

Ale en días pasados rindió protesta en el Salón de Cabildos para la función de tesorera municipal, quien se hará cargo de las Direcciones de Egresos, Ingresos, Catastro, Padrón y Licencias.

Ella es una mujer muy capaz. Quizá cometa errores al principio de su gestión, pero tendrá que apoyarse mucho en su equipo de trabajo. Tal vez sea el mismo personal que ahora labora o haya nuevos integrantes, eso no lo sabemos. Cada compañero que esté a su lado debe ser proactivo y honesto para ser un buen juego de mancuernas, si no seguro no estará en ese mismo departamento.

Santana argumentó que trabajará tal cual lo ha hecho en la iniciativa privada y está abierta a sugerencias y propuestas para mejorar la dependencia gubernamental. Espero, al igual las personas que la apreciamos, haga un excelente trabajo, no sólo por ella, sino por toda la sociedad porteña.

Confieso que es una de las dos personas más administrativas que conozco en mi vida. Ojalá nos sorprenda para bien y siga contando hasta el último peso para el progreso de Manzanillo.

No hablaré más de Ale, habrá quien lo haga mejor, además los números no son mi fuerte como para atreverme.



Elsa I. González Cárdenas
Publicado en el Diario de Colima
El 13 de marzo de 2014
Manzanillo, Colima, México

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